lunes, 25 de diciembre de 2017

Ángelus dominical en la Natividad del Señor

CIUDAD DEL VATICANO (http://catolicidad.blogspot.mx - 24 de diciembre de 2017).-  A las 12.00 horas de este domingo, el Papa FRANCISCO desde la ventana de su estudio rezó el Ángelus dominical en la Natividad del Señor con los fieles y peregrinos reunidos en la Plaza de San Pedro.


Texto íntegro del rezo mariano traducido del original italiano por http://catolicidad.blogspot.mx:


PAPA FRANCISCO


ÁNGELUS


Plaza de San Pedro
IV Domingo de Adviento, 24 de diciembre de 2017



Queridos hermanos y hermanas, ¡buenos días!


En este domingo que precede immediatamente al Nacimiento, escuchamos en Evangelio de la Anunciación (cfr Lc 1,26-38).


En este pasaje evangélico podemos notar un contraste entre las promesas del ángel y la respuesta de María. Tal contraste se manifiesta en la dimensión y en el contenido de las expresiones de dos protagonistas. El ángel dice a María: «No temas, María, porque encontraste la gracia con Dios. Y aquí, concebirás un hijo, lo daréis a luz y lo llamareis Jesús. Será grande y será llamado Hijo del Altísimo, el Señor Dios le dará el trono de David su padre y reinará por siempre su casa de Jacob y su reino no tendrá fin» (vv. 30-33). Es una larga revelación, que abre perspectivas inauditas. El niño que nacerá de esta humilde joven de Nazaret será será llamado Hijo del Altísimo: no es posible concebir una dignidad más alta que esta. Y después la pregunta de María, con la cual pide explicaciones, la revelación del ángel se vuelve ahora más detallada y sorprendente.


A su vez, la respuesta de María es una frase breve, que no habla de gloria, no habla de privilegio, sino solo de disponibilidad y de servicio: «He aquí a la sierva del Señor: pasará por mí según tu palabra» (v. 38). También el contenido es diferente. María no se exalta de frente a la perspectiva de incluso convertirse en la madre del Mesías, sino responde modesta y experimenta la propria adhesión al proyecto del Señor. María no se jacta. Es humilde, modesta. Permanece como siempre.


Este contraste es significativo. Nos hace entender que María es verdaderamente humilde y no intenta alardear. Reconoce ser pequeña frente a Dios, y está contenta d ser así. Al mismo tiempo, está conciente de que de su respuesta depende la realización del proyecto de Dios, y que por consiguiente ella está llamada a adherirse con todo su ser.



En esta circustancia, María se presenta con una actitud que corresponde perfectamente a la del Hijo de Dios que viene al mundo: Él quiere convertirse en el Siervo del Señor, ponerse al servizio de la humanidad para cumplir el proyecto del Padre. María dice: «He aquí a la sierva del Señor»; y el Hijo de Dios, entrando al mundo dice: «Aquí vengo […] para hacer, oh Dios, tu voluntad» (Eb 10,7.9). La actitud de María refleja pienamente esta declaración del Hijo de Dios, que también se convierte en hijo de María. Así la Virgen se revela colaboradora perfecta del proyecto de Dios, y se revela también discípula de su Hijo, y en el Magnificat podrá proclamare que «Dios ha enaltecido a los humildes» (Lc 1,52), porque con esta respuesta humilde y generosa ha obtenido una gloria altísima.


Mientras admiramos a nuestra Madre por esta respuesta a la llamada y a la misión de Dios, pidámosle a ella nos ayude a cada uno de nosostros a acoger el proyecto de Dios en nuestra vida, con sincera humildad y valiente generosidad.





Después del Ángelus


Queridos hermanos y hermanas,


en la espera orante del nascimiento de Jesús, el Príncipe de la Paz, invocamos el don de la paz para todo el mundo, especialmente para las poblaciones que más sufren a causa de los conflictos en sus regiones. Renuevo en particular mi llamado para que, en ocasión del Santo Nacimiento, las persone secuestradas – sacerdotes, religiosos, religiosas y fieles laicos – sean liberados y puedas regresar a sus hogares. Oremos por ellos.


Deseo asegurar también mi oración por las poblaciones de la Isla de Mindanao, en las Filipinas, golpeada por una tempestad que ha causado numerosas víctimas y destrucción. Dios misericordioso acoja a las almas de los difuntos y conforte a cuantos sufren por esta calamidad. Oremos por esta gente.


Saludo con afecto a todos vosotros, fieles romanos y peregrinos venidos de varios Países, familias, grupos parroquiales, asociaciones.


En estes horas que nos separan de la Navidad, mi recomendación: encontrar cualquier momento para detenermos en silencio y en oración frente al pesebre, para adorar en el corazón el misterio del verdadero Nacimiento, aquel de Jesús, que se acerca a nosotros con amor, humildad y ternura.


Y, en aquellos momentos, recordad también rezar por mí. ¡Gracias! Buen domingo y buen almuerzo! ¡Adiós!


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