Bamako, MALI (Agencia Fides, 12/06/2018) - En el norte de Malí la crisis humanitaria está
empeorando. Así lo denuncia un informe publicado por “Lvia”, una ONG
italiana de inspiración cristiana, enviado a la Agencia Fides. “La gente
sigue huyendo”, explica Ousmane Ag Hamatou, tuareg, coordinador de las
actividades de “Livia” en Malí. “Según los datos que hemos recogido,
144.000 malienses son actualmente refugiados en Níger, Mauritania y
Burkina Faso. A estos se suman 52.000 desplazados que han buscado
seguridad en el sur del país. Como ONG estamos trabajando para crear las
condiciones óptimas que estas personas vuelvan a casa”. La ONG logró
traer de regreso a 200 familias, otorgándoles ayuda para comenzar
nuevamente una actividad económica.
En la región de Gao, el agua también es un problema. El Níger es el
curso de agua más grande que hasta ahora ha alimentado los pozos
utilizados por la población local. Sin embargo, los combates han
destruido muchos de estos pozos que estaban tan abandonados. De esta
forma solo el 28% de la población tiene acceso a fuentes de agua segura,
menos de una de cada tres personas. “Lvia, -asegura Ousmane Ag
Hamatou-, ha se ha unido a Echo (European Civil Protection and
Humanitarian Aid Operations) y a Minusma (la misión de la ONU en Mali),
para la gestión y la rehabilitación de 124 puntos de agua con los que
85.000 personas tendrán la oportunidad de acceder a agua de buena
calidad”.
Además del agua, también falta comida. Actualmente hay 274.000 niños
gravemente desnutridos y 582.000 niños afectados por desnutrición
moderada. La tasa de desnutrición aguda severa está por encima del 10%,
muy por encima de los límites. La escasez tenderá a empeorar en los
próximos meses. Según las previsiones, de junio a agosto, más de 4.3
millones de personas (una de cada cuatro) tendrán que enfrentar escasez
de alimentos debido a la escasez de cultivos. “Vivimos una situación de
grave emergencia”, concluye Ousmane Ag Hamatou. “En la región de Gao,
así como en todo el Sahel, las crisis se producen por la sequía y las
escasas cosechas. Para enfrentar esta situación, apoyamos a los
agricultores y pastores para evitar que se endeuden y se vean obligados a
vender animales o enviar a jóvenes a trabajar en la ciudad o en el
extranjero”.
Desde 1986, Lvia ha estado presente en el área de Gao, una región que
siempre ha sido inestable debido a las reivindicaciones de la población
tuareg. Entre 2012 y 2013, la ONG se vio obligada a abandonar la zona
debido al recrudecimiento de los combates entre el ejército y los
rebeldes. En 2014 retomaron sus proyectos. Hoy es una de las pocas ONG
que todavía trabaja en el Norte, en condiciones muy difíciles.