Johannesburgo, SUDÁFRICA (Agencia Fides, 23/05/2020) – “Aunque la fe se ha arraigado y está
bien formada entre la población católica, el cierre de las Iglesias y la
suspensión de todos los servicios eucarísticos y otros servicios
litúrgicos para el público han demostrado que en muchos casos los fieles
no han sido educados y formados adecuadamente en su fe. Un gran número
de fieles se está perdiendo ahora que no hay nadie allí para dirigirlos y
guiarlos", dice a la Agencia Fides el p. Gordon Paul Rees, Director
Nacional de las Obras Misionales Pontificias (OMP) de Sudáfrica, al
describir el impacto de las medidas de contención de la pandemia
COVID-19 en la Iglesia en el país.
“Muchas personas no son católicos maduros que pueden asumir la
responsabilidad de su fe, aunque varios obispos e instituciones
religiosas, como el Instituto Jesuita, han alentado a los fieles,
ayudándoles a ubicar esta experiencia en un contexto religioso más
amplio del pueblo de Dios sufriente” agrega el p. Rees. Se están
llevando a cabo varias actividades de la Iglesia a través de Internet y
otros medios, pero el Director Nacional de las OMP señala que "la
pandemia ha vuelto a poner de manifiesto la brecha existente entre los
privilegiados y los menos privilegiados. Quienes tienen acceso a las
redes sociales se benefician de la misión de la Iglesia, mientras que el
resto queda excluido".
“Donde hemos podido, la misión social de la Iglesia, cómo alimentar a
los hambrientos, ha continuado”, explica el p. Rees. “Sin embargo, en
algunas áreas, a las organizaciones caritativas católicas se les ha
impedido deliberadamente hacer su trabajo", comenta el p. Rees, quien
describe una situación dramática: “La Iglesia siempre ha jugado un papel
importante en el cuidado de los más pobres, los migrantes, los
refugiados indocumentados; con el anuncio del cierre, la triste realidad
es que los planes alimenticios del gobierno no están llegando a la
mayoría de las personas que viven al día. Además, no se brinda ayuda a
los indocumentados: refugiados, migrantes y personas sin hogar”.
“Numerosos funcionarios del gobierno han sido sorprendidos robando
paquetes de comida, dándolos solo a quienes apoyan al partido gobernante
o incluso tratando de venderlos. En muchos casos, varias ONG han sido
arrestadas e incluso algunas personas individualmente por distribuir
alimentos, ya que el gobierno afirma que solo él puede distribuirlos.
Sin embargo, en algunos lugares, las organizaciones de la Iglesia y las
ONG han tenido la oportunidad de entregar alimentos a los necesitados”,
dice el p. Rees
“Numerosas diócesis han pedido ayuda al Fondo de Emergencia de las OMP
para el COVID-19. Las primeras solicitudes se referían a la gestión de
la crisis humanitaria: las personas mueren de hambre debido al hecho de
que se ven obligadas a quedarse en sus hogares mientras las parcelas de
alimentos del gobierno tardan en llegar", explica a Fides el p. Rees,
que describe algunas iniciativas caritativas de la Iglesia: “Gracias a
la generosidad de algunos fieles, la diócesis de Polokwane pudo reunir
algunos paquetes de alimentos y distribuirlos a las personas más
necesitadas de la zona. En la parroquia de Orange Farm, cerca de
Johannesburgo, los misioneros combonianos recibieron ayuda de algunos
católicos en Johannesburgo para alimentar a las personas en crisis
alimentaria".
Gracias a Caritas, la diócesis de Rustenburg ha podido distribuir 250
canastas de alimentos y 250 bolsas de harina de maíz a las personas más
desfavorecidas, refugiados irregulares y migrantes de la zona.
El Centro Denis Hurley (una fundación católica que lleva el nombre del
fallecido Arzobispo Denis Hurley) está suministrando medicamentos y
alimentos a las personas sin hogar y otras personas necesitadas. El
edificio en sí alberga a 100 personas mayores, discapacitadas y
enfermas.
Además, la Nunciatura puso a disposición una considerable suma de dinero para la distribución de paquetes de alimentos.