Astana, KAZAJISTÁN (Agencia Fides, 24/11/2018) – Será un momento importante para contrastar
opiniones y crecer: con este espíritu, los obispos de la Iglesia
Católica en Asia Central se reunirán el próximo 1 de marzo en Roma para
la visita ad limina apostolorum, una reunión que viven los Pastores de
las diócesis del mundo de forma periódica con el Papa y con los
dicasterios vaticanos. Durante la visita, que se celebra cada 10 años
para las sedes extra-europeas, los Obispos de las Iglesias de Asia
Central podrán ilustrar las peculiaridades y problemas de sus regiones.
El objetivo es identificar pautas y nuevas formas de llevar adelante la
proclamación del Evangelio y la misión de la Iglesia, respondiendo a los
desafíos pastorales actuales, en una zona donde la presencia de la
comunidad católica está estructurada en iniciativas de oración,
ecumenismo, caridad.
La Iglesia en la región de Asia Central actualmente es un pequeño rebaño
que, en un área muy grande, consta de unos 118 mil fieles según el
Anuario Estadístico de la Iglesia Católica del 2016: considerando las
diferentes naciones del área ex soviética, tiene 70 parroquias en
Kazajstán (112 mil fieles); 3 en Kirguistán (1.000 católicos); 2
parroquias en Tayikistán (200 fieles); 5 parroquias en Uzbekistán (3.000
bautizados) y una comunidad en Turkmenistán (200 fieles), que se reúnen
en la capilla de la Transfiguración del Señor, en la capital de
Ashgabat. También se debe considerar la Missio sui iurs existente en
Afganistán, una tierra donde no hay católicos locales o iglesias en un
territorio donde los fieles son personal extranjero.
Durante la última visita ad limina, que tuvo lugar el 2 de octubre de
2008, Benedicto XVI dio la bienvenida en la Santa Sede a los obispos y
al delegado de los fieles greco-católicos en Kazajstán, el Administrador
apostólico en Kirguistán, el Administrador apostólico en Uzbekistán, la
Superiora de la Missio sui iuris en Tayikistán y la Superiora de la
Missio sui iuris en Turkmenistán, invitándolos a no desanimarse por el
pequeño número de fieles en sus comunidades, y a tomar como modelo “las
primeras comunidades de los discípulos del Señor, quienes siendo
pequeños, no se encerraban en sí mismos”.
El Papa Ratzinger agradeció a los sacerdotes y religiosos comprometidos
en las diversas circunscripciones eclesiásticas, especialmente a los
franciscanos en la diócesis de la Santísima Trinidad en Almaty, a los
jesuitas en Kirguistán, a los franciscanos conventuales en Uzbekistán, a
los religiosos del Instituto del Verbo Encarnado en la Missio sui iuris
en Tadjikistan, a los Oblatos de María Inmaculada en la Missio sui
iuris en Turkmenistán, a los Barnabitas en Afganistán. Y lanzó un
llamamiento diciendo: “Invito a otras familias religiosas a ofrecer
generosamente su contribución, enviando personal y medios para llevar a
cabo el trabajo apostólico en las vastas regiones de Asia Central. A
cada uno de ustedes les repito que el Papa está a su lado y os apoya en
vuestro ministerio”, concluyó el Pontífice.