NEWS ANALYSIS/ OMNIS TERRA, Uagadugú, BURKINA FASO (Agencia Fides, 30/05/2020) - En el noreste de Burkina Faso, desde
principios de año, ha habido al menos cinco ataques contra comunidades
cristianas. Más de 2000 escuelas han sido cerradas. Desde 2012, más de
700.000 personas se han visto desplazadas. En una zona que cada vez se
ve más sometida al control de los grupos islamistas radicales, el riesgo
de un conflicto que tenga connotaciones religiosas se está haciendo
tangible. El objetivo de los grupos terroristas es crear hostilidad
utilizando el pretexto étnico-religioso en una sociedad que nunca ha
conocido tensiones de esta naturaleza.
Desde 2012, toda la zona del Sahel se ha convertido en la base y el
semillero de numerosos grupos yihadistas. El Sahel - que en árabe
significa borde u orilla, y que, como Sahara, también significa desierto
-, es precisamente esa zona africana que se encuentra justo debajo del
desierto del Sahara y que marca el cambio, por clima y vegetación, de la
zona desértica a las sabanas, donde las lluvias son frecuentes y
abundantes. Es un área inmensa, que se extiende desde el Atlántico por
el este hasta el Mar Rojo por el oeste. Con una población de unos 93
millones de habitantes.
Como señala un análisis del Grupo Internacional de Crisis, titulado "Los
orígenes sociales de la violencia yihadista en el norte de Brukina
Faso", y como se afirma en otros estudios, las fuerzas extremistas
establecidas en el Shael burkinabé y al este del país, cuya capital
regional es Fada N'gourma, han podido fácilmente introducirse en el
territorio aprovechando el sentimiento de marginación política y
económica presente en la zona. Apodada la "zona roja" por la actividad
criminal intensa, el Sahel es un área crucial de contrabando para la
economía local. Cigarrillos, combustible, marfil, armas, drogas y
diversos bienes de consumo pasan por esta zona todos los días. La zona
este de la región permite el acceso a las costas de Benin, Ghana y Togo.
Ante la fuerte ilegalidad del territorio, y la falta de inversiones
públicas, además de un acceso muy bajo al agua y a la electricidad, así
como una escolarización deficiente. Solo el 10% de los jefes de familia
han recibido educación superior en la escuela primaria, y más del 60%
nunca han tenido acceso a la educación.
Las fuerzas yihadistas se aprovechan de esta situación de fragilidad
endógena para establecerse permanentemente en la región. (...)
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http://omnisterra.fides.org/articles/view/141