ENCUENTRO CON LAS AUTORIDADES
DISCURSO DEL SANTO PADRE
Sábado 6 de junio de 2015
Señores Miembros de la Presidencia de Bosnia y Herzegovina
Señor Presidente de turno
Miembros del Cuerpo Diplomático
Queridos hermanos y hermanas
Señor Presidente de turno
Miembros del Cuerpo Diplomático
Queridos hermanos y hermanas
Agradezco de
corazón a los miembros de la Presidencia de Bosnia y Herzegovina por su
amable acogida, y de modo particular al Señor Presidente de turno
Mladen Ivanić por el cordial saludo que, en nombre de todos, me ha
dirigido. Es para mí un motivo de alegría encontrarme en esta ciudad,
que ha sufrido tanto a causa de los sangrientos conflictos del siglo
pasado, y vuelve a ser un lugar de diálogo y de convivencia pacífica. Ha
pasado de una cultura de la confrontación, de la guerra, a una cultura
del encuentro.
Sarajevo,
así como Bosnia y Herzegovina, tienen un significado especial para
Europa y el mundo entero. En estos territorios hay comunidades que,
desde hace siglos, profesan religiones diferentes y pertenecen a etnias y
culturas distintas, cada una con sus características peculiares y
orgullosa de sus tradiciones específicas, lo que no ha sido obstáculo
para que durante mucho tiempo hayan tenido relaciones de mutua amistad y
cordialidad.
Incluso en
la misma estructura arquitectónica de Sarajevo se encuentran huellas
visibles y permanentes de esas relaciones, ya que en su tejido urbano, a
poca distancia unas de otras, surgen sinagogas, iglesias y mezquitas,
de tal modo que la ciudad recibió el nombre de la “Jerusalén de Europa”.
Representa en efecto una encrucijada de culturas, naciones y
religiones; y ese papel requiere que se construyan siempre nuevos
puentes, que se sane y restaure los ya existentes, de modo que se
asegure una comunicación fluida, segura y civil.
Tenemos
necesidad de comunicarnos, de descubrir las riquezas de cada uno, de
valorar lo que nos une y ver las diferencias como oportunidades de
crecimiento en el respeto de todos. Se necesita un diálogo paciente y
confiado, para que las personas, las familias y las comunidades puedan
transmitir los valores de su propia cultura y acoger lo que hay de bueno
en la experiencia de los demás.
Así, es
posible también curar las graves heridas del pasado reciente, y mirar
hacia el futuro con esperanza, enfrentándose con el corazón libre de
temores y rencores a los problemas cotidianos que toda comunidad
civilizada ha de afrontar.
Dieciocho
años después de la visita histórica de san Juan Pablo II, que tuvo lugar
casi dos años después de la firma de los Acuerdos de Paz de Dayton,
vengo como peregrino de la paz y el diálogo. Me complace ver los
progresos realizados, que debemos agradecer al Señor y a tantas personas
de buena voluntad. Sin embargo, es importante no contentarse con lo ya
logrado, sino procurar que se adopten nuevas medidas para fortalecer la
confianza y crear oportunidades para que aumente la comprensión y el
respeto mutuos.
Para
facilitar este proceso se requiere la cercanía –¡la cercanía!– y
colaboración de la Comunidad internacional, en particular de la Unión
Europea, y de todos los países y organizaciones presentes y activas en
el territorio de Bosnia y Herzegovina.
Bosnia y
Herzegovina forma parte de Europa; sus logros y sus dramas se insertan
de lleno en la historia de los éxitos y dramas de Europa, y al mismo
tiempo son un serio llamamiento a hacer todo lo posible para que el
proceso de paz comenzado sea cada vez más sólido e irreversible.
En esta
tierra, la paz y la concordia entre croatas, serbios y bosnios, así como
las iniciativas encaminadas a su fortalecimiento, las relaciones
cordiales y fraternas entre musulmanes, judíos, cristianos y otras
minorías religiosas, tienen una importancia que va más allá de sus
fronteras. Testimonian ante el mundo que la colaboración entre los
diversos grupos étnicos y religiones para el bien común es posible, que
se puede dar una pluralidad de culturas y tradiciones que contribuyan a
encontrar soluciones originales y eficaces a los problemas, que incluso
las heridas más profundas pueden ser curadas a través de un proceso que
purifique la memoria y dé esperanza para el futuro. Hoy, he visto esta
esperanza en los niños que he saludado en el aeropuerto –musulmanes,
ortodoxos, judíos, católicos y otras minorías– todos juntos, ¡alegres!
¡Esta es la esperanza! Apostemos por ella.
Para
oponernos con éxito a la barbarie de los que toman ocasión y pretexto de
cualquier diferencia para una violencia cada vez más brutal, tenemos
que reconocer los valores fundamentales de nuestra humanidad común, los
valores en virtud de los cuales podemos y debemos colaborar, construir y
dialogar, perdonar y crecer, permitiendo que el conjunto de las voces
forme un noble y armónico canto, en vez del griterío fanático del odio.
Los
responsables políticos están llamados a la noble tarea de ser los
primeros servidores de sus comunidades con una actividad que proteja en
primer lugar los derechos fundamentales de la persona humana, entre los
que destaca el de la libertad religiosa. De ese modo, será posible
construir, con un compromiso concreto, una sociedad más pacífica y
justa, para que con la ayuda de todos se encuentre solución a los
múltiples problemas de la vida cotidiana del pueblo.
Para ello,
es indispensable que todos los ciudadanos sean iguales ante la ley y su
aplicación, independientemente de su origen étnico, religioso y
geográfico: así todos y cada uno se sentirán plenamente participes de la
vida pública y, disfrutando de los mismos derechos, podrán dar su
contribución específica al bien común.
Excelentísimos señores y señoras:
La Iglesia
católica, a través de la oración y la acción de sus fieles y de sus
instituciones, participa en el trabajo de reconstrucción material y
moral de Bosnia y Herzegovina, compartiendo sus alegrías y
preocupaciones, deseosa de manifestar con decisión su cercanía especial
con los pobres y necesitados, inspirada por la enseñanza y el ejemplo de
su divino Maestro, Jesús.
La Santa
Sede se alegra por todo el camino recorrido en estos años y asegura su
compromiso de seguir promoviendo la cooperación, el diálogo y la
solidaridad, a sabiendas de que, en una convivencia civil y ordenada,
la paz y la escucha mutua son condiciones indispensables para un
desarrollo auténtico y permanente. Espera fervientemente que, con la
ayuda de todos y después de que las nubes oscuras de la tormenta han
desaparecido finalmente, Bosnia y Herzegovina pueda proceder en el
camino emprendido, para que después del frío invierno florezca la
primavera. Y aquí se ve florecer la primavera.
Con estos sentimientos, imploro del Altísimo paz y prosperidad para Sarajevo y para toda Bosnia y Herzegovina. Gracias.
