Kigali, RUANDA (Agencia Fides, 01/08/2018) – Siguiendo una orden del gobierno, ocho mil
iglesias fueron cerradas en los últimos siete meses, en Ruanda. La
decisión de reducir el número de lugares de culto cristianos y
musulmanes en el país prevé la clausura de los establecimientos que no
reúnan las condiciones de seguridad y sanitarias necesarias para
continuar sus actividades, informó la agencia pro-gubernamental Kigali
Today Press. Los cristianos ruandeses (católicos y protestantes),
quienes constituyen el 90% de la población, denuncian que el gobierno
está utilizando la nueva ley para justificar el cierre de iglesias y
mezquitas.
"¿Cerrar las iglesias y establecer criterios para convertirse en
ministros es, realmente, una solución adecuada al problema de la
religión en África?" cuestiona el padre Donald Zagore, teólogo de las
Sociedades Misioneras Africanas, quien señala que ésta podría ser una
alternativa, pero habrá que prestar atención a las repercusiones que esa
decisión podría tener sobre la naturaleza fundamental de la dinámica
religiosa. "La religión tiene un funcionamiento distinto de cualquier
partido o asociación política. Una cosa es querer poner orden en el
desorden y otra es truncar, a sabiendas o no, el carácter profético de
la religión, que desafía toda lógica e imperativo académico. La
formación académica e intelectual es sin duda necesaria, pero en la
religión, no es un prerrequisito. El único requisito es la fe. Dios
llama a su servicio, hombres y mujeres no necesariamente inteligentes o
licenciados, sino hombres y mujeres convencidos de su fe y con
ganas de vivir y dar testimonio de ella, incluso a costa de su propia
vida. Tendríamos que preguntarnos -continúa Zagore- si cuando habrán
establecido los criterios de formación teológica, como lo desea el
gobierno de Ruanda, dejarán de ocuparse de la religión. La pregunta
clave es: ¿Por qué el comercio de las religiones es tan popular y
rentable en África? Aunque si los farsantes religiosos siguen siendo un
peligro que hay que combatir, el verdadero problema son quienes son
engañados. ¿Por qué nuestra gente es abusada y robada religiosamente?".
La libertad religiosa es reconocida como un derecho por el artículo 37
de la Constitución de Ruanda de 2003, pero según denuncia la
organización World Monitor Watch, las referencias a la religión
cristiana han sido eliminada del preámbulo a la Constitución. Además,
durante la conmemoración del genocidio ningún sacerdote o pastor puede
intervenir, a no ser que el evento sea organizado por una iglesia, y en
las oficinas públicas no se permiten los encuentros para orar.
De acuerdo con el padre Donald, "es necesario reflexionar sobre dos
puntos principales. Por un lado hay que reconocer que nuestra gente se
esconde detrás de estos pastores 'baratos', con la esperanza de ser
ayudados a eliminar los abusos de los políticos y su sed inagotable de
poder, que hace que la gente languidezca aún más en la miseria. Por otra
parte, hay un concepto africano de Dios y de la religión que no es sano
y que debe ser depurado. En la dinámica de la espiritualidad, a veces
demasiado emocional, Dios es interpretado solo como una fuente de
milagros y como creador de soluciones. Esta concepción pone a Dios no
muy lejos de ser comparado con un charlatán. Hasta que el africano no se
dé cuenta de que Dios no es un mago, y que a pesar de su omnipotencia,
Dios no puede cambiar la vida de los hombres si ellos no ponen de su
parte, continuarán a vivir llenos de ideologías y siendo 'estafados'. La
clave para la salvación es el nacimiento de
una conciencia religiosa africana masiva, racional y hermeneúticamente
estructurada", dice el padre Zagore.
Según fuentes del Gobierno, las autoridades han decidido cerrar los
lugares de culto, en vista de lo que consideran una construcción elevada
de iglesias por número de habitantes. Sin embargo, no ha sido tomada en
cuenta la alta fragmentación de las aldeas en Ruanda, que están
pobladas por un número pequeño de personas. Adicionalmente, muy a
menudo, estos pueblos se encuentran a muchos kilómetros uno del otro, y
ante la falta de infraestructura que permita conectarlos, los habitantes
deciden construir iglesias locales, para evitar caminar 20 kilómetros
sólo para ir a Misa.
Recientemente, una iglesia fue cerrada cuando se celebraba un matrimonio
y los invitados tuvieron que abandonar la ceremonia, señala el portal
cristiano World Monitor Watch; mientras que una comunidad cristiana tuvo
que suspender las actividades en el vestíbulo de una escuela, sitio
elegido por la falta de iglesias cercanas, debido a que el centro
educativo tenía la puerta principal en madera y no metal.