Nueva Delhi, INDIA (Agencia Fides, 18/06/2020) - A principios de junio, más de 2.200
miembros extranjeros de la organización misionera islámica Tablighi
Jamaat (TJ), que visitaron la India y participaron en reuniones
religiosas, fueron incluidos en una lista de personas a las que se les
ha negado la entrada al país durante los próximos diez años.
Lo que ha provocado tal disposición ha sido el encuentro de una semana
celebrado en el mes de marzo, en el cual al parecer se ignoraron las
medidas que prohibían las reuniones de más de un cierto número de
personas debido al coronavirus y que habría causado un aumento de los
contagios de Covid-19. No es la primera vez que Tablighi Jamaat recibe
este tipo de acusaciones, que se han producido también en Malasia e
Indonesia, donde TJ ha organizado manifestaciones y encuentros en plena
pandemia. Pero, al margen de su responsabilidad, la historia ha
provocado una ola de controversia que se ha desatado contra los
musulmanes indios como una verdadera “campaña de odio” en la que se les
acusa de ser “esparcidores del virus”. Por otro lado, no ha sucedido
nada en la comunidad sij, después de que los sermones del predicador
Baldev Singh - quien falleció de Covid-19 el 18 de marzo -, empujasen al
gobierno a poner en cuarentena a unas 40.000 personas en 22 aldeas que
habían
asistido.
Ahora, la que ha sido definida como “lista negra” para miles de
extranjeros, muchos de los cuales son trabajadores migrantes que
pertenecen al movimiento misionero islámico, podría convertirse en el
motivo de otra ola de odio anti-musulmán con una campaña que, según
varios comentaristas, desde hace algún tiempo, se basa en noticias
falsas: “Los videos que muestran a miembros del grupo misionero
escupiendo a la policía se volvieron virales en las redes sociales,
exacerbando una atmósfera ya peligrosa para los musulmanes”, escribe el
periodista pakistaní Amjed Jaaved. Según Jaaved, desde finales de marzo
hasta principios de mayo, “los tweets con el hashtag #CoronaJihad han
aparecido más de 300.000 veces y potencialmente han sido vistos por 165
millones de personas. Pero las publicaciones en las redes sociales eran
en su mayoría falsas”.
La historia se suma a las preocupaciones sobre el giro autoritario del
gobierno de Delhi, con las repercusiones en la actitud hostil hacia las
minorías religiosas: en los últimos meses ha habido protestas por el
cambio de la Constitución y la revocación de la autonomía del Kashmir,
mientras que la sociedad civil ha presentado numerosas quejas después de
la aprobación del “Citizenship Amendment Act” (Ley de modificación de
la ciudadanía) en diciembre de 2019, la ley que ofrece la posibilidad de
recibir la ciudadanía a los migrantes de Bangladesh, Pakistán y
Afganistán, excluyendo a los de religión musulmana.
En un informe a fines de abril, la Comisión Estadounidense para la
Libertad Religiosa Internacional (USCIRF) sugirió que India debería
incluirse en la lista de países que “plantean especial preocupación en
el ámbito de las libertades religiosas” y que debería estar sujeta a
sanciones si las cosas no cambian. Según el informe, “en 2019, las
condiciones de libertad religiosa en la India se han deteriorado
drásticamente, con minorías religiosas sometidas a ataques cada vez más
numerosos”, que han involucrado no solo a musulmanes sino también a
cristianos, dalit y otras pequeñas comunidades.