----- 0 -----
SANTA MISA
HOMILÍA DEL SANTO PADRE
Estadio Koševo
Sábado 6 de junio de 2015
Sábado 6 de junio de 2015
Queridos hermanos y hermanas:
En las
lecturas bíblicas que hemos escuchado ha resonado varias veces la
palabra «paz». Palabra profética por excelencia. Paz es el sueño de
Dios, es el proyecto de Dios para la humanidad, para la historia, con
toda la creación. Y es un proyecto que encuentra siempre oposición por
parte del hombre y por parte del maligno. También en nuestro tiempo, el
deseo de paz y el compromiso por construirla contrastan con el hecho de
que en el mundo existen numerosos conflictos armados. Es una especie de
tercera guerra mundial combatida «por partes»; y, en el contexto de la
comunicación global, se percibe un clima de guerra.
Hay quien
este clima lo quiere crear y fomentar deliberadamente, en particular los
que buscan la confrontación entre las distintas culturas y
civilizaciones, y también cuantos especulan con las guerras para vender
armas. Pero la guerra significa niños, mujeres y ancianos en campos de
refugiados; significa desplazamientos forzados; significa casas, calles,
fábricas destruidas; significa, sobre todo, vidas truncadas. Vosotros
lo sabéis bien, por haberlo experimentado precisamente aquí, cuánto
sufrimiento, cuánta destrucción, cuánto dolor. Hoy, queridos hermanos y
hermanas, se eleva una vez más desde esta ciudad el grito del pueblo de
Dios y de todos los hombres y mujeres de buena voluntad:
¡Nunca más la guerra!
Dentro de
este clima de guerra, como un rayo de sol que atraviesa las nubes,
resuena la palabra de Jesús en el Evangelio: «Bienaventurados los
constructores de paz» (Mt 5,9). Es una llamada siempre actual, que vale
para todas las generaciones. No dice:
«Bienaventurados
los predicadores de paz»: todos son capaces de proclamarla, incluso de
forma hipócrita o aun engañosa. No. Dice: «Bienaventurados los
constructores de paz», es decir, los que la hacen. Hacer la paz es
un trabajo artesanal: requiere pasión, paciencia, experiencia, tesón.
Bienaventurados quienes siembran paz con sus acciones cotidianas, con
actitudes y gestos de servicio, de fraternidad, de diálogo, de
misericordia… Estos, sí, «serán llamados hijos de Dios», porque Dios
siembra paz, siempre, en todas partes; en la plenitud de los tiempos ha
sembrado en el mundo a su Hijo para que tuviésemos paz.
Hacer la paz es un trabajo que se realiza cada día, paso a paso, sin cansarse jamás.
Y ¿cómo se
hace, cómo se construye la paz? Nos lo ha recordado de forma esencial el
profeta Isaías: «La obra de la justicia será la paz» (32,17). «Opus
iustitiae pax», según la versión de la Vulgata, convertida en un lema
célebre adoptado proféticamente por el Papa Pío XII. La paz es obra de
la justicia. Tampoco aquí retrata una justicia declamada, teorizada,
planificada… sino una justicia practicada, vivida. Y el Nuevo Testamento
nos enseña que el pleno cumplimiento de la justicia es amar al prójimo
como a sí mismo (cf. Mt 22,39; Rm 13,9). Cuando nosotros seguimos, con
la gracia de Dios, este mandamiento, ¡cómo cambian las cosas! ¡Porque
cambiamos nosotros! Esa persona, ese pueblo, que vemos como enemigo, en
realidad tiene mi mismo rostro, mi mismo corazón, mi misma alma. Tenemos
el mismo Padre en el cielo. Entonces, la verdadera justicia es hacer a
esa persona, a ese pueblo, lo que me gustaría que me hiciesen a mí, a mi
pueblo (cf. Mt 7,12).
San Pablo,
en la segunda lectura, nos ha indicado las actitudes necesarias para la
paz: «Revestíos de compasión entrañable, bondad, humildad, mansedumbre,
paciencia. Sobrellevaos mutuamente y perdonaos cuando alguno tenga
quejas contra otro. El Señor
os ha perdonado: haced vosotros lo mismo» (3, 12-13).
Estas son
las actitudes para ser “artesanos” de paz en lo cotidiano, allí donde
vivimos. Pero no nos engañemos creyendo que esto depende sólo de
nosotros. Caeríamos en un moralismo ilusorio. La paz es don de Dios, no
en sentido mágico, sino porque Él, con su Espíritu, puede imprimir estas
actitudes en nuestros corazones y en nuestra carne, y hacer de nosotros
verdaderos instrumentos de su paz. y, profundizando más todavía, el
Apóstol dice que la paz es don de Dios porque es fruto de su
reconciliación con nosotros. Sólo si se deja reconciliar con Dios, el
hombre puede llegar a ser constructor de paz.
Queridos hermanos y
hermanas, hoy pedimos juntos al Señor, por la intercesión de la Virgen
María, la gracia de tener un corazón sencillo, la gracia de la
paciencia, la gracia de luchar y trabajar por la justicia, de ser
misericordiosos, de construir la paz, de sembrar la paz y no guerra y
discordia. Este es el camino que nos hace felices, que nos hace
bienaventurados.
----- 0 -----
ENCUENTRO CON LOS SACERDOTES, RELIGIOSAS, RELIGIOSOS Y SEMINARISTAS EN LA CATEDRAL
DISCURSO DEL SANTO PADRE
Sábado 6 de junio de 2015
Queridos hermanos y hermanas:
Saludo
afectuosamente a todos vosotros, así como a vuestros hermanos y hermanas
enfermos y ancianos que no pueden estar aquí, pero están con nosotros
espiritualmente. Doy las gracias al Cardenal Puljić por sus palabras,
como también a Sor Ljubica, al Reverendo Zvonimir y Fray Jozo por sus
testimonios. A agradezco a todos el servicio que hacéis al Evangelio y a
la Iglesia. He venido a vuestra tierra como peregrino de paz y de
diálogo, para confirmar y animar a los hermanos en la fe, y en
particular a vosotros, llamados a trabajar “a tiempo completo” en la
viña del Señor. Él nos dice: «Yo estoy con vosotros todos los días,
hasta el final de los tiempos» (Mt 28,21). Esta es la certeza que
infunde consuelo y esperanza, especialmente en los momentos difíciles
para el ministerio.
Pienso en
los sufrimientos y en las pruebas pasadas y presentes de vuestras
comunidades cristianas. Incluso viviendo en esas situaciones, vosotros
no os habéis rendido, habéis resistido, esforzándoos por afrontar las
dificultades personales, sociales y pastorales con incansable espíritu
de servicio. El Señor os lo recompense.
Imagino que
la situación numéricamente minoritaria de la Iglesia Católica en vuestra
tierra, así como los fracasos del ministerio, en ocasiones os hacen
sentir como los discípulos de Jesús cuando, habiendo bregado toda la
noche, no habían pescado nada (cf. Lc5,5). Pero es precisamente en estos
momentos, si nos fiamos del Señor, cuando experimentamos el poder de su
Palabra, la fuerza de su Espíritu, que renueva en nosotros la confianza
y la esperanza. La fecundidad de nuestro servicio depende sobre todo de
la fe; la fe en el amor de Cristo, del cual nada podrá separarnos, como
afirma el apóstol Pablo, que de pruebas entendía (cf. Rm8,35-39). Y
también la fraternidad nos sostiene y nos anima; la fraternidad entre
sacerdotes, entre religiosos, entre laicos consagrados, entre
seminaristas; la fraternidad entre todos nosotros, a quienes el Señor ha
llamado a dejarlo todo para seguirlo, nos da alegría y consuelo, y hace
más eficaz nuestro trabajo. Nosotros somos testimonio de fraternidad.
