Chimbote, PERÚ (Agencia Fides, 20/01/2018) – El 9 de agosto de 1991 p. Michal Tomaszek y
p. Zbigniew Strzalkowski, dos jóvenes frailes conventuales polacos de
Cracovia, que desde hacia un par de años vivían en los Andes peruanos,
llevando el Evangelio a la gente de Pariacoto, fueron secuestrados por
un comando de unos veinte guerrilleros de la organización revolucionaria
maoísta “Sendero Luminoso”. Entraron en el pueblo y en su pequeño
convento, se los llevaron y poco después, al final de un juicio sumario,
los mataron en el campo, no muy lejos, en el lugar que ellos mismos
habían llamado "San Damián" y donde se retiraban en oración. Los
guerrilleros motivaron con estas palabras el asesinato de los dos
frailes: "engañan al pueblo porque distribuyen comida de Caritas, que es
el imperialismo; con la recitación del rosario, el culto a los santos,
la misa y la lectura de la Biblia predican la paz y así la gente se
duerme”.
Unos días más tarde, no muy lejos de este lugar, en la misma diócesis de
Chimbote, otro misionero, el sacerdote italiano don Alessandro Dordi,
de 60 años, y desde hacia 11 en Perú, perteneciente a la comunidad
misionera del Paraíso, sufrió la misma suerte, cayendo víctima de una
emboscada de Sendero Luminoso. Después de celebrar la misa en Vinzos,
pueblo del Valle del río Santa, su coche fue detenido por unos hombres
enmascarados, los dos catequistas que lo acompañaban fueron alejados por
la fuerza y don Alessandro asesinado. Era el 25 de agosto de 1991.
La sangre de los dos jóvenes franciscanos polacos, junto con la del
sacerdote diocesano italiano, llegados de otras tierras para proclamar a
Cristo, se ha mezclado con decenas de miles de víctimas inocentes del
conflicto interno que desde 1981 se ha opuesto a las formaciones de
Sendero Luminoso de inspiración maoísta, a las operaciones militares del
ejército.
Los tres misioneros, unidos por el martirio, considerados protomártires
del Perú, también han recibido el reconocimiento de la Iglesia, y fueron
beatificados el 5 de diciembre de 2015 en Chimbote, frente a una
multitud de treinta mil fieles. En su mensaje para la ocasión, el Obispo
de Chimbote, Su Exc. Mons. Angelo Francisco Simon Piorno, explicó la
expresión elegida para el logo de la beatificación: "Mártires de la fe y
de la caridad, testigos de la esperanza". “Mártires de la fe, porque
esto fue lo que les dio la fuerza para enfrentar la muerte inminente y
mártires de la caridad, porque toda su vida estuvo dedicada a las
comunidades rurales, con personas que vivían en la pobreza y la
marginación. Por estas razones, se convierten no solo para nuestra
diócesis, sino para toda la Iglesia del Perú, testigos de esperanza”.
En su visita a Perú, el Papa Francisco no podrá ir al lugar del
martirio, sin embargo conoce bien la historia, y el 3 de febrero de 2015
aprobó su martirio "en odio a la fe". Durante la Jornada Mundial de la
Juventud celebrada en Cracovia en julio de 2016, el Papa realizó una
breve visita a la iglesia de San Francisco, donde se veneran las
reliquias de los dos mártires franciscanos, pronunciando en este lugar
una oración por la paz: "fortalecidos por el ejemplo de los benditos
mártires del Perú, Zbigniew y Michele, que has hecho valientes testigos
del Evangelio, hasta el punto de haber ofrecido su sangre, pedimos el
don de la paz y la eliminación del azote del terrorismo”.
“Los dos misioneros franciscanos pueden ser considerados con razón como
modelos para proponer a los jóvenes en su camino al Sínodo de octubre,
dedicado a los jóvenes, a la fe y al discernimiento vocacional” subraya a
la Agencia Fides Alberto Friso, un periodista que ha estudiado en
profundidad la vida, formación, elección vocacional y muerte violenta de
los dos religiosos polacos. “De hecho, se trata de dos jóvenes, de poco
más de treinta años, sacerdotes recién ordenados, quienes fundaron la
presencia de frailes conventuales en el Perú. Su elección radical, el
deseo de seguir a Cristo, el significado de una vida dedicada a los
demás puede decir mucho a los jóvenes de hoy”.
Alberto Friso remarca otro aspecto de sintonía con la enseñanza del Papa
Francisco, en lo referente al tema de los suburbios y la pobreza: “Los
Andes peruanos eran sin duda la periferia de la periferia del mundo, y
estos misioneros eligieron vivir entre los pobres, pero siempre fuertes
en la fe y llenos de amor”.
Se dedicaron a la difícil tarea de cuidar, desde todos los puntos de
vista, de la población de diferentes aldeas. En todas partes dejaron el
recuerdo de su humildad, pobreza, afabilidad, capacidad para
comprometerse con el bien común, la vida comunitaria, la paz y la
promoción del hombre, la auténtica esperanza que proviene del Evangelio.
También en la misma línea estaba don Alessandro, quien con la ayuda de
la Caritas española abrió un centro para la promoción de las mujeres,
organizó una asociación para madres, proporcionándoles herramientas para
pequeños trabajos manuales de corte y costura, pero también cursos de
primeros auxilios, higiene y salud. Del análisis cuidadoso de la
documentación que condujo a su beatificación, se desprende claramente
que fueron asesinados porque los guerrilleros de Sendero Luminoso
consideraban que el trabajo pastoral y la fe eran un obstáculo para su
propaganda. Don Alessandro había recibido repetidamente amenazas de
muerte, pero no abandonó su misión. “Una tierra que ha sido regada con
la sangre de los mártires, está llamada a generar nuevos cristianos bajo
el ejemplo del Evangelio”, ha dicho el obispo de Chimbote, y esa tierra
continúa dando al mundo nuevos misioneros que continúan la obra de
evangelización y de promoción del hombre, hoy confirmada por el
Sucesor de Pedro.