CIUDAD DEL VATICANO (http://press.vatican.va - 24 de noviembre de 2018).- Hoy, en la Universidad Católica del Sagrado Corazón de Milán, se
celebra una conferencia con motivo del centenario de la muerte del beato
Giuseppe Toniolo, titulada: Economía y sociedad para el bien común. La lección de Giuseppe Toniolo (1918-2018).
Publicamos a continuación la carta que el Cardenal Secretario de
Estado, Pietro Parolin,ha enviado al presidente del Instituto de
Estudios Superiores G. Toniolo, el Arzobispo de Milán, S.E. Mons. Mario
Delpini, con motivo de la conferencia:
Carta del Cardenal Secretario de Estado
A Su Excelencia Rev.
Mons. Mario DELPINI
Arzobispo de Milán
Presidente del Instituto Giuseppe Toniolo de Estudios Superiores.
Excelencia Reverendísima
El Santo Padre FRANCISCO ha sabido que, con motivo del centenario de
la muerte del beato Giuseppe Toniolo, se ha organizado en la Universidad
Católica del Sagrado Corazón en Milán una conferencia en honor a la
figura de este ejemplar padre y esposo, profesor de economía y, modelo
de santidad laical. La iniciativa es propicia para resaltar no solo los
méritos históricos, sino también la actualidad del beato Toniolo,
aprendiendo de su testimonio y su pensamiento, una nueva inspiración
para el compromiso social y político al que los católicos no pueden
sustraerse, si quieren ser fieles al evangelio. En efecto, el profesor
de origen véneta, pero pisano por adopción, sigue siendo un "maestro" y,
en cierto sentido, un "profeta". Aunque muchas cosas en él estén
inevitablemente vinculadas a su época, todavía puede decir mucho a
nuestro tiempo.
Los años en que vivió, entre 1845 y 1918, estuvieron marcados por
grandes cambios. En particular, el proceso de industrialización dio un
nuevo rostro a la sociedad, produciendo el fenómeno del proletariado, en
el que, como escribía León XIII, " un número sumamente reducido de
opulentos y adinerados ha impuesto poco menos que el yugo de la
esclavitud a una muchedumbre infinita de proletarios." (Lett Enc. Rerum Novarum
2). El gran pontífice invitaba a los fieles a hacerse cargo de la
cuestión social, sugiriendo un compromiso que se configurase como una
respuesta programática a la "res novae", una respuesta de gran
alcance, capaz de llegar a la raíz de los problemas. Así, se evitaría el
peligro de que el mundo de los trabajadores, abandonado a su triste
destino, se convirtiera en rehén de ideologías que, lejos de resolver
sus problemas, los agravarían.
El beato Toniolo hizo de este mandato la misión de su vida. Al catolicismo italiano, que se había organizado en la Opera dei Congressi,
especialmente para apoyar al Papa en la difícil contingencia de la
"cuestión romana", aportó una apertura de horizontes, una mirada
iluminada sobre los procesos sociales, culturales y económicos. Su rigor
como erudito, capaz de amar la verdad hasta ir a contracorriente lo
ayudó a captar el nudo de la "cuestión social", identificándolo en una
economía despegada de la ética y desarrollada en la cresta de la ola
de la pura ley del beneficio , en el vacío, o en la debilidad de los
"cuerpos intermedios" y de las previsiones necesarias para el beneficio
de los miembros más débiles de la sociedad.
Toniolo fue protagonista incansable del compromiso social, pero
también teorizador de un plan de renovación global. En el centro de su
proyecto estaba la conciencia de que solo un encuentro entre fe y
cultura podía sustraer a la sociedad contemporánea al materialismo
recalcitrante a las razones del espíritu y de lo sobrenatural,
tendiendo, por un lado, al individualismo y a una libertad sin límites
ni escrúpulos, y, en segundo lugar, al falso remedio de un estatalismo
nivelador, fomentador de arbitrariedad y tiranía. Fortalecido por esta
idea, se dedicó a elevar la cultura social de los católicos, con
asociaciones, publicaciones y conferencias. Creaba así el clima propicio
para las iniciativas de solidaridad, desde las cooperativas a los
bancos populares, a las cajas rurales. Las Semanas Sociales, promovidas
por Toniolo en Italia en 1907, todavía siguen estimulando la reflexión y
el compromiso concreto. Así configurada, la obra de Toniolo preparaba
para los católicos el momento de un compromiso político más específico,
entonces todavía prematuro. Con este fin, el profesor pisano no dejó de
reiterar los dos principios complementarios de la primacía de la
sociedad civil y del papel no despreciable del Estado, según los
criterios de subsidiariedad y solidaridad, pilares de la doctrina social
de la Iglesia.
