Estambul, TURQUÍA (Agencia Fides, 02/06/2020) - Las Iglesias ortodoxas han seguido sin
demasiada reserva las disposiciones impuestas por las autoridades
civiles de sus respectivos países para combatir la pandemia del
coronavirus, cerrando las iglesias y celebrando la liturgia sin la
participación de los fieles. Pero ahora, después de los meses de
cuarentena, a medida que los lugares de culto comienzan a reabrir, las
"autoridades de este mundo" no pueden pretender dictar dinámicas
eclesiales que afectan a la celebración de misterios sagrados,
comenzando por la forma en que se distribuirá a los fieles la divina
Eucaristía.
Así lo advierte a los gobiernos e instituciones civiles, Bartolomé I,
Patriarca Ecuménico de Constantinopla, "Primus inter pares" entre los
Primados de la Ortodoxia, en una carta enviada a los demás Patriarcas y
Jefes de Iglesias para solicitar sus opiniones y definir un enfoque
pastoral compartido ante las controversias que han surgido en países
donde las autoridades políticas locales pretenden imponer nuevos
protocolos para la celebración de los sacramentos y en particular para
la distribución de la Eucaristía, sobre la base de consideraciones
higiénico-sanitarias vinculadas a las políticas para combatir la
pandemia de Covid- 19.
El objetivo de los consultores gubernamentales es, en particular, el
método de distribución de las especies eucarísticas de pan y vino, que
los sacerdotes ortodoxos administran a los fieles utilizando la misma
cuchara que se sumerge en el único cáliz, donde están mezclados el pan y
el vino. Los organismos del gobierno ya han dicho que este método de
distribución de la Eucaristía no cumple con las disposiciones sanitarias
impuestas por la emergencia pandémica. La controversia surgió en
Grecia, Bulgaria, Serbia y otros países donde una gran parte de la
población es de fe cristiana ortodoxa.
Con su carta, firmada el 17 de mayo y dada a conocer el domingo 31 de
mayo, el Patriarca Bartolomé reivindica el papel de la "Iglesia Madre de
Constantinopla" para “coordinar, en la medida de lo posible, la
uniformidad entre las Iglesias ortodoxas locales sobre la cuestión
extremadamente importante de la divina Eucaristía y cómo distribuirla a
los fieles”. Bartolomé enfatiza que las Iglesias ortodoxas han adherido y
obedecido a las disposiciones impuestas por las autoridades sanitarias y
políticas antes de la propagación planetaria del virus, y agrega que
"la condescendencia de la Iglesia” puede llegar “hasta la cruz", pero no
puede someterse "a las autoridades de este mundo cuando se cuestiona el
misterio de los misterios de su vida, la Divina Eucaristía”. “En la
vida de la Iglesia - agrega el Patriarca - el intérprete de las
exhortaciones evangélicas y apostólicas, pero también del espíritu y la
letra de los cánones divinos y
santos es la Santa Tradición, tejida indisolublemente con la práctica
eclesiástica diaria y la experiencia kenótica". La tradición siempre ha
reconocido que la Iglesia vive en el mundo "gracias a la Divina
Eucaristía y en la Eucaristía o, por decirlo de otra manera, que la
Eucaristía es la revelación y la experiencia del misterio divino-humano
de la Iglesia". Por esta razón, dado que durante la pandemia "se
escucharon algunas opiniones indecorosas sobre cómo lidiar con los
misterios inmaculados", según el Patriarca se ha convertido "imposible
para nosotros permanecer en silencio y ajenos a una situación tan
ambigua, e inactivos ante los acontecimientos y regulaciones
gubernamentales y prohibiciones relacionadas con todo ello”.