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Quito, ECUADOR, 8 de julio de 2015
(VIS).- La segunda cita del Papa con los ecuatorianos tuvo lugar en la
Pontificia Universidad Católica del Ecuador, un ateneo privado fundado
en 1946, propiedad de la arquidiócesis de Quito y cuya gestión está
confiada desde su fundación a los Padres Jesuitas. Actualmente son
30,000 los estudiantes en ella matriculados.
El
Santo Padre recibió los saludos del Rector, Cesar Fabián Carrasco
Castro y del Obispo de Loja, Alfredo José Espinoza Mateus, Presidente de
la Comisión Episcopal para la Educación y la Cultura. Después se rezó
una oración compuesta por San Miguel Febres Cordero FSC (1854-1910),
conocido como Santo Hermano Miguel y educador ecuatoriano y se leyó un
párrafo del evangelio de San Lucas, la parábola del sembrador.
En
el discurso que pronunció a continuación, FRANCISCO manifestó en primer
lugar su agradecimiento por encontrarse en un ateneo ''que desde hace
casi setenta años, realiza y actualiza la fructífera misión educadora de
la Iglesia al servicio de los hombres y mujeres de esta Nación'' para
abordar después el tema del cuidado de la creación y el de la educación
como semilla de transformación de la sociedad.
''En
el Evangelio acabamos de escuchar cómo Jesús, el Maestro, enseñaba a la
muchedumbre y al pequeño grupo de los discípulos, acomodándose a su
capacidad de comprensión. Lo hacía con parábolas, como la del sembrador.
El Señor siempre fue plástico en su modo de enseñar. De una forma que
todos podían entender. Jesús, no buscaba, ''doctorear'' -subrayó el
Pontífice- Por el contrario, quiere llegar al corazón del hombre, a su
inteligencia, a su vida, para que ésta dé fruto.La parábola del
sembrador, nos habla de cultivar. Nos muestra los tipos de tierra, los
tipos de siembra, los tipos de fruto y la relación que entre ellos se
genera. Ya desde el Génesis, Dios le susurra al hombre esta invitación:
cultivar y cuidar. No solo le da la vida, le da la tierra, la creación.
No solo le da una pareja y un sinfín de posibilidades. Le hace también
una invitación, le da una misión. Lo invita a ser parte de su obra
creadora y le dice: ¡cultiva! Te doy las semillas, te doy la tierra, el
agua, el sol, te doy tus manos y la de tus hermanos. Ahí lo tienes, es
también tuyo. Es un regalo, es un don, es una oferta. No es algo
adquirido, no es algo comprado. Nos precede y nos sucederá. Es un don
dado por Dios para que con Él podamos hacerlo nuestro. Dios no quiere
una creación para sí, para mirarse a sí mismo. Todo lo contrario. La
creación, es un don para ser compartido. Es el espacio que Dios nos da,
para construir con nosotros, para construir un nosotros. El mundo, la
historia, el tiempo es el lugar donde vamos construyendo el nosotros con
Dios, el nosotros con los demás, el nosotros con la tierra. Nuestra
vida, siempre esconde esa invitación, una invitación más o menos
consciente, que siempre permanece''.
''Pero
notemos una peculiaridad -observó FRANCISCO- En el relato del Génesis,
junto a la palabra cultivar, inmediatamente dice otra: cuidar. Una se
explica a partir de la otra. Una va de la mano de la otra. No cultiva
quien no cuida y no cuida quien no cultiva. No sólo estamos invitados a
ser parte de la obra creadora cultivándola, haciéndola crecer,
desarrollándola, sino que estamos también invitados a cuidarla,
protegerla, custodiarla. Hoy esta invitación se nos impone a la fuerza.
Ya no como una mera recomendación, sino como una exigencia que nace por
el daño que le provocamos a causa del uso irresponsable y del abuso de
los bienes que Dios ha puesto en la tierra. Hemos crecido pensado tan
solo que debíamos ''cultivar'' que éramos sus propietarios y
dominadores, autorizados quizás a expoliarla... por eso entre los pobres
más abandonados y maltratados, está nuestra oprimida y desbastada
tierra''.
El
Papa reiteró que ''existe una relación entre nuestra vida y la de
nuestra madre la tierra. Entre nuestra existencia y el don que Dios nos
dio. El ambiente humano y el ambiente natural se degradan juntos, y no
podemos afrontar adecuadamente la degradación humana y social si no
prestamos atención a las causas que tiene que ver con la degradación
humana y social. Pero así como decimos se ''degradan'', de la misma
manera podemos decir, ''se sostienen y se pueden transfigurar''. Es una
relación que guarda una posibilidad, tanto de apertura, de
transformación, de vida como de destrucción y de muerte. Hay algo que es
claro, no podemos seguir dándole la espalda a nuestra realidad, a
nuestros hermanos, a nuestra madre la tierra. No nos es lícito ignorar
lo que está sucediendo a nuestro alrededor como si determinadas
situaciones no existiesen o no tuvieran nada que ver con nuestra
realidad. No nos es lícito, más aún no es humano entrar en el juego de
la cultura del descarte. Una y otra vez, sigue con fuerza esa pregunta
de Dios a Caín: ''¿Dónde está tu hermano?''. Yo me pregunto si nuestra
respuesta seguirá siendo: ''¿Acaso soy yo el guardián de mi hermano?'' .