Así cultivó el ideal de una sociedad verdaderamente democrática, en
la cual la estrella polar era el bien común que debía lograrse en la
convergencia de todas las fuerzas sociales, en beneficio de los más
pobres. Una democracia que, para ser así, incluso en la apertura a todos
y con la colaboración de todos, a los ojos del beato Giuseppe Toniolo
nunca podría haberse realizado adecuadamente, sin recurrir a la linfa
vital de los valores evangélicos.
Esa visión, desde el ámbito económico y sociológico, se remontaba a
los más altos principios de la ciencia y la cultura. Por esta razón,
concibió la Sociedad Católica Italiana para los estudios científicos,
un lejano germen de la Universidad Católica del Sagrado Corazón. Su
visión adquirió gradualmente un carácter cada vez más global,
especialmente cuando, tras las ruinas de la Primera Guerra Mundial,
Toniolo planteó el problema de cómo garantizar la paz para el futuro.
Pidió por eso a la Santa Sede que se hiciera promotora de un Instituto
que fuera un laboratorio de derecho internacional bien fundado y
ampliamente compartido. ¿Quién no ve hoy en día, ante los escenarios de
guerras regionales que a menudo hacen temer una escalada mundial, la
urgencia de esta necesidad, para reconciliar los derechos de las
naciones con las necesidades de la familia humana universal? ¿Cómo no
compartir con Toniolo que la perspectiva de una paz estable y real se
construye mediante la integración de respeto de los derechos humanos
con la superación del individualismo, tejiendo las relaciones en las
que la persona humana se expande, sobre la base del valor sagrado de la
vida y del valor constitutivo de la familia?
Una visión tan luminosa era en Toniolo no sólo el resultado de una
mente aguda, sino sobre todo la expresión de un corazón habitado por la
oración y el amor a la Eucaristía. Enraizado en este humus espiritual,
formulaba el propósito de convertirse en santo y expresaba la convicción
de que la salvación de la sociedad estaba vinculada a la santidad. Era
necesario apuntar, -como decía-, a una "sociedad de santos". Perspectiva
que responde bien a lo que afirmaba el Concilio Vaticano II sobre la
llamada universal a la santidad, reiterado recientemente, también la
exhortación apostólica del Santo Padre Francisco Gaudete et exsultate.
Cien años después de su muerte, la situación en Europa y en el mundo,
marcado por nuevos problemas como la agudización de la cuestión
ambiental y el nuevo encuentro de pueblos y culturas en el apremiante
fenómeno de las migraciones, la visión de Toniolo todavía parece ofrecer
ideas para el discernimiento y el compromiso. El Santo Padre espera que
los católicos italianos aprendan de este insuperable "maestro" a
interrogarse sobre la urgencia de una nueva estación de su compromiso
social y político que, sin cancelar las diferencias legítimas, se
encamine por itinerarios unitarios de orientaciones y propósitos,
ahuyentando de la presencia católica en la sociedad la tentación de la
indiferencia y el riesgo de la irrelevancia. Los católicos italianos
sepan imitar el entusiasmo del beato Giuseppe Toniolo. Que se sitúen en
el surco de su "profecía". Y que, una vez más, estén en primera línea
los jóvenes, que el reciente Sínodo ha señalado a la atención de toda
la Iglesia y a los cuales el profesor de Pisa se dedicó con especial
interés desde su cátedra universitaria y estando cerca de los jóvenes
de la FUCI. Con estos pensamientos el Papa FRANCISCO imparte a los que
han organizado la conferencia y a los que participan su bendición
apostólica.
Agrego mis mejores deseos personales para el éxito de la jornada de estudio.
Cardenal Pietro Parolin
Secretario de Estado