Bauchi, NIGERIA (Agencia Fides, 30/05/2020) – “Boko Haram es solo uno de los problemas
serios. Desde hace algún tiempo, ha habido enfrentamientos entre Tivs y
otros grupos étnicos como Chamba y Kuetp. Se enfrentan entre sí por la
posesión de la tierra. Luego hay un antiguo conflicto que caracteriza
nuestra área, que es entre los ganaderos (en su mayoría musulmanes) y
agricultores (generalmente cristianos). Ha habido muchas muertes y
muchos civiles se han visto obligados a huir. A todo esto, se suma el
fenómeno del secuestro muy frecuente que, como en toda Nigeria, ocurre a
menudo creando más tensión". El obispo de Bauchi, Mons. Hilary Nanman
Dachelem, entrevistado por Fides, explica la situación en el noreste y
noroeste de Nigeria, donde la violencia continúa sin interrupción desde
hace más de un año, mientras la Iglesia trabaja para acoger a los
desplazados y promover el diálogo y la paz. En pasado mes de abril, las
tensiones obligaron a unas 23.000 personas a huir a Níger, mientras
también se multiplica el número de desplazados internos que buscan
refugio de los ataques perpetrados por grupos armados, en campamentos
improvisados o en estructuras religiosas. Los intereses y las
actividades de grupos terroristas o étnicos, así como las antiguas
rivalidades entre ganaderos y agricultores, hacen del área un verdadero
campo minado.
“Mi diócesis - explica el obispo -, está ubicada en el noreste del país y
reúne a dos estados, Bauchi y Gombe. En total, 10 millones y medio de
personas viven allí. La mayoría es de fe islámica (90%), el resto, un el
8% son protestantes y solo el 2% son católicos. Desde 2009, toda el
área se ha caracterizado por la presencia de Boko Haram y sus ataques
terroristas. Se estima que miles de personas han sido asesinadas y más
de 3 millones desplazadas. Como saben, cualquier tipo de educación que
no sea estrictamente islámica está prohibida para Boko Haram. Los niños,
a una edad muy temprana, son enviados a escuelas coránicas en otras
ciudades y confiados a maestros fanáticos y ciertamente no calificados
para la enseñanza. Esto perpetúa su vulnerabilidad y aumenta sus tasas
de analfabetismo". Los protagonistas del estado de tensión permanente de
la zona no son solo los terroristas yihadistas. La mezcla letal de
enfrentamientos étnicos o por motivos socioeconómicos está cosechando
víctimas y provocando éxodos masivos.
Las iglesias trabajan sin descanso en el campo de la hospitalidad y el
diálogo. También hay varios casos de colaboración interreligiosa para
promover la paz y salvar vidas. “Algunos campamentos de refugiados son
administrados directamente por las Iglesias. Uno de los casos más
llamativos es el de la Catedral de San Patricio en Yola, en el Estado de
Adamawa (extremo este). Allí, el obispo Stephen Dami Mamza alberga a
más de 800 personas en el perímetro de la catedral. Pero tenemos muchos
casos de campos que conciernen a cristianos de diferentes confesiones y
musulmanes, un ejemplo de diálogo muy bueno". La Iglesia además es
protagonista en el papel de defensor y facilitador del diálogo social y
religioso: “A menudo organizamos reuniones, talleres o conferencias,
concluye Mons. Hilary Nanman Dachelem - con el propósito de promover la
reunión pacífica. El año pasado, por ejemplo, en Jos, convocamos una
conferencia a la que asistieron todos los sacerdotes de la zona
centro-norte de Nigeria junto con representantes de varios grupos
étnicos, para hablar sobre conflictos étnicos y promover el intercambio
pacífico. Nuestras excelentes relaciones con otras religiones son un
viático para ayudar a aliviar la tensión y evitar enfrentamientos".