Yaundé, CAMERÚN (Agencia Fides, 18/05/2018) - Los obispos de Camerún denuncian una “horrible
violencia”, al mismo tiempo que 160.000 personas se han visto obligadas a
huir a Camerún y otras 26.000 en Nigeria. Caritas Camerún informa de la
existencia de “zonas de conflicto tomadas por el miedo y la muerte”.
Los soldados “están quemando aldeas, las personas viven en los bosques
se arriesgan a ser asesinadas tan solo si se acercan al borde de la
carretera”, indica un comunicado enviado a la Agencia Fides por el
episcopado local.
Los obispos de Camerún han expresado su preocupación y condenan “la
brutal represión del ejército contra el movimiento separatista de las
regiones de habla inglesa del país” que ha agravado la crisis
humanitaria. Es una situación “marcada por la violencia ciega, inhumana,
monstruosa y por una radicalización de las posiciones que resulta muy
alarmante”, explicaron los obispos en un comunicado el 16 de mayo
firmado por el arzobispo Samuel Kleda, presidente de la Conferencia
Episcopal de Camerún. “Que pare cualquier forma de violencia porque
terminaremos matándonos los unos a los otros”, advierte la carta.
“Salvemos a nuestro país de una guerra civil sin sentido e inútil”.
No se permite a ningún periodista entrar en zonas de conflicto, pero
Cáritas Camerún estima que al menos 150 personas, entre ellas 64
civiles, han muerto hasta el momento en la guerra de guerrillas entre el
ejército y los separatistas. Las cifras reales probablemente serán
mucho más altas. Testigos presenciales que huyeron a Nigeria denunciaron
detenciones y asesinatos, torturas a los sospechosos de separatismo,
violencia contra los niños y violaciones. “No pasa una semana sin que
hayan quemado las casas o secuestrado o asesinado a alguien”, escribe
Caritas Mamfé, en el suroeste de Camerún, epicentro de la crisis.
“El miedo se ha apoderado de este lugar”. Cáritas ha lanzado una campaña
urgente de recaudación de fondos para ayudar a 5.000 refugiados en
Nigeria con ayuda de emergencia. En Mamfé, un representante de Cáritas
aseguró que 45.000 personas de la diócesis han huido dejando atrás
pueblos fantasma: “La seguridad es muy precaria y muchos han abandonado
sus casas para esconderse en el monte”, indican. Cáritas es la única
agencia de ayuda en las zonas anglófonas gravemente afectadas en el
suroeste y noroeste de Camerún. Proporciona alimentos, agua, suministros
médicos y refugio pero empieza a carecer de recursos. “Solo Cáritas
pudo, con dificultad, acceder a estas áreas perseguidas por el miedo y
la muerte”, señala el trabajador.
En el otro lado de la frontera, Cáritas Nigeria contabiliza 25.624
refugiados cameruneses pero, según la ONU, podría haber hasta 40.000. La
mayoría son mujeres y niños. Solo cinco de cada 100 refugiados cuentan
con un refugio adecuado, el resto duerme en edificios abandonados o al
raso. Los obispos de Nigeria, a la vez que piden moderación, advierten
de que la afluencia de refugiados en los estados de Taraba, Benue,
Akwa-Ibom y Cross River está agravando la pobreza de las comunidades
locales. “No hay comida ni refugio ni agua potable”, dice un jefe de
aldea nigeriano. “La gente está enferma y muere sin atención médica”. El
episcopado exhorta a ambas partes a dialogar: “Nosotros, los obispos de
Camerún, creemos que ahora se debe imponer un proceso de mediación para
encontrar una salida a la crisis. Todos somos hermanos y hermanas”.
Camerún está dividido entre sus antiguos territorios franceses y los
británicos. En octubre, los activistas de la minoría de habla inglesa,
que representan el 20% de la población, declararon una república,
desafiando al gobierno del presidente Paul Biya, dominado por Francia
(ver Fides 30/09/2017). En los últimos tiempos, según el padre Emmanual
Bekomson de Cáritas Calabar, “la crisis ha empeorado, especialmente en
las áreas de Mamfé, Limbe, Buea y Nsan Aragati”. “Va de mal en peor, en
los últimos días ha habido más muertes y secuestros”, revela el padre
Kisito Balla Onana, director de Cáritas Camerún.