Abuja, NIGERIA (Agencia Fides, 13/12/2017)- Hay dos catequistas entre las personas asesinadas
por una explosión que tuvo lugar el 11 de diciembre en el campo de
Minawao en Pulka, en el noreste de Nigeria, que acoge a refugiados
nigerianos repatriados de Camerún. Lo recoge una nota enviada a la
Agencia Fides por el padre Gideon Obasogie, director de Comunicaciones
Sociales de la diócesis de Maiduguri, capital del Estado de Borno, en el
norte de Nigeria, donde desde hace años perpetra ataques Boko Haram, la
secta islamista que declaró su lealtad al Estado Islámico.
“Sabemos que algunos milicianos de Boko Haram se dirigieron al campo de
Minawao e hicieron explotar un cinturón suicida asesinando a unas diez
personas, entre ellas, dos catequistas de la comunidad que fueron
nombrados por el obispo de Maiduguri, monseñor Oliver Dashe Doeme”,
asegura el padre Gideon. Sin embargo, el ejército nigeriano dice que la
explosión no fue provocada por un atentado suicida sino por un mortero
disparado contra el campo y que las víctimas serían cuatro.
“Hay más de 91.000 personas que han abandonado Nigeria para refugiarse
en Camerún pero la hostilidad encontrada allí ha hecho que muchos
vuelvan a Nigeria pese a estar expuestos a la violencia de Boko Haram”,
dice el sacerdote. Muchas de estas personas son acogidas en campos como
el que se vio golpeado por la explosión el lunes pasado.
El padre Gideon subraya que, con este atentado contra los civiles
inocentes, los terroristas de Boko Haram continúan ensañándose contra la
población. “Desde el inicio de la feroz guerra de Boko Haram y de la
ocupación de la mayor arte de las comunidades del noreste en 2014, los
supervivientes y repatriados han tenido una vida difícil”, dice el
director de comunicación. “Los combatientes de Boko Haram vienen de los
bosques de Sambisa y se han infiltrado en las comunidades cercanas para
extender su califato desde Gwoza al norte a través de Pulka y Bama en el
estado de Borno. Después al norte del estado de Adamawa a través de
Madagali, Michika, Uba y Mubi.
“Gracias a la ayuda de Dios y al valor de nuestros militares, desde
finales de 2015 las cosas han cambiado y les han expulsado
gradualmente”, dice el padre Gideon. “Poco a poco, con el pasar de los
días, de las semanas y de los meses, un número considerable de
refugiados ha vuelto a casa para comenzar a vivir pese a los daños
enormes sufridos en sus propiedades. La tasa de psicósis entre las
personas es alarmante; la población local sufre un amplio espectro de
trastornos, desde el miedo por el futuro a neurosis, patologías que
nunca se habían visto en nuestra tierra”, asegura el padre Gideon.
“Lo más importante es que nuestro pueblo, en la parte norte del estado
de Adamawa, que está bajo la circunscripción eclesiástica de Maiduguri
(Madagali, Michika, Uba y Mubi), ha vuelto a sus casas, pero sus medios
de vida son escasos”, subraya el sacerdote. “El gobernador local ha
declarado el estado de emergencia sanitaria y esperamos sinceramente que
se trate de una iniciativa efectiva para resolver la total ausencia de
estructuras sanitarias en el eje Michika-Madagali”. “La Iglesia católica
ha enviado una clínica móvil para paliar las necesidades inmediatas de
la población”, concluye el padre Gideon.