Kolowarè, TOGO (Agencia Fides, 14/02/2018) - Djery es un joven de la aldea étnica de
Alibi, de Togo, que ha vivido en Costa de Marfil y en Europa. “Yo era
musulmán, pero volví a la religión de mis antepasados. Redescubrí mis
raíces. Nadie conoce los caminos de Dios”. Así comenzó la historia de
este joven nacido en Abidjan, en Costa de Marfil, en 1987, ex librero y
animador sociocultural de París. Después de años de vivir en Occidente,
Djery Kpakpalikpa Djiwa, decidió volver a África, al pueblo de sus
padres.
“Hay dos razones fundamentales que explican esta decisión”, cuenta a
Fides. “La primera y más importante, es el deseo de promover la lectura
como una herramienta para el aprendizaje y el crecimiento. Una buena
educación y una buena cultura general ayudarán a mejorar las condiciones
de nuestro continente, especialmente de las comunidades rurales. Es
necesario desarrollar una mirada crítica y libertad para pensar. Todo
está por hacer y es uno de los muchos desafíos del mundo de hoy”. “Una
segunda razón más profunda que me empuja es el regreso a los orígenes,
algo que representa para mí la búsqueda de la identidad. Es una
oportunidad para ver, descubrir y conocer los hábitos y costumbres de mi
gente. Debido a la excesiva occidentalización de nuestras sociedades,
el alma de nuestros pueblos se está perdiendo. ¿Esto significa abandonar
o renegar de todo ese trabajo de investigación que es la contribución
de África a la cultura mundial?”, se pregunta el
joven.
Djery Kpakpalikpa Djiwa añade: “Tengo que reconocer mi historia, mi
pasado, mi cultura y mi religión. Siento la necesidad de redescubrir mi
historia pasada; la descolonización de mi universo cultural es el pasaje
obligatorio para mi renacimiento como ser humano. A decir verdad, yo
africano occidentalizado, no dejo de descubrir cómo las culturas
importadas actúan de freno para el desarrollo del continente, de sus
culturas y de sus tradiciones auténticas”. Su proyecto de vida está
orientado a tomar conciencia y conocimiento del pasado, de las culturas
locales, y a “redescubrir la belleza de la vida en África, y en las
áreas rurales para proteger a nuestras comunidades de los muchos
peligros que nos amenazan. Espero poder lograr que el mundo tradicional y
el mundo moderno convivan, es la única garantía de un desarrollo real
sostenible y duradero”, concluye Djeri.