«Tened
cuidado de vosotros y de todo el rebaño» (Hch 20,28). Esta exhortación
de san Pablo –narrada en los Hechos de los Apóstoles– nos recuerda que,
si queremos ayudar los demás a ser santos, debemos cuidar de nosotros
mismos, es decir, de nuestra santificación. Y, de la misma manera, la
dedicación al pueblo fiel de Dios, la inmersión en su vida y sobre todo
la cercanía a los pobres y a los pequeños nos hace crecer en la
configuración con Cristo. El cuidado del propio camino personal y la
caridad pastoral hacía los demás van siempre juntas y se enriquecen
mutuamente. No van nunca por separado.
¿Qué
significa para un sacerdote y para una persona consagrada, hoy, aquí en
Bosnia y Herzegovina, servir al rebaño de Dios? Pienso que significa
realizar la pastoral de la esperanza, cuidando las ovejas que están en
el redil, pero también yendo, saliendo en la búsqueda de cuantos esperan
la Buena Noticia y no saben hallar o reencontrar solos el camino que
conduce a Jesús. Encontrar a la gente allí donde vive, incluso aquella
parte del rebaño que está fuera del redil, lejos, en ocasiones sin
conocer aún a Jesucristo. Cuidar la formación de los católicos en la fe y
en la vida cristiana. Animar los fieles laicos a ser protagonistas de
la misión evangelizadora de la Iglesia. Por tanto, os exhorto a formar
comunidades católicas abiertas y “en salida”, capaces de acogida y de
encuentro, y que den testimonio con valentía del Evangelio.
El
sacerdote, el consagrado esta llamado a vivir las inquietudes y las
esperanzas de su gente; a actuar en los contextos concretos de su
tiempo, con frecuencia caracterizado de tensión, discordia,
desconfianza, precariedad y pobreza. Ante las situaciones más dolorosas,
pidamos a Dios un corazón que sepa conmoverse, capacidad de empatía; no
hay mejor testimonio que estar cerca de las necesidades materiales y
espirituales de los demás. Es nuestra tarea como obispos, sacerdotes y
religiosos hacer sentir a las personas la cercanía de Dios, su mano que
conforta y sana; acercase a las heridas y a las lágrimas de nuestro
pueblo; no nos cansemos de abrir el corazón y de tender la mano a
cuantos nos piden ayuda y a cuantos, quizás por pudor, no la piden, pero
tienen gran necesidad. A este respecto, deseo expresar mi
reconocimiento a las religiosas, por todo lo que hacen con generosidad y
sobre todo por su presencia fiel y solícita.
Queridos
sacerdotes, religiosos y religiosas, os animo a proseguir con alegría
vuestro servicio pastoral, cuya fecundidad viene de la fe y la gracia,
pero también del testimonio de una vida humilde y despegada de los
intereses del mundo. No caigáis, por favor, en la tentación de formar
una especie de elite cerrada en sí misma. El generoso y transparente
testimonio sacerdotal y religioso constituyen un ejemplo y un estímulo
para los seminaristas y para cuantos el Señor llama a servirlo. Estando
al lado de los jóvenes, invitándolos a compartir experiencias de
servicio y de oración, los ayudáis a descubrir el amor de Cristo y a
abrirse a la llamada del Señor. Que los fieles laicos puedan ver en
vosotros aquel amor fiel y generoso que Cristo ha dejado como testamento
a sus discípulos.
Y una
palabra en particular para vosotros, queridos seminaristas. Ente los
bellos testimonios de consagrados de vuestra tierra, recordamos al
siervo de Dios Petar Barbarić. Él une Herzegovina, donde nace, con
Bosnia, donde emite su profesión, y une también a todo el clero, tanto
diocesano como religioso. Esté joven candidato al sacerdocio, con su
vida virtuosa, sea para todos un gran ejemplo.
La Virgen
María está siempre con nosotros, como madre presurosa. Ella es la
primera discípula del Señor y ejemplo de vida dedicada a Él y a los
hermanos. Cuando nos encontramos en una dificultad o ante una situación
que nos hace sentir impotentes, nos dirigimos a Ella con confianza de
hijos. Y Ella siempre nos dice –como en las bodas de Caná– : «Haced lo
que Él os diga» (Jn2,5). Nos enseña a escuchar a Jesús y a seguir su
Palabra, pero con fe. Este es su secreto, que como madre nos quiere
transmitir: la fe, aquella fe genuina, de la que basta una migaja para
mover montañas.
Con este
confiado abandono, podemos servir al Señor con alegría y ser por
dondequiera sembradores de esperanza. Os aseguro mi recuerdo en la
oración y bendigo de corazón a todos vosotros y a vuestras comunidades.
Por favor, no se olviden de rezar por mí.
Queridos hermanos y hermanas:
Me alegro de poder participar en este encuentro, que reúne a los representantes de las confesiones religiosas presentes en Bosnia y Herzegovina. Saludo cordialmente a cada uno de vosotros y a vuestras comunidades, y agradezco en particular sus amables palabras y las reflexiones que me han propuesto. Y escuchándolas puedo deciros que me han hecho bien.
El encuentro de hoy es signo de un deseo común de fraternidad y de paz; y da fe de una amistad que se ha ido construyendo a lo largo del tiempo y que ya vivís en la convivencia y la colaboración cotidianas. Estar aquí es ya un «mensaje» de ese diálogo que todos buscamos y por el que estamos trabajando.
Quisiera recordar especialmente, como fruto de este deseo de encuentro y reconciliación, la institución, en 1997, del Consejo local para el Diálogo Interreligioso, que reúne a musulmanes, cristianos y judíos. Me congratulo por la obra que el Consejo está desarrollando en la promoción de varias actividades de diálogo, la coordinación de iniciativas comunes y las conversaciones con las Autoridades estatales. Vuestro trabajo es de gran valor para esta región, y en Sarajevo particularmente, cruce de pueblos y culturas, donde la diversidad, por un lado, constituye un gran recurso que ha permitido el desarrollo social, cultural y espiritual de esta región y, por otro, ha sido motivo de dolorosas heridas y sangrientas guerras.
No es casualidad que el Consejo para el Diálogo Interreligioso y las otras valiosas iniciativas en el campo interreligioso y ecuménico surgieran al final de la guerra, como una respuesta a la exigencia de reconciliación y para hacer frente a la necesidad de reconstruir una sociedad desgarrada por el conflicto armado. De hecho, el diálogo interreligioso, tanto aquí como en cualquier parte del mundo, es una condición indispensable para la paz, y por eso es un deber para todos los creyentes (cf. Exhort. ap. Evangelii gaudium, 250).
El diálogo interreligioso, antes incluso de ser una discusión sobre los grandes temas de la fe, es una «conversación sobre la vida humana» (ibid.). En él se comparte el día a día de la vida concreta, en sus gozos y sus tristezas, con sus angustias y sus esperanzas; se asumen responsabilidades comunes; se proyecta un futuro mejor para todos. Se aprende a vivir juntos, a conocerse y aceptarse con las propias diferencias, libremente, por lo que cada uno es. En el diálogo se reconoce y se desarrolla una convergencia espiritual, que unifica y ayuda a promover los valores morales, los grandes valores morales, la justicia, la libertad y la paz. El diálogo es una escuela de humanidad y un factor de unidad, que ayuda a construir una sociedad fundada en la tolerancia y el respeto mutuo.
