Niamey, NIGER (Agencia Fides, 28/05/2020) – Ha sido arrancada la cruz símbolo de la
parroquia del p. Pierluigi Maccalli, el misionero de la Sociedad de
Misiones Africanas secuestrado en septiembre de 2018. "Según los
testimonios recopilados, la cruz de hierro fue colocada en 1995, el año
de la creación de la parroquia. Se trata de la mismo donde el p.
Pierluigi Maccalli fue secuestrado en septiembre de 2018. Llevárselo fue
como arrancar la cruz del territorio de Bomoanga, perdido en la sabana
fronteriza, en medio de la nada", dice a la Agencia Fides el p. Mauro
Armanino, hermano de comunidad del p. Macalli.
“A esa colina, peregrinaban sobre todo para pedir la lluvia en los
tiempos difíciles de la sequía. Llovía mucho cada vez que se pedía,
incluso antes de que terminase la oración. Los musulmanes de la aldea
invitaban a los cristianos, dada la efectividad 'empírica' de la
oración, a ir a la colina de la cruz a un par de millas de la aldea. La
cruz, alta y de hierro, se veía desde el pueblo, hasta hace dos
semanas", explica el p. Armanin.
“El viernes 15 de mayo unos hombres desconocidos subieron bien equipados
a la colina y arrancaron la cruz, que estaba firmemente saldada con
cemento y pernos a prueba de herrumbre. Arrancaron la cruz de su lugar y
luego la colocaron en una piedra no muy lejos de allí", dice el
misionero. "Se presume que han sido aquellos a quienes la prensa y la
gente llaman 'yihadistas', armados y a veces encapuchados, que
atraviesan y aterrorizan a los cristianos y a las personas de las aldeas
de la región". "A principios de mes - continúa el misionero -, ellos u
otros afiliados visitaron al jefe de la aldea recordando los
mandamientos rectores de su estrategia: evitar denunciarlos a las
fuerzas gubernamentales, no cortar árboles, evitar el alcohol y, sobre
todo, rechazar todo lo que no sea el Islam". “Estos son los preceptos
que los acompañan y que, gracias a las armas y al abandono de las
Fuerzas de Defensa y Seguridad, mantienen a los agricultores locales y
en particular a los cristianos en un estado constante de terror. Estos
últimos, desde hace algún tiempo, ya no se reúnen en la iglesia que
Pierluigi había concebido y luego construido para ellos y con ellos. El
miedo los empuja a rezar en sus casas y las puertas de la iglesia están
cerradas. La cruz desgarrada es el símbolo de lo que tratan de hacer:
arrancar a toda costa del corazón de la gente la fe vivida en el
Evangelio que libera. Los agricultores son pacientes y saben bien que la
cruz está escrita en la tierra y que nadie puede llevársela", concluye
el p. Armanino.