Kinshasa, REPÚBLICA DEMOCRÁTICA DEL CONGO (Agencia Fides, 17/O1/2018) - El intento de contrastar la Iglesia católica
con otras comunidades cristianas en el enfrentamiento entre la
Conferencia Episcopal de la República Democrática del Congo y el
presidente Joseph Kabila ha fracasado.
Esto se vio ayer, 16 de enero, en el aniversario de la muerte del padre
del actual presidente, Laurent Désiré Kabila, que murió en
circunstancias sin esclarecer el 16 de enero de 2001. La ceremonia en
memoria del presidente asesinado se ha celebrado en la catedral du
Centenaire de l’Eglise du Christ au Congo (ECC), una denominación
protestante.
El oficiante, el pastor François-David Ekofo, ha dirigido unas palabras
muy duras al liderazgo actual del país, que recuerdan a las advertencias
emitidas por Su Eminencia el Cardenal Laurent Monsengwo Pasinya,
Arzobispo de Kinshasa, que está al centro de una campaña de difamación
por parte del régimen.
“Debemos dejar a nuestros hijos un estado que realmente existe”, ha
dicho en su sermón el reverendo Ekopho. “Digo esto porque se tiene la
impresión de que el estado no existe realmente”, ha continuado diciendo
frente a todos los líderes de la República Democrática del Congo, el
único que faltaba era el presidente Kabila.
“Dios le pedirá cuentas a los congoleños. Debemos darles a nuestros
hijos un país unido”, ha insistido. “No es admisible que tengamos que
importar alimentos para los congoleños cuando el Congo es rico en
petróleo, diamantes, coltán, entre los productos más buscados en el
mundo”.
La actitud firme de un representante tan alto de otra confesión
cristiana socava la esperanza del ambiente presidencial que ha tratado
de poner a las otras confesiones cristianas contra la Iglesia Católica,
cuyo máximo representante en la República Democrática del Congo, el
cardenal Monsengwo Pasinya, ha sido acusado por el gobierno de haberse
comprometido con sus recientes declaraciones a modo de “intentos de
subversión” contra los intereses nacionales. El informe del Consejo de
Ministros del 15 de enero establece que “la situación de seguridad es
relativamente tranquila en todo el país, a pesar de algunos intentos
subversivos iniciados en particular por un miembro de la jerarquía
católica en la ciudad de Kinshasa”. Un ataque evidente contra el
Cardenal Monsengwo Pasinya, aunque no haya sido nombrado formalmente. El
Cardenal había condenado con dureza la represión de la marcha pacífica
convocada por los católicos congoleños para pedir la aplicación de la
parte de los acuerdos de San Silvestre que prevén la libertad de prensa y
la liberación de los prisioneros políticos, y
había dicho expresamente que los políticos “mediocres se marchen”.