''Yo
vivo en Roma -comentó - en invierno hace frío. Sucede que muy cerquita
del Vaticano aparezca un anciano, a la mañana, muerto de frío. No es
noticia en ninguno de los diarios, en ninguna de las crónicas. Un pobre
que muere de frío y de hambre hoy no es noticia, pero si las bolsas de
las principales capitales del mundo bajan dos o tres puntos se arma el
gran escándalo mundial. Yo me pregunto: ¿dónde está tu hermano? Y les
pido que se hagan otra vez, cada uno, esa pregunta, y la hagan a la
universidad. A vos Universidad católica, ¿dónde está tu hermano?''.
Después
invitó a todos a preguntarse sobre la educación en el contexto
universitario ''de frente a esta tierra que clama al cielo'' porque los
ateneos son ''un semillero, una posibilidad, tierra fértil para cuidar,
estimular y proteger. Tierra fértil sedienta de vida''.
''Me
pregunto con Ustedes educadores- dijo el Papa-: ¿Velan por sus
alumnos, ayudándolos a desarrollar un espíritu crítico, un espíritu
libre, capaz de cuidar el mundo de hoy? ¿Un espíritu que sea capaz de
buscar nuevas respuestas a los múltiples desafíos que la sociedad hoy
plantea a la humanidad? ¿Son capaces de estimularlos a no desentenderse
de la realidad que los circunda, no desentenderse de lo que pasa
alrededor? ¿Son capaces de estimularlos a eso? Para eso hay que sacarlos
del aula, su mente tiene que salir del aula, su corazón tiene que salir
del aula¿Cómo entra en la currícula universitaria o en las distintas
áreas del quehacer educativo, la vida que nos rodea, con sus preguntas,
sus interrogantes, sus cuestionamientos? ¿Cómo generamos y acompañamos
el debate constructor, que nace del diálogo en pos de un mundo más
humano?''. El diálogo, esa palabra puente, esa palabra que crea puentes.
Y hay una reflexión que nos involucra a todos, a las familias, a los
centros educativos, a los docentes: cómo ayudamos a nuestros jóvenes a
no identificar un grado universitario como sinónimo de mayor status,
sinónimo de mayor dinero o prestigio social. Cómo ayudamos a identificar
esta preparación como signo de mayor responsabilidad frente a los
problemas de hoy en día, frente al cuidado del más pobre, frente al
cuidado del ambiente''.
''Y
ustedes, queridos jóvenes, que están aquí, presente y futuro de
Ecuador, son los que tienen que hacer lío. Con ustedes, que son semilla
de transformación de esta sociedad, quisiera preguntarme: ¿saben que
este tiempo de estudio, no es sólo un derecho, sino también un
privilegio que ustedes tienen? ¿Cuántos amigos, conocidos o
desconocidos, quisieran tener un espacio en esta casa y por distintas
circunstancias no lo han tenido? ¿En qué medida nuestro estudio, nos
ayuda y nos lleva a solidarizarnos con ellos?. Háganse estas preguntas,
queridos jóvenes".
''Las
comunidades educativas tienen un papel fundamental, un papel esencial
en la construcción de la ciudadanía y de la cultura. Cuidado, no basta
con realizar análisis, descripciones de la realidad; es necesario
generar los ámbitos, espacios de verdadera búsqueda, debates que generen
alternativas a las problemática existentes, sobre todo hoy. Que es
necesario ir a lo concreto. Ante la globalización del paradigma
tecnocrático que tiende a creer ''que todo incremento del poder
constituye sin más un progreso, un aumento de seguridad, de utilidad, de
bienestar, de energía vital, de plenitud de valores, como si la
realidad, el bien y la verdad brotaran espontáneamente del mismo poder
tecnológico y económico'', hoy a ustedes, a mí, a todos se nos pide que
con urgencia nos animemos a pensar, a buscar, a discutir sobre nuestra
situación actual. Y digo urgencia, que nos animenos a pensar, sobre qué
cultura, qué tipo de cultura queremos o pretendemos no solo para
nosotros, sino para nuestros hijos, para nuestros nietos. Esta tierra,
la hemos recibido como herencia, como un don, como un regalo. Qué bien
nos hará preguntarnos: ¿Cómo la queremos dejar? ¿Qué orientación, qué
sentido queremos imprimirle a la existencia? ¿Para qué pasamos por este
mundo? ¿Para qué luchamos y trabajamos?, ¿Para que estudiamos?''.
''Las
iniciativas individuales siempre son buenas y fundamentales -señaló
FRANCISCO- pero se nos pide dar un paso más: animarnos a mirar la
realidad orgánicamente y no fragmentariamente; a hacernos preguntas que
nos incluyen a todos, ya que todo ''está relacionado entre sí'' .No hay
derecho a la exclusión.Como Universidad, como centros educativos, como
docentes y estudiantes, la vida los desafía a responder a estas dos
preguntas: ¿Para qué nos necesita esta tierra? ¿Dónde está tu hermano?".
El
Papa terminó invocando la inspiración y la compañía del Espíritu Santo
''pues Él nos ha convocado, nos ha invitado, nos ha dado la oportunidad
y, a su vez, la responsabilidad de dar lo mejor de nosotros. Nos ofrece
la fuerza y la luz que necesitamos. Es el mismo Espíritu, que el primer
día de la creación aleteaba sobre las aguas queriendo transformar,
queriendo dar vida. Es el mismo Espíritu que le dio a los discípulos la
fuerza de Pentecostés. Es el mismo Espíritu que no nos abandona y se
hace uno con nosotros para que encontremos caminos de vida nueva. Que
sea Él nuestro compañero y nuestro maestro del camino''.