Por este motivo, el diálogo interreligioso no puede limitarse solo a unos pocos, a los responsables de las comunidades religiosas, sino que debería extenderse en lo más posible a todos los creyentes, involucrando las distintas esferas de la sociedad civil. Y una atención particular merecen en este sentido los jóvenes, llamados a construir el futuro del País. Sin embargo, es bueno recordar que el diálogo, para que sea auténtico y eficaz, presupone una identidad formada: sin una identidad formada, el diálogo es inútil o perjudicial. Esto lo digo pensando en los jóvenes, pero vale para todos.
Aprecio sinceramente todo lo que habéis hecho hasta ahora y os animo en este compromiso por la causa de la paz, de la que vosotros, como líderes religiosos, sois los primeros custodios aquí en Bosnia y Herzegovina. Os aseguro que la Iglesia católica seguirá dando su pleno apoyo y asegurando su completa disponibilidad.
Todos somos conscientes que todavía hay mucho camino por recorrer. Pero no nos dejemos desanimar por las dificultades y continuemos con perseverancia por el camino del perdón y de la reconciliación. Al hacer justa memoria del pasado, también para aprender las lecciones de la historia, evitemos los reproches y recriminaciones; más bien, dejémonos purificar por Dios, que nos da el presente y el futuro, Él es nuestro futuro: Él es la fuente última de la paz.
Esta ciudad, que en su reciente historia se ha convertido tristemente en un símbolo de la guerra y de su devastación, esta Jerusalén de Europa, hoy, con su variedad de pueblos, culturas y religiones, puede llegar a ser nuevamente signo de unidad, lugar en el que la diversidad no represente una amenaza, sino una riqueza y una oportunidad para crecer juntos. En un mundo desgraciadamente todavía herido por los conflictos, esta tierra puede convertirse en un mensaje: dar fe que es posible vivir uno junto a otro, en la diferencia pero en la humanidad común, construyendo juntos un futuro de paz y de hermandad. Se puede vivir haciendo la paz.
Os doy las gracias a todos por vuestra presencia y por las oraciones que tendréis la bondad de ofrecer por mi servicio. Por mi parte, os aseguro que rezaré también por vosotros, por vuestras comunidades, y lo haré de corazón. El Señor os bendiga a todos.
Ahora os invito a rezar esta oración. Al Eterno, al Único y Verdadero Dios Vivo, al Misericordioso.
Oración
Dios todopoderoso y eterno,
Padre bueno y misericordioso;
Creador del cielo y de la tierra, de todas las cosas visibles e invisibles;
Dios de Abrahán, Dios de Isaac, Dios de Jacob,
Rey y Señor del pasado, del presente y del futuro;
único juez de todos los hombres,
que recompensas a tus fieles con la gloria eterna.
Nosotros, descendientes de Abrahán según la fe en ti, único Dios,
judíos, cristianos y musulmanes,
humildemente nos ponemos en tu presencia
y con confianza te pedimos
por este país, Bosnia y Herzegovina,
para que puedan habitarlo en paz y armonía
hombres y mujeres creyentes de distintas religiones, naciones y culturas.
Te pedimos, Padre, que esto mismo suceda
en todos los países del mundo.
Refuerza, en cada uno de nosotros, la fe y la esperanza,
el respeto recíproco y el amor sincero
por todos nuestros hermanos y hermanas.
Haz que, con valentía, nos comprometamos
a construir la justicia social,
a ser hombres de buena voluntad,
llenos de comprensión recíproca y de perdón,
pacientes artesanos de diálogo y de paz.
Que todos nuestros pensamientos, palabras y obras
estén en armonía con tu santa voluntad.
Todo sea para tu honor y gloria, y para nuestra salvación.
A ti sea la alabanza y la gloria, por los siglos de los siglos, Dios nuestro. Amén.
----- 0 -----
ENCUENTRO ECUMÉNICO E INTERRELIGIOSO
DISCURSO DEL SANTO PADRE
Centro internacional estudiantil franciscano
Sábado 6 de junio de 2015
Sábado 6 de junio de 2015
Me alegro de poder participar en este encuentro, que reúne a los representantes de las confesiones religiosas presentes en Bosnia y Herzegovina. Saludo cordialmente a cada uno de vosotros y a vuestras comunidades, y agradezco en particular sus amables palabras y las reflexiones que me han propuesto. Y escuchándolas puedo deciros que me han hecho bien.
El encuentro de hoy es signo de un deseo común de fraternidad y de paz; y da fe de una amistad que se ha ido construyendo a lo largo del tiempo y que ya vivís en la convivencia y la colaboración cotidianas. Estar aquí es ya un «mensaje» de ese diálogo que todos buscamos y por el que estamos trabajando.
Quisiera recordar especialmente, como fruto de este deseo de encuentro y reconciliación, la institución, en 1997, del Consejo local para el Diálogo Interreligioso, que reúne a musulmanes, cristianos y judíos. Me congratulo por la obra que el Consejo está desarrollando en la promoción de varias actividades de diálogo, la coordinación de iniciativas comunes y las conversaciones con las Autoridades estatales. Vuestro trabajo es de gran valor para esta región, y en Sarajevo particularmente, cruce de pueblos y culturas, donde la diversidad, por un lado, constituye un gran recurso que ha permitido el desarrollo social, cultural y espiritual de esta región y, por otro, ha sido motivo de dolorosas heridas y sangrientas guerras.
No es casualidad que el Consejo para el Diálogo Interreligioso y las otras valiosas iniciativas en el campo interreligioso y ecuménico surgieran al final de la guerra, como una respuesta a la exigencia de reconciliación y para hacer frente a la necesidad de reconstruir una sociedad desgarrada por el conflicto armado. De hecho, el diálogo interreligioso, tanto aquí como en cualquier parte del mundo, es una condición indispensable para la paz, y por eso es un deber para todos los creyentes (cf. Exhort. ap. Evangelii gaudium, 250).
El diálogo interreligioso, antes incluso de ser una discusión sobre los grandes temas de la fe, es una «conversación sobre la vida humana» (ibid.). En él se comparte el día a día de la vida concreta, en sus gozos y sus tristezas, con sus angustias y sus esperanzas; se asumen responsabilidades comunes; se proyecta un futuro mejor para todos. Se aprende a vivir juntos, a conocerse y aceptarse con las propias diferencias, libremente, por lo que cada uno es. En el diálogo se reconoce y se desarrolla una convergencia espiritual, que unifica y ayuda a promover los valores morales, los grandes valores morales, la justicia, la libertad y la paz. El diálogo es una escuela de humanidad y un factor de unidad, que ayuda a construir una sociedad fundada en la tolerancia y el respeto mutuo.
