CIUDAD DEL VATICANO (Agencia Fides, 11/12/2017) - “Las dificultades y las conquistas
interiores de los católicos en Afganistán reflejan las experimentadas
por las comunidades en nuestro mundo occidental. Obligados a recuperar
lo esencial de la vida cristiana, inmersos en una población con una gran
mayoría de otras religiones o no creyentes, viven en un clima de
testimonio sin ostentación, de diálogo con la vida, más allá de las
guerras y los atentados, encontrando la propia identidad en una fe
auténtica”: asó los declara a la Agencia Fides el Barnabita p. Giovanni
Rizzi, profesor de teología en la Pontificia Universidad Urbaniana y
autor de los libros “80 años en Afganistán” y “Los párrocos de Kabul:
del rey a los talibanes”, dedicados a informar de los 80 años pasados
por sus hermanos de comunidad barnabitas en Afganistán.
El p. Giovanni explica: “Corría el año 1921 cuando el rey Amanullah
quiso contentar a los diplomáticos occidentales, que pedían asistencia
religiosa católica. Italia fue involucrada de inmediato, siendo uno de
los primeros países occidentales en reconocer políticamente la
independencia de Afganistán de Inglaterra. Fue precisamente Pio XI quién
decidió dirigirse los Barnabitas”.
Entre el gobierno afgano, el italiano y la Santa Sede se firmó un
acuerdo, que nunca ha sido revocado con el paso de los años, que preveía
una única condición real: evitar cualquier forma de proselitismo entre
la población local, la cual era casi por completo musulmana. En 2002, lo
que inicialmente era una simple asistencia espiritual dentro de una
embajada, fue elevada a Missio sui iuris por Juan Pablo II.
En una conversación con la Agencia Fides, el p. Rizzi subraya que “para
comprender bien el sentido de la presencia de los barnabitas en
Afganistán, es útil observar la imagen bíblica de San Pablo en Malta,
relatada en los Hechos de los Apóstoles (28,1-10): esa tierra no formaba
parte de los planes pastorales del apóstol, que llegó allí después de
un naufragio. Y, de hecho, no hubo una evangelización explícita de los
nativos del lugar por parte de Pablo. Eran paganos, profundamente
vinculados a sus concepciones religiosas, incompatibles con la fe
cristiana”. Sin embargo, explica el padre Giovanni, la generosidad de
ese pueblos hacia los náufragos fue ejemplar y, por su parte, Pablo les
dio todo lo que pudo: sanó a los enfermos. “El episodio es profético.
Hasta entonces, - continúa -, cualquier relación entre el anuncio
misionero cristiana y las diversas formas de religiosidad pagana había
resultado un fracaso. Sin embargo, en Malta, se abre de repente otro
camino: el diálogo de la vida, donde todos dan lo que tienen y reciben
lo que el otro puede dar. Se trata de una nueva frontera de la misión”.
En esa misma perspectiva, observa el p. Rizzi, hay que entender la
presencia de los Barnabitas en Kabul: “Mis hermanos están viviendo la
misma experiencia que Pablo en Malta: quizás nunca hubieran elegido la
misión en Afganistán, donde no se puede evangelizar. Sin embargo,
siempre ha sido posible para ellos tejer un diálogo de vida, en una
dinámica en la que han recibido y dado tanto. He aprendido esto sobre
todo, recogiendo sus testimonios”.
En Afghanistán, un país al 99% musulmán, hasta la fecha, hay una sola
parroquia, con sede en la Embajada de Italia en Kabul, a la que asisten
un centenar de personas, casi exclusivamente miembros de la comunidad
diplomática internacional. Además, también trabajan la organización
inter-congregacional de las religiosas “Bambini pro-Kabul” y las
Hermanas de la Madre Teresa de Calcuta. Hasta el 2016, las Hermanitas de
Charles De Foucauld vivían en la capital afgana. El servicio del Jesuit
Refugees Service y otras organizaciones de inspiración cristiana
también participan en proyectos sociales y educativos en el país.
La Constitución de 2004 define Afganistán como una “República Islámica”,
mientras que el Artículo 2 de la Carta garantiza a los no musulmanes el
derecho a ejercer libremente su religión dentro de los límites de las
leyes vigentes. El artículo 3 subordina la “conformidad de todas las
leyes” a los principios y reglas de la religión islámica, convirtiendo
la Sharia, aunque sin nombrarla, en la fuente principal de la ley.