A las 12:20 el Santo Padre FRANCISCO ha ido al Aula Pablo VI para encontrar a los participantes en el encuentro y les ha dirigido el siguiente discurso:
DISCURSO DEL SANTO PADRE FRANCISCO
A LOS PARTICIPANTES EN EL III ENCUENTRO INTERNACIONAL DE LAS CORALES EN EL VATICANO
A LOS PARTICIPANTES EN EL III ENCUENTRO INTERNACIONAL DE LAS CORALES EN EL VATICANO
Aula Pablo VI
Sábado, 24 de noviembre de 2018
Sábado, 24 de noviembre de 2018
Queridos hermanos y hermanas, buenos días
Con vuestra presencia en este Aula han resonado música y cantos que
de alguna manera han traspasado las paredes: ¡habéis despertado al
Vaticano! Es hermoso escuchar vuestras melodías y sentir la alegría y la
seriedad con que todos juntos dais voz a la belleza de nuestra oración.
Agradezco a Mons. Rino Fisichella por su creatividad y por sus palabras
y la iniciativa que nos hace ver de cerca los tantos caminos de la
evangelización.
Hace pocos días, como sabéis tuvo lugar el Sínodo de los Obispos,
dedicado a los jóvenes, y un tema que se trató con interés fue
precisamente el de la música: "Es muy peculiar la importancia de la
música, que representa un verdadero y propio entorno en el que los
jóvenes están constantemente inmersos, así como una cultura y un
lenguaje capaces de despertar emociones y moldear la identidad. El
lenguaje musical también representa un recurso pastoral, que interpela
en particular la liturgia y su renovación » (Documento final, 47).
Vuestra música y vuestros cantos son un verdadero instrumento de
evangelización en la medida en que os hacéis testimonio de la
profundidad de la Palabra de Dios que toca los corazones de las
personas, y permite una celebración de los sacramentos, especialmente de
la Sagrada Eucaristía, que deja entrever la belleza del Paraíso. No
cedáis nunca en este compromiso tan importante para la vida de nuestras
comunidades; de esta manera, con el canto dais voz a las emociones que
están en lo profundo del corazón de todos. En los momentos de alegría y
de tristeza, la Iglesia está llamada a estar siempre cerca de las
personas, para ofrecerles la compañía de la fe. ¡Cuántas veces la música
y el canto hacen que esos momentos sean únicos en la vida de las
personas, porque los conservan como un recuerdo precioso que ha marcado
su existencia!
El Concilio Vaticano II, al realizar la renovación de la liturgia,
reiteró que "la tradición musical de la Iglesia constituye un patrimonio
de valor inestimable" (Const. Sacrosanctum Concilium, 112). Y
así es. Pienso, en particular, en las muchas tradiciones de nuestras
comunidades dispersas por todo el mundo, que muestran las formas más
arraigadas en la cultura popular, y que se convierten en una oración
verdadera y propia. Esa piedad popular que sabe rezar con creatividad,
que sabe cantar con creatividad: esa piedad popular que, como ha dicho
un obispo italiano, es “el sistema inmunitario” de la Iglesia. Y el
canto lleva adelante esta oración. A través de estas músicas y cantos,
se da también voz a la oración y de este modo se forma un verdadero coro
internacional, donde al unísono se eleva al Padre de todos la alabanza y
la gloria de su pueblo.
Vuestra presencia, al tiempo que resalta la internacionalidad de
vuestros respectivos países, nos hace comprender la universalidad de la
Iglesia y sus diferentes tradiciones. Vuestro canto y vuestra música,
especialmente en la celebración de la Eucaristía, evidencian que somos
un solo Cuerpo y cantamos con una sola voz nuestra única fe. Incluso
si hablamos diferentes idiomas, todos pueden entender la música con la
que cantamos, la fe que profesamos y la esperanza que nos aguarda.
Vosotros estudiáis y os preparáis para hacer de vuestro canto una
melodía que favorezca la oración y la celebración litúrgica. Sin
embargo, no caigáis en la tentación de un protagonismo que eclipsa
vuestro compromiso y humilla la participación activa del pueblo en la
oración. Por favor, no hagáis de “prima donna”. Sed animadores del canto
de toda la asamblea y no lo reemplacéis, privando al pueblo de Dios de
cantar con vosotros y de dar testimonio de una oración eclesial y
comunitaria. A veces me da pena cuando, en algunas ceremonias, se canta
muy bien, pero la gente no puede cantar esas cosas…Vosotros que habéis
comprendido más profundamente la importancia del canto y de la música,
no menoscabéis las otras expresiones de la espiritualidad popular: las
fiestas patronales, las procesiones, las danzas y los cantos religiosos
de nuestro pueblo también son un verdadero patrimonio de la
religiosidad que merece ser valorado y sostenido porque es siempre una
acción del Espíritu Santo en el corazón de la Iglesia. El Espíritu en
el canto nos ayuda a salir adelante.
La música, pues, sea un instrumento de unidad para hacer eficaz el
Evangelio en el mundo de hoy, a través de la belleza que aún fascina y
hace posible creer confiándose al amor del Padre.
Os acompaño con mi bendición y os encomiendo a Santa Cecilia, vuestra
Patrona, pero sobre todo os pido que no os olvidéis de rezar por mí,
¡rezad por mí también con vuestros cantos! Gracias.
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