Por este motivo, el diálogo interreligioso no puede limitarse solo a unos pocos, a los responsables de las comunidades religiosas, sino que debería extenderse en lo más posible a todos los creyentes, involucrando las distintas esferas de la sociedad civil. Y una atención particular merecen en este sentido los jóvenes, llamados a construir el futuro del País. Sin embargo, es bueno recordar que el diálogo, para que sea auténtico y eficaz, presupone una identidad formada: sin una identidad formada, el diálogo es inútil o perjudicial. Esto lo digo pensando en los jóvenes, pero vale para todos.
Aprecio sinceramente todo lo que habéis hecho hasta ahora y os animo en este compromiso por la causa de la paz, de la que vosotros, como líderes religiosos, sois los primeros custodios aquí en Bosnia y Herzegovina. Os aseguro que la Iglesia católica seguirá dando su pleno apoyo y asegurando su completa disponibilidad.
Todos somos conscientes que todavía hay mucho camino por recorrer. Pero no nos dejemos desanimar por las dificultades y continuemos con perseverancia por el camino del perdón y de la reconciliación. Al hacer justa memoria del pasado, también para aprender las lecciones de la historia, evitemos los reproches y recriminaciones; más bien, dejémonos purificar por Dios, que nos da el presente y el futuro, Él es nuestro futuro: Él es la fuente última de la paz.
Esta ciudad, que en su reciente historia se ha convertido tristemente en un símbolo de la guerra y de su devastación, esta Jerusalén de Europa, hoy, con su variedad de pueblos, culturas y religiones, puede llegar a ser nuevamente signo de unidad, lugar en el que la diversidad no represente una amenaza, sino una riqueza y una oportunidad para crecer juntos. En un mundo desgraciadamente todavía herido por los conflictos, esta tierra puede convertirse en un mensaje: dar fe que es posible vivir uno junto a otro, en la diferencia pero en la humanidad común, construyendo juntos un futuro de paz y de hermandad. Se puede vivir haciendo la paz.
Os doy las gracias a todos por vuestra presencia y por las oraciones que tendréis la bondad de ofrecer por mi servicio. Por mi parte, os aseguro que rezaré también por vosotros, por vuestras comunidades, y lo haré de corazón. El Señor os bendiga a todos.
Ahora os invito a rezar esta oración. Al Eterno, al Único y Verdadero Dios Vivo, al Misericordioso.
Oración
Dios todopoderoso y eterno,
Padre bueno y misericordioso;
Creador del cielo y de la tierra, de todas las cosas visibles e invisibles;
Dios de Abrahán, Dios de Isaac, Dios de Jacob,
Rey y Señor del pasado, del presente y del futuro;
único juez de todos los hombres,
que recompensas a tus fieles con la gloria eterna.
Nosotros, descendientes de Abrahán según la fe en ti, único Dios,
judíos, cristianos y musulmanes,
humildemente nos ponemos en tu presencia
y con confianza te pedimos
por este país, Bosnia y Herzegovina,
para que puedan habitarlo en paz y armonía
hombres y mujeres creyentes de distintas religiones, naciones y culturas.
Te pedimos, Padre, que esto mismo suceda
en todos los países del mundo.
Refuerza, en cada uno de nosotros, la fe y la esperanza,
el respeto recíproco y el amor sincero
por todos nuestros hermanos y hermanas.
Haz que, con valentía, nos comprometamos
a construir la justicia social,
a ser hombres de buena voluntad,
llenos de comprensión recíproca y de perdón,
pacientes artesanos de diálogo y de paz.
Que todos nuestros pensamientos, palabras y obras
estén en armonía con tu santa voluntad.
Todo sea para tu honor y gloria, y para nuestra salvación.
A ti sea la alabanza y la gloria, por los siglos de los siglos, Dios nuestro. Amén.
----- 0 -----
ENCUENTRO CON LOS JÓVENES
DISCURSO DEL SANTO PADRE
Centro diocesano juvenil “Juan Pablo II”
Sábado 6 de junio de 2015
Sábado 6 de junio de 2015
Estos cuatro
compañeros vuestros harán algunas preguntas. Yo entregaré a Mons. Semren
el discurso “preparado antes”, que os lo dará después. Y ahora hacemos
un turno de preguntas y respuestas.
PREGUNTA:
PAPA:
Te respondo así: no puedo responder sin mirar a la persona…
Sí, desde mediados de los años 90, sentí una noche que eso no me hacía bien, me alienaba, me llevaba... y decidí no mirarla.
Cuando
quería ver una buena película, iba al centro de televisión del
arzobispado y la veía allí. Pero sólo la película... La televisión en
cambio me alienaba y me sacaba fuera de mí: no me ayudaba. Por supuesto,
yo soy de la edad de piedra, ¡soy antiguo!
Y nosotros
ahora –entiendo que los tiempos han cambiado– vivimos en la época de la
imagen. Y esto es muy importante. Y en la época de la imagen hay que
hacer lo que se hacía en la época de los libros: elegir lo que me hace
bien. De esto se derivan dos cosas. Primero: la responsabilidad que
tienen los centros de televisión en hacer programas que ayuden, que sean
buenos para los valores, que construyan la sociedad, que nos lleven
hacia delante, que no nos tiren abajo. Y luego hacer programas que
ayuden a que los valores, los verdaderos valores, sean cada vez más
fuertes y nos preparen para la vida. Esta es la responsabilidad de los
centros de televisión. Segundo: saber elegir los programas, y esta es
una responsabilidad nuestra. Si veo que un programa no es bueno para mí,
me echa por tierra los valores, me hace ser vulgar, incluso con cosas
sucias, tengo que cambiar de canal. Como se hacía en mi época de la
piedra: cuando un libro era bueno, lo leías; cuando un libro te hacía
daño, lo tirabas. Y luego hay un tercer punto: el punto de la fantasía
mala, la fantasía que mata el alma. Si tú, que eres joven, vives
conectado al ordenador y te conviertes en un esclavo del ordenador,
pierdes la libertad. Y si tú buscas en el ordenador programas sucios,
pierdes la dignidad.
Ver la
televisión, usar el ordenador, pero para cosas buenas, cosas grandes,
cosas que nos hagan crecer. ¡Esto es bueno! Gracias.
PREGUNTA
Querido Santo
Padre, estoy aquí, en este centro San Juan Pablo II y yo quería
preguntarle si usted ha sentido la alegría y el amor que todos estos
jóvenes de Bosnia y Herzegovina tienen por su persona.
PAPA:
Si te digo
la verdad, cuando me encuentro con los jóvenes siento la alegría y el
amor que tienen. No sólo por mí, sino por los ideales, por la vida.
¡Quieren crecer! Pero vosotros tenéis una particularidad: vosotros sois
–creo– la primera generación después de la guerra. Vosotros sois las
flores de una primavera, como ha dicho Mons. Semren: flores de una
primavera que quieren ir adelante y no volver a la destrucción, a las
cosas que nos hacen enemigos unos de otros. Yo encuentro en vosotros ese
querer y ese entusiasmo. Y esto es nuevo para mí. Veo que no queréis la
destrucción: no queréis ser enemigos unos de otros. Queréis caminar
juntos, como ha dicho Nadežda. ¡Y esto es maravilloso! Veo en esta
generación, también en vosotros, en todos vosotros –estoy seguro de
ello. Mirad en vuestro interior...– Veo que tenéis la misma experiencia
de Darko. No somos "ellos y yo", somos "nosotros". Queremos ser
"nosotros", para no destruir la patria, para no destruir el país. Tú
eres musulmán, tú judío, tú ortodoxo, tú católico... pero somos
"nosotros". ¡Esto es construir la paz! Y esto pertenece a vuestra
generación, y es vuestra alegría.
