Ashgabat, TURKMENISTÁN (Agencia Fides, 21/12/2017) - “Será una Navidad sencilla, marcada por la
Eucaristía y por la representación viviente de la Natividad. De hecho,
nuestros niños están preparando un pequeño espectáculo teatral para
contar cómo San Francisco hizo el primer pesebre en Greccio”. Así lo
explica a la Agencia Fides el p. Andrzej Madej, sacerdote polaco de los
Oblatos de María Inmaculada y superior de la Missio sui iuris de
Turkmenistán: “Nuestras celebraciones se concentran casi exclusivamente
en la noche del 24. Aquí en Turkmenistán, los cristianos somos una
minoría, por lo que el 25 de diciembre será una día de trabajo como
cualquier otro”, explica.
La Santa Misa, a la que también asistirán diplomáticos católicos
presentes en Turkmenistán, será precedida por “una cena muy solemne”.
Después de haber avistado la primera estrella en el cielo, nos sentamos a
la mesa con una vela encendida. Leeremos la Sagrada Escritura
alternando con villancicos de Navidad. Luego compartiremos la comida e
intercambiaremos los regalos”, dice el p. Madej.
Los últimos días de Adviento también representan un momento de
proclamación del Evangelio. Los Oblatos de María Inmaculada se han unido
en Ashgabat, con su hermano de comunidad, el Padre Diego, que se
ocupará de la predicación y la confesión. Las decoraciones de Navidad
también han sido diseñadas para anunciar el mensaje del Evangelio. De
hecho, el Misionero Oblato explica: “Estamos construyendo un gran
pesebre afuera, en frente de nuestra casa. Los personajes estarán hechos
con luces de colores, para que los transeúntes puedan verlo bien”.
En la antigua república soviética de Asia Central, la Iglesia Católica
renació en 1997, con la Missio sui iuris establecida por Juan Pablo II.
Al principio, la presencia de los Oblatos solo se admitía en forma de
representación de la Embajada del Vaticano: se reunían en casas
particulares y la misa se celebraba en el territorio diplomático de la
Nunciatura Apostólica de Ashgabat. En 2010, el gobierno turcomano
reconoció oficialmente su presencia católica, pero esta medida solo ha
dado parcialmente algunos de los resultados esperados. Hasta la fecha,
Turkmenistán tiene más de 5 millones de habitantes, el 90% de
musulmanes. La comunidad católica en el lugar, de acuerdo con el Padre
Madej, está compuesta principalmente por personas de origen alemán y
polaco: “En este país, representamos una comunidad muy pequeña. En
Navidad, les pedimos a los católicos de otros países que nos recuerden
en su oración y también a nuestra misión”, concluye.