martes, 26 de diciembre de 2017

Texto de Ángelus del Papa FRANCISCO en la Fiesta de San Esteban protomártir

CIUDAD DEL VATICANO (http://catolicidad.blogspot.mx - 24 de diciembre de 2017).-  A las 12.00 horas de este martes, el Papa FRANCISCO desde la ventana de su estudio rezó el Ángelus en la Fiesta de San Esteban protomártir, con los fieles y peregrinos reunidos en la Plaza de San Pedro.


Texto íntegro del rezo mariano traducido del original italiano por http://catolicidad.blogspot.mx:



FIESTA DE SAN ESTEBAN PROTOMÁRTIR

PAPA FRANCISCO


ÁNGELUS

Plaza de San Pedro
Martes 26 de diciembre de 2017


Queridos hermanos y hermanas ¡buenos días!


Después de haber celebrado el nacimiento de Jesús, hoy celebramos el nacimiento al cielo de San Esteban, el primer mártir. Aunque a primera vista parece que no existe ningún vínculo entre las dos situaciones, en realidad está ahí y es un vínculo muy fuerte.


Ayer, en la liturgia de la Navidad, escuchamos proclamar: «El Verbo se hizo carne y viene a habitar entre nosotros» (Gv 1,14). San Esteban pone en crisis a los líderes de su pueblo, porque, «lleno de fe y de Espíritu Santo» (At 6,5), creía firmemente u profesaba la nueva presencia de Dios entre los hombres; sabía que el verdadero templo de Dios es ahora Jesús, Verbo eterno venido a habitar entre nosotros, haciéndose en todo como nosotros, excepto en el pecado. Pero Esteban es acusado de predicar la destrucción del templo de Jerusalém. La acusación se vuelve contra el por haber afirmado que «Jesús, este Nazareno, destruirá esto lugar y subvertirá las costumbres que Moisés nos ha dado» (At 6,14).


En efecto, el mensaje de Jesús es incómodo y nos incomoda, porque desafía el poder religioso mundano y provoca la cosciencia. Después de su venida, es necesario convertirse, cambiar la mentalidad, renunciar a pensar como antes, cambiar, convertirse. Esteban permanceció anclado al mensaje de Jesús hasta la muerte. Sus últimas plegarias: «Señor Jesús, acoge mi espíritu» y «Señor, no cargues este pecado sobre ellos» (At 7,59-60), estas dos plegarias son eco fiel de aquellas pronunciadas por Jesús sobre la cruz: «Padre, en tus manos encomiendo mi espíritu» (Lc 23,46) y «Padre, perdonalos porque no saben lo que hacen» (v. 34). Aquellas palabras de Esteban sólo fueron posibles porque el Hijo de Dios vino a la tierra, fue muerto y resucitó por nosotros; antes de estos eventos eran expresiones humanamente impensables.


Eteban suplica a Jesús acoja su espíritu. Cristo resucitado, de hecho es el Señor, y es el único mediador entre Dios y los hobres,  no solo en la hora de nuestra muertes, sino también en cada instante de la vida: sin Él no podemos hacer nada (cfr Gv 15,5). Por lo tanto también nosotros, frente a Jesús niño en el pesebre, podemos rezarle así: “Señor Jesús, te confiamos nuestro espíritu, acógelo”, porque nuestra existencia sea realmente un vida buena segín el Evangelio.


Jesús es nuestro mediador y nos reconcilia no solamente con el Padre, sino también entre nosotros. Él es la fuente del amor, que se abre a la comunión con los hermanos, amarnos unos a otros, eliminando cada conflicto y resentimiento.  Sabemos que los resentimientos son cosa bruta, hacen tanto mal ¡y nos hacen tanto male! Y Jesús remueve todo esto y hace que nos amemos. Este es el milagro de Jesús. Pidamos a Jesús, nacido por nosotros, nos ayude a asumir esta doble actitud de fe en el Padre y de amor para el prójimo; es un acto que transforma la vida y la hace más bella, más fructífera.


A María, Madre del Redentor y Reina de los mártires, elevamos con confianza nuestra oración, para que nos ayude a Jesús como Señor de nuestra vida y a convertirnos en sus valientes testigos, dispuestos a pagar en persona el precio de la fidelidad al Evangelio.



Después del Ángelus


Queridos hermanos y hermanas,


en el clima de alegría cristiana que emana del Nacimiento de Jesús, los saludo y les agradezco por vuestra presencia. 


A todos vosotros, venidos de Italia y de diversas Naciones, renuevo mis deseos de paz y de serenidad: son estos, para vosotros y para vuestros familiares, días en los cuales se disfruta la belleza de estar juntos sintiendo que Jesús está entre nosotros.


Un saludo particular a los fieles de la Peregrinación nacional de Ucrania: los bendigo a todos vosotros y a vuetro País.


En estas semanas he recibido tantos mensajes de felicitación. No me es posible respoder a cada uno, expreso hoy a todos mi sentido agradecimiento, especialmente por el don de la oración. ¡Gracias de corazón! ¡El Señor los recompense con su generosidad!


¡Buena fiesta! Por favor, no se olviden de rezar por mí, Buen almuerzo y adiós.


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