Tenéis una
gran vocación. Una gran vocación: no construir nunca muros, sólo
puentes. Y esta es la alegría que encuentro en vosotros. Gracias.
PREGUNTA:
Santo Padre,
también yo estoy aquí como voluntaria, en este centro. ¿Qué nos puede
decir?, ¿cuál es su mensaje por la paz para todos nosotros los jóvenes?
PAPA:
En esta
respuesta, repito un poco lo que he dicho antes. Todo el mundo habla de
la paz: algunas personas poderosas hablan y dicen cosas bonitas sobre la
paz, pero por debajo venden armas. De vosotros espero honestidad,
honestidad entre lo que pensáis, lo que sentís y lo que hacéis: las tres
cosas juntas. Lo contrario se llama hipocresía. Hace años vi una
película sobre esta ciudad, no recuerdo el título, pero la versión
alemana –la que vi– se llamaba "Die Brücke" ("El Puente"). No sé cómo se
llama en vuestro idioma... Y allí ví cómo el puente siempre une. Cuando
el puente no se usa para que uno vaya hacia el otro, sino que es un
puente prohibido, se convierte en la ruina de una ciudad, la ruina de
una existencia. Por eso, de vosotros, de esta primera generación de la
posguerra, espero honestidad y no hipocresía. Unión, construir puentes,
pero dejar que se pueda ir de una parte a la otra. Esta es la
fraternidad.
PALABRAS TRAS EL INTERCAMBIO DE REGALOS
Vosotros,
las flores de primavera de la posguerra, construid la paz; trabajad por
la paz. Todos juntos. ¡Todos juntos! ¡Que este sea un país de paz!
"Mir Vama!": ¡Recordad bien esto!
Que el Señor os bendiga. Yo os bendigo de corazón y pido al Señor que os bendiga a todos. Y, por favor, rezad por mí.
SALUDO FINAL DEL PAPA:
Buenas tardes a todos. “Mir Vama!”: éste es el encargo que os dejo. Construir la paz, todos juntos.
Estas
palomas son un signo de paz, la paz que nos traerá la alegría. Y la paz
se hace entre todos, entre todos: musulmanes, judíos, ortodoxos,
católicos y otras religiones. Todos somos hermanos. Todos adoramos al
único Dios.
Nunca, nunca separación entre nosotros. Fraternidad y unión.
Ahora me despido y os pido, por favor, que recéis por mí. Que el Señor os bendiga.
“Mir Vama!”.
Queridos jóvenes:
He deseado
tanto este encuentro con vosotros, jóvenes de Bosnia y Herzegovina y de
los países vecinos. Dirijo a todos un cordial saludo. Al encontrarme
aquí, en este «Centro» dedicado a San Juan Pablo II, no puedo olvidar lo
mucho que hizo por los jóvenes, encontrándose con ellos y animándoles
en todas las partes del mundo. Encomiendo a su intercesión a cada uno de
vosotros, así como todas las iniciativas que la Iglesia católica ha
emprendido en vuestra tierra para testimoniar su cercanía y su confianza
en los jóvenes.
Todos nosotros caminamos juntos.
Conozco las
dudas y esperanzas que lleváis en el corazón. Nos las ha recordado Mons.
Marko Semren y vuestros representantes, Darko y Nadežhda. En
particular, comparto la esperanza de que se asegure a las nuevas
generaciones la posibilidad real de un futuro digno en el país, evitando
así el triste fenómeno del éxodo. A este respecto, las instituciones
están llamadas a poner en marcha oportunas y audaces estrategias para
animar a los jóvenes y favorecerlos en sus legítimas aspiraciones; de
este modo, serán capaces de contribuir activamente a la construcción y
al crecimiento del país. Por su parte, la Iglesia puede dar su
contribución con adecuados proyectos pastorales centrados en la
conciencia cívica y moral de la juventud, ayudándola así a ser
protagonista de la vida social. Este compromiso de la Iglesia ya está en
marcha, especialmente a través de la valiosa labor de las escuelas
católicas, justamente abiertas no sólo a los estudiantes católicos, sino
también a los de otras confesiones cristianas y de otras religiones.
Sin embargo, la Iglesia debe sentirse llamada a lanzarse cada vez más a
partir del Evangelio y el impulso del Espíritu Santo, que transforma las
personas, la sociedad y la Iglesia misma.
También
vosotros, jóvenes, tenéis que desempeñar un papel decisivo a la hora de
afrontar los desafíos de nuestro tiempo, que son ciertamente retos
materiales, pero que, antes aún, se refieren a la visión del hombre. En
efecto, junto con los problemas económicos, la dificultad de encontrar
trabajo y la consiguiente incertidumbre por el futuro, se percibe la
crisis de los valores morales y la pérdida del sentido de la vida. Ante
esta crítica situación, algunos pueden caer en la tentación de la fuga,
de la evasión, encerrándose en una actitud de aislamiento egoísta,
refugiándose en el alcohol, en las drogas, en las ideologías que
predican el odio y la violencia. Son realidades que conozco bien porque,
lamentablemente, también están presentes en la ciudad de Buenos Aires,
de donde yo vengo. Por eso os animo a que no os dejéis abatir por las
dificultades, sino que hagáis valer sin miedo la fuerza que viene de
vuestro ser personas y cristianos, de ser semillas de una sociedad más
justa, fraterna, acogedora y pacífica. Vosotros, jóvenes, junto con
Cristo, sois la fuerza de la Iglesia y de la sociedad. Si os dejáis
plasmar por él, si entabláis un diálogo con él en la oración, con la
lectura y la meditación del Evangelio, os convertiréis en profetas y
testigos de la esperanza.
Estáis
llamados a esta misión: salvar la esperanza a la que os empuja vuestra
propia realidad de personas abiertas a la vida; la esperanza que tenéis
de superar la situación actual, para preparar en el futuro un clima
social y humano más digno del actual; la esperanza de vivir en un mundo
más fraterno, más justo y pacífico, más sincero, más a medida del
hombre. Os deseo que toméis conciencia cada vez más de que sois hijos de
esta tierra, que os ha visto nacer y que pide ser amada y ayudada a
reedificarse, a crecer espiritual y socialmente, gracias a la
contribución indispensable de vuestras ideas y actividades. Para vencer
todo rastro de pesimismo se necesita el valor de gastarse la vida con
alegría y dedicación en la construcción de una sociedad acogedora,
respetuosa de toda la diversidad, orientada a la civilización del amor.
Tenéis muy cerca un gran testimonio de este estilo de vida: el beato
Ivan Merz. San Juan Pablo II lo ha proclamado beato en Banja Luka. Que
sea siempre vuestro protector y vuestro ejemplo.
