CIUDAD DEL VATICANO, 17 de abril de 2016 (VIS).-  Hoy, IV domingo de Pascua y LIII Jornada Mundial de Oración por las 
Vocaciones, el Santo Padre FRANCISCO ha presidido en la Basílica de San Pedro la Santa Misa en el curso de la cual ha otorgado el orden sacerdotal a 11 
diáconos, 9 de los cuales procedentes de los seminarios diocesanos 
romanos (Pontificio Seminario Romano Mayor, Almo Colegio Capranica, 
Colegio diocesano Redemptoris Mater, Seminario de la Virgen del Divino 
Amor) y de otros dos colegios. Han concelebrado con el Papa el Cardenal 
Agostino Vallini, Vicario General de Su Santidad para la diócesis de 
Roma, el Obispo Filippo Iannone, Vice-regente, los Obispos Auxiliares de
 la capital, los Superiores de los seminarios interesados y los párrocos
 de los nuevos ordenados.
En el curso de la liturgia, el Papa ha pronunciado la homilía ritual 
del Pontifical Romano, pero como es habitual, ha añadido algunas 
consideraciones particulares.
“Estos hijos y hermanos nuestros han sido llamados al orden del 
presbiterado... Al configurarlos con Cristo, sumo y eterno Sacerdote, y 
unirlos al sacerdocio de los Obispos, la Ordenación los convertirá en 
verdaderos sacerdotes del Nuevo Testamento para anunciar el Evangelio, 
apacentar al Pueblo de Dios y celebrar el culto divino, principalmente 
en el sacrificio del Señor”, ha afirmado el Santo Padre.
“En cuanto a vosotros – prosiguió dirigiéndose a los nuevos 
sacerdotes- transmitid a todos la Palabra de Dios, esa Palabra que 
vosotros mismos habéis recibido con alegría. Acordáos de vuestra propia 
historia, del aquel don de la Palabra que el Señor os dio a través de 
vuestra mamás, de vuestra abuela – y como dice Pablo - de vuestros 
catequistas, y de toda la Iglesia... Que vuestra enseñanza sea alimento 
para el Pueblo de Dios; que vuestra vida sea un estímulo para los 
discípulos de Cristo, a fin de que, con vuestra palabra y vuestro 
ejemplo – van juntos: palabra y ejemplo - se vaya edificando la casa de 
Dios, que es la Iglesia”.
“Daos cuenta de lo que hacéis e imitad lo que conmemoráis, de tal 
manera que, al celebrar el misterio de la muerte y resurrección del 
Señor, os esforcéis por hacer morir en vosotros el mal y procuréis 
caminar con él en una vida nueva. Llevar la muerte de Cristo en vosotros
 mismos y caminar con Cristo en una vida nueva. Sin la cruz -recalcó el 
Papa- nunca podréis encontrar al verdadero Jesús. Y una cruz sin Cristo 
no tiene sentido”.
“Introduciréis a los hombres en el Pueblo de Dios por el Bautismo. 
Perdonaréis los pecados en nombre de Cristo y de la Iglesia por el 
sacramento de la Penitencia. Y, por favor, en nombre del mismo 
Jesucristo, el Señor, y en nombre de la Iglesia, os pido que seáis 
misericordiosos, muy misericordiosos. A los enfermos les daréis el 
alivio del óleo santo. Al celebrar los ritos sagrados, al ofrecer 
durante el día la oración de alabanza y de súplica, os haréis voz del 
Pueblo de Dios y de toda la humanidad.”
“Conscientes de haber sido elegidos entre los hombres. “Elegidos”, no
 os olvidéis de esto. ¡Elegidos! ¡Es el Señor quien os ha llamado, uno a
 uno -añadió el Obispo de Roma- Elegidos entre los hombres y puestos al 
servicio de ellos y no al servicio mío!
“Permaneciendo unidos a vuestro Obispo, esforzaos por reunir a los 
fieles en una sola familia para conducirlos a Dios Padre, por medio de 
Cristo en el Espíritu Santo. Tened siempre presente el ejemplo del Buen 
Pastor, que no vino para ser servido, sino para servir, para buscar y 
salvar lo que estaba perdido”.