CIUDAD DEL VATICANO (Agencia Fides, 05/01/2018) – “Los niños son nuestro presente,
más que nuestro futuro: y lo cuidamos haciéndoles experimentar la
alegría, la oración y el compartir incluso ante las dificultades. Y con
un espíritu verdaderamente universal: me gustaría recordar que, durante
el terremoto en el centro de Italia, los niños de la República
Centroafricana, un país muy pobre, renunciaron a una comida para ayudar a
sus coetáneos afectados”: así lo dice a la Agencia Fides la hermana
Roberta Tremarelli, Secretaria general de la Obra Pontificia de la
Infancia Misionera - una de las cuatro Obras Misionales Pontificias - en
la víspera del 6 de enero, solemnidad de la Epifanía, en la que en
muchos países del mundo se celebra la Jornada especial de la Infancia
Misionera o Jornada misionero de los niños.
La religiosa explica a la Agencia Fides: “la Jornada de la Infancia
Misionera nace con el propósito de tener un día específico durante el
año en el que involucrar a los niños en todos los países del mundo de
una manera especial. Se celebra en diferentes períodos y formas, de
acuerdo con el calendario y los diferentes contextos, con el objetivo de
educarles en el espíritu misionero de atención a otros niños, a través
de la oración, las ofrendas y el intercambio”.
Fue el Papa Pío XI quien instó que se instituyese esta Jornada para dar
más atención a la Obra Pontificia de la Infancia Misionera: “La Obra se
basa en el ejemplo de Cristo que ponía a los niños en el centro y trata
de cuidar de los niños para que aprendan desde su tierna edad a
compartir”, explica la Hermana Tremarelli. La Santa Infancia (como era
llamada) fue creada a mediados del siglo XIX por el obispo francés
Toussaint de Forbin-Janson, quien, según la Secretaria General, “para
hacer frente a la trágica condición de los niños de China, comenzó a
sensibilizar a los niños en Francia, pidiéndoles una oración al día y un
centavo al mes. Era una novedad. Durante siglos, el niño había
permanecido solo como receptor de atenciones; pero en ese momento se
vuelve sujeto, aquel que puede hacer una contribución en primera
persona. De esta forma se educa al espíritu misionero, a estar atentos a
las necesidades de los demás”.
La hermana Roberta recuerda que “hoy en muchas partes del mundo la
infancia es violada, maltratada, explotada. La Obra Pontificia de la
Infancia Misionera recibe solicitudes de ayuda y de subsidios de todo el
mundo, la mayoría de ellos para la educación escolar. De hecho,
especialmente en África, las escuelas son pocas o están lejos de los
asentamientos humanos y los niños tienen que viajar muchas millas al día
para asistir a la escuela”. Además del sector educativo que es crucial,
la Obra interviene en áreas como la protección de la vida (cuidado de
la salud, nutrición, acogida) y la educación cristiana: “Todo ello para
restaurar la dignidad en la vida de los niños”, observa.
La Obra de la Infancia Misionera fue iniciada en 1843 por Mons.
Toussaint de Forbin-Janson, Obispo de Nancy, para educar a los muchachos
en el espíritu misionero, haciéndoles conscientes de las necesidades de
sus coetáneos en los países de misión, con la ofrenda de oraciones y de
ayuda material. En 2018 se cumplen los 175 años de su fundación. Según
los últimos datos facilitados a la Agencia Fides, en 2016 la Opera de la
Santa Infancia ha concedido subsidios a 2.621 proyectos, en los cinco
continentes, por un total de 15,6 millones de dólares.