La fe
cristiana nos enseña que estamos llamados a un destino eterno, a ser
hijos de Dios y hermanos en Cristo (cf. 1 Jn 3,1), a ser creadores de
fraternidad por amor a Cristo. Me alegro por el compromiso en el diálogo
ecuménico e interreligioso emprendido por vosotros, jóvenes católicos y
ortodoxos, con la implicación de los jóvenes musulmanes. En esta
importante actividad desempeña un papel importante este «Centro Juvenil
san Juan Pablo II», con iniciativas de conocimiento mutuo y de
solidaridad, para fomentar la convivencia pacífica entre las diferentes
pertenencias étnicas y religiosas. Os animo a continuar con confianza
esta obra, comprometiéndoos en proyectos comunes con gestos concretos de
cercanía y ayuda a los más pobres y necesitados.
Queridos
jóvenes, vuestra presencia festiva, vuestra sed de verdad y de altos
ideales son signos de esperanza. La juventud no es pasividad, sino
esfuerzo tenaz por alcanzar metas importantes, aunque cueste; no es un
cerrar los ojos ante las dificultades, sino rechazar las componendas y
la mediocridad; no es evasión o fuga, sino el compromiso de solidaridad
con todos, especialmente con los más débiles. La Iglesia cuenta y quiere
contar con vosotros, que sois generosos y capaces de los mejores
impulsos y de los sacrificios más nobles. Por eso, vuestros Pastores, y
yo con ellos, os pedimos que no os aisléis, sino que estéis siempre
unidos entre vosotros, para disfrutar de la belleza de la fraternidad y
ser más eficaces en vuestra actividad.
Que por
vuestro modo de amaros y comprometeros todo el mundo pueda ver que sois
cristianos: los jóvenes cristianos de Bosnia y Herzegovina. Sin miedo;
sin huir de la realidad; abiertos a Cristo y a los hermanos. Sois parte
viva del gran pueblo que es la Iglesia: el Pueblo universal, en el que
todas las naciones y culturas pueden recibir la bendición de Dios y
encontrar el camino de la paz. En este Pueblo, cada uno de vosotros está
llamado a seguir a Cristo y a dar la vida por Dios y por los hermanos
en la vía que el Señor le indicará, más aún, que ya os indica. Ya hoy,
ahora, el Señor os llama: ¿queréis responder? No tengáis miedo. No
estamos solos. Estamos siempre con el Padre celestial, con Jesús,
nuestro Hermano y Señor, con el Espíritu Santo; y tenemos como madre a
la Iglesia y a María. Que la Santísima Virgen María os proteja y os dé
siempre la alegría y el valor de dar testimonio del Evangelio.
Os bendigo a todos, y os pido que, por favor, recéis por mí.
Padre Lombardi
Santidad, gracias por estar entre nosotros y saludarnos. Pensábamos que esta noche usted estaría muy cansado y que por tanto no sería posible aprovechar… Después los hemos visto “lanzado” con los jóvenes. Así pues, podemos hacerle también nosotros algunas preguntas.
Papa Francisco: ¿Qué quiere decir “lanzado”? Explíquemelo bien …
Padre Lombardi: Quiere decir que estaba lleno de energía, ciertamente. Los jóvenes estaban contentísimos. Bien, hemos escogido tres preguntas a suertes y luego, si quiere, le hacemos otras, de lo contrario terminamos con las tres preguntas…
La primera se la dejamos hacer a nuestro croata, Silvije Tomašević, che está aquí:
Silvije Tomašević: Buenas noches, Santidad, lógicamente muchos croatas han llegado aquí en peregrinación, y se preguntan si Su Santidad irá a Croacia.... Pero visto que estamos en Bosnia y Herzegovina también hay un gran interés sobre el juicio acerca del fenómeno de Medjugorje...
Papa Francisco: Sobre el problema de Medjugorje, el Papa Benedicto XVI, en su momento, había creado una comisión presidida por el cardenal Camillo Ruini; también había otros cardenales, teólogos y especialistas. Estudiaron el caso y el cardenal Ruini vino a mí y me entregó el estudio, después de tantos años ‒no sé, 3-4 años, aproximadamente‒. Hicieron un buen trabajo, un buen trabajo. El cardenal Müller [Prefecto de la Congregación para la Doctrina de la Fe] me dijo que iba a hacer en estos días una "feria quarta" [una reunión especial]; creo que se hizo el último miércoles del mes. Pero no estoy seguro... [Nota del P. Lombardi: en efecto, no se ha realizado todavía una feria quarta dedicada a este tema]. Estamos a punto de tomar alguna decisión. Después se dirán. Por el momento, sólo se dan algunas orientaciones a los obispos, pero siguiendo las líneas que se adoptarán. Gracias.
Silvije Tomašević: ¿Y la visita a Croacia?
Papa Francisco: ¿La visita a Croacia? No sé cuándo se hará. Ahora recuerdo la pregunta que me hicisteis cuando fui a Albania: "Usted comienza la visita a Europa por un país que no pertenece a la Comunidad Europea"; y yo dije: "Es un signo. Me gustaría comenzar las visitas en Europa partiendo de los países más pequeños, y los Balcanes son países martirizados, han sufrido tanto. Han sufrido tanto ... Y por eso mi preferencia es esa. Gracias.
Padre Lombardi: La segunda pregunta se la dejamos a Anna Chiara Valle de Familia Cristiana.
Anna Chiara Valle: Usted ha hablado de quien fomenta deliberadamente el clima de guerra, y después a los jóvenes les ha dicho: hay poderosos que hablan abiertamente de paz y bajo cuerda comercian con las armas. Nos puede explicar un poco más esta idea.
Papa Francisco: Sí, existe la hipocresía, ¡siempre! Por eso dije que no es suficiente con hablar de paz: ¡hay que construir la paz! Y quien solamente habla de paz y no trabaja por ella está en contradicción; y quien habla de paz y promueve la guerra ‒por ejemplo, con la venta de armas‒ es un hipócrita. Es así de simple...
Padre Lombardi: Bien, la tercera pregunta la hace Katia López, del grupo de lengua española.
Katia López: (pregunta en español) Santo Padre, en su último encuentro con los jóvenes les ha hablado con detalle de la necesidad de prestar mucha atención a lo que leen, a lo que ven: no mencionó exactamente la palabra "pornografía", sino que ha dicho "mala fantasía”. Puede profundizar un poco más la idea acerca de la pérdida de tiempo...
Papa Francisco: Hay dos cosas diferentes: las modalidades y el contenido. Sobre las modalidades, hay una que hace daño al alma y es el estar demasiado apegado al ordenador. ¡Demasiado apegado al ordenador! Esto hace daño al alma y priva de la libertad: te convierte en un esclavo del ordenador. En muchas familias, curiosamente, los padres y madres me dicen: estamos en la mesa con los hijos y ellos, con sus teléfonos móviles, están en otro mundo. Es cierto que el lenguaje virtual es una realidad que no podemos negar: hay que procurar que vaya por el camino justo, porque es un progreso de la humanidad. Pero cuando esto nos aleja de la vida ordinaria, de la vida familiar, de la vida social, y también del deporte, el arte y permanecemos apegados al ordenador, esto es una enfermedad psicológica. ¡Seguro! Segundo: los contenidos. Sí, hay cosas sucias, que van desde la pornografía a la semi-pornografía, los programas vacíos, sin valores: por ejemplo, programas relativistas, hedonistas, consumistas, que fomentan todas estas cosas. Sabemos que el consumismo es un cáncer de la sociedad, el relativismo es un cáncer de la sociedad; hablaré de ello en la próxima Encíclica, que saldrá a finales de este mes. No sé si he respondido. Dije la palabra "suciedad" para decir algo general, pero todos sabemos esto. Hay padres muy preocupados, que no permiten que haya ordenadores en las habitaciones de los niños; el ordenador debe estar en un lugar común de la casa. Se trata de pequeñas ayudas que los padres utilizan para evitar precisamente eso.
