Bangkok, TAILANDIA (Agencia Fides, 16/09/2020) - “Los niños tienen derecho a ser protegidos de
todas las formas de discriminación, explotación y violencia. El impacto
de las medidas de contención del Covid-19 en varios países asiáticos, el
cierre de escuelas y el aumento del estrés en las familias no pueden ni
deben transformarse en explotación, abuso y violencia contra los niños.
Apoyar y promover la dignidad y los derechos de los niños debe ser una
prioridad para los gobiernos, las organizaciones de la sociedad civil,
las iglesias y todas las comunidades religiosas. Los niños deben ser el
centro de la respuesta a la emergencia sanitaria, económica y social”:
así lo han afirmado los activistas por los derechos del niño y los
líderes de las Iglesias asiáticas que han participado en una conferencia
virtual, seguida por la Agencia Fides, organizada por la "Conferencia
Cristiana de Asia" (CCA) sobre el tema "Apoyar la dignidad y los
derechos de los niños durante la
crisis de Covid-19". El Secretario General de la CCA, Mathews George
Chunakara, ha subrayado que "las necesidades de los niños durante la
pandemia han sido invisibles". "El impacto del coronavirus – ha
comentado - podría dañar permanentemente el bienestar de las
generaciones futuras. Por lo tanto, es necesario hacer valer sus
derechos, garantizando el bienestar y la dignidad de la infancia: la
calidad de vida es un derecho para todos los niños".
La Organización Internacional del Trabajo y Unicef en ocasión del "Día
Mundial contra el Trabajo Infantil" (12 de junio), y en vista del 2021,
declarado por la ONU como "Año Internacional para la Erradicación del
Trabajo Infantil" han declarado que millones de niños en Asia corren el
riesgo de ser empujados al mercado laboral: la crisis desencadenada por
el Covid-19 podría conducir al "primer aumento del trabajo infantil
después de 20 años de progresos". Al hacer un balance de esta práctica
que ha disminuido desde 2000 hasta hoy, pero que ahora podría volver a
crecer, el Informe publicado por las dos organizaciones señala el
empeoramiento de las condiciones de los niños en Asia, con daños
significativos a la salud y la seguridad. La región de Asia Oriental y
el Pacífico alberga al 70% de las personas afectadas por desastres en
todo el mundo: además de los riesgos asociados con la pandemia, las
poblaciones están expuestas al cambio
climático, la urbanización, la migración, fenómenos que están agravando
las vulnerabilidades existentes. Y los niños son las primeras víctimas
de todo esto.
En el sudeste asiático, en los últimos días, la ASEAN (asociación
regional que reúne a 10 países del área) ha discutido sobre la promoción
y protección de los derechos de las mujeres y los niños, especialmente
por la violencia doméstica durante la pandemia. La atención social e
institucional y la sensibilidad hacia estos temas está creciendo en
varios países asiáticos: el número de llamadas a la línea telefónica
especial de la Unión de Mujeres de Vietnam por parte de mujeres que han
sufrido violencia doméstica durante el lockdown ha aumentado del 50 % y
el de víctimas rescatadas o puestas en custodia ha marcado un aumento
del 80%. En cuanto al impacto de la pandemia en los niños, una encuesta
realizada por la Asociación Vietnamita para la Protección de los
Derechos del Niño revela que el 48% declara de haber sido sometido a
abusos verbales, mientras que el 8% ha recibido golpes y el 32.5% afirma
que no ha recibido una atención adecuada de su familia.
Si estar informados es el primer paso y la existencia de estructuras
para la protección es ciertamente el segundo, el pilar sobre el que se
mantienen es una ley que permita proteger los derechos del niño. Desde
este punto de vista, Myanmar, donde se estima que el trabajo infantil
involucra a casi el 10% de la población entre 5 y 17 años, ha firmado el
Convenio sobre la edad mínima para trabajar propuesto por la
Organización Internacional del Trabajo, que impone establecer tanto la
edad como políticas nacionales para la abolición del trabajo infantil.
La convención ha sido ratificada por el parlamento birmano el 8 de
junio.