Padre Lombardi: Santo Padre, ¡gracias! La organización dice que hay que distribuir la comida y otras cosas... Dentro de media hora estaremos en tierra…
Pregunta: [poco clara, pero tiene que ver con una posible visita a Francia]
Papa Francisco: Sí, sí, tengo en programa ir a Francia. Se lo he prometido a los obispos.
Padre Lombardi. Gracias, muchas gracias.
Papa Francisco: Os agradezco vuestro trabajo, vuestro esfuerzo en este viaje... Muchas gracias por vuestro trabajo, muchas gracias. Y rezad por mí, ¡gracias!
----- 0 -----
CONFERENCIA DE PRENSA DEL SANTO PADRE
DURANTE EL VUELO DE REGRESO DE SARAJEVO
Sábado 6 de junio de 2015
DURANTE EL VUELO DE REGRESO DE SARAJEVO
Sábado 6 de junio de 2015
Padre Lombardi
Santidad, gracias por estar entre nosotros y saludarnos. Pensábamos que esta noche usted estaría muy cansado y que por tanto no sería posible aprovechar… Después los hemos visto “lanzado” con los jóvenes. Así pues, podemos hacerle también nosotros algunas preguntas.
Papa Francisco: ¿Qué quiere decir “lanzado”? Explíquemelo bien …
Padre Lombardi: Quiere decir que estaba lleno de energía, ciertamente. Los jóvenes estaban contentísimos. Bien, hemos escogido tres preguntas a suertes y luego, si quiere, le hacemos otras, de lo contrario terminamos con las tres preguntas…
La primera se la dejamos hacer a nuestro croata, Silvije Tomašević, che está aquí:
Silvije Tomašević: Buenas noches, Santidad, lógicamente muchos croatas han llegado aquí en peregrinación, y se preguntan si Su Santidad irá a Croacia.... Pero visto que estamos en Bosnia y Herzegovina también hay un gran interés sobre el juicio acerca del fenómeno de Medjugorje...
Papa Francisco: Sobre el problema de Medjugorje, el Papa Benedicto XVI, en su momento, había creado una comisión presidida por el cardenal Camillo Ruini; también había otros cardenales, teólogos y especialistas. Estudiaron el caso y el cardenal Ruini vino a mí y me entregó el estudio, después de tantos años ‒no sé, 3-4 años, aproximadamente‒. Hicieron un buen trabajo, un buen trabajo. El cardenal Müller [Prefecto de la Congregación para la Doctrina de la Fe] me dijo que iba a hacer en estos días una "feria quarta" [una reunión especial]; creo que se hizo el último miércoles del mes. Pero no estoy seguro... [Nota del P. Lombardi: en efecto, no se ha realizado todavía una feria quarta dedicada a este tema]. Estamos a punto de tomar alguna decisión. Después se dirán. Por el momento, sólo se dan algunas orientaciones a los obispos, pero siguiendo las líneas que se adoptarán. Gracias.
Silvije Tomašević: ¿Y la visita a Croacia?
Papa Francisco: ¿La visita a Croacia? No sé cuándo se hará. Ahora recuerdo la pregunta que me hicisteis cuando fui a Albania: "Usted comienza la visita a Europa por un país que no pertenece a la Comunidad Europea"; y yo dije: "Es un signo. Me gustaría comenzar las visitas en Europa partiendo de los países más pequeños, y los Balcanes son países martirizados, han sufrido tanto. Han sufrido tanto ... Y por eso mi preferencia es esa. Gracias.
Padre Lombardi: La segunda pregunta se la dejamos a Anna Chiara Valle de Familia Cristiana.
Anna Chiara Valle: Usted ha hablado de quien fomenta deliberadamente el clima de guerra, y después a los jóvenes les ha dicho: hay poderosos que hablan abiertamente de paz y bajo cuerda comercian con las armas. Nos puede explicar un poco más esta idea.
Papa Francisco: Sí, existe la hipocresía, ¡siempre! Por eso dije que no es suficiente con hablar de paz: ¡hay que construir la paz! Y quien solamente habla de paz y no trabaja por ella está en contradicción; y quien habla de paz y promueve la guerra ‒por ejemplo, con la venta de armas‒ es un hipócrita. Es así de simple...
Padre Lombardi: Bien, la tercera pregunta la hace Katia López, del grupo de lengua española.
Katia López: (pregunta en español) Santo Padre, en su último encuentro con los jóvenes les ha hablado con detalle de la necesidad de prestar mucha atención a lo que leen, a lo que ven: no mencionó exactamente la palabra "pornografía", sino que ha dicho "mala fantasía”. Puede profundizar un poco más la idea acerca de la pérdida de tiempo...
Papa Francisco: Hay dos cosas diferentes: las modalidades y el contenido. Sobre las modalidades, hay una que hace daño al alma y es el estar demasiado apegado al ordenador. ¡Demasiado apegado al ordenador! Esto hace daño al alma y priva de la libertad: te convierte en un esclavo del ordenador. En muchas familias, curiosamente, los padres y madres me dicen: estamos en la mesa con los hijos y ellos, con sus teléfonos móviles, están en otro mundo. Es cierto que el lenguaje virtual es una realidad que no podemos negar: hay que procurar que vaya por el camino justo, porque es un progreso de la humanidad. Pero cuando esto nos aleja de la vida ordinaria, de la vida familiar, de la vida social, y también del deporte, el arte y permanecemos apegados al ordenador, esto es una enfermedad psicológica. ¡Seguro! Segundo: los contenidos. Sí, hay cosas sucias, que van desde la pornografía a la semi-pornografía, los programas vacíos, sin valores: por ejemplo, programas relativistas, hedonistas, consumistas, que fomentan todas estas cosas. Sabemos que el consumismo es un cáncer de la sociedad, el relativismo es un cáncer de la sociedad; hablaré de ello en la próxima Encíclica, que saldrá a finales de este mes. No sé si he respondido. Dije la palabra "suciedad" para decir algo general, pero todos sabemos esto. Hay padres muy preocupados, que no permiten que haya ordenadores en las habitaciones de los niños; el ordenador debe estar en un lugar común de la casa. Se trata de pequeñas ayudas que los padres utilizan para evitar precisamente eso.
Padre Lombardi: Santo Padre, ¡gracias! La organización dice que hay que distribuir la comida y otras cosas... Dentro de media hora estaremos en tierra…
Pregunta: [poco clara, pero tiene que ver con una posible visita a Francia]
Papa Francisco: Sí, sí, tengo en programa ir a Francia. Se lo he prometido a los obispos.
Padre Lombardi. Gracias, muchas gracias.
Papa Francisco: Os agradezco vuestro trabajo, vuestro esfuerzo en este viaje... Muchas gracias por vuestro trabajo, muchas gracias. Y rezad por mí, ¡gracias!
© Copyright - Libreria Editrice Vaticanav