Mumbai, INDIA (Agencia Fides, 31/08/2016) - “La Madre Teresa era una persona totalmente
olvidada de sí, es decir centrada en los demás, no en sí misma” y éste
fue uno de los secretos de su persona y de su santidad: tener la mirada,
la atención puesta en el prójimo, en la conciencia de lo precioso de la
relación humana, en la que se manifiesta el Espíritu Santo y la obra de
Dios. Así lo explica a la Agencia Fides. César D'Mello, teólogo y
párroco de la iglesia de San Andrés en Mumbai, en vista de la
celebración de la canonización que se celebrará el 4 de septiembre en el
Vaticano.
El sacerdote recuerda su encuentro personal con la madre. Como joven
sacerdote, el padre César la conoció en la década de 1970, gracias al
arzobispo Alan de Lastic, “y ya en aquel entonces se hablaba de la Madre
Teresa con respeto y reverencia en la Iglesia y en la sociedad india”
observa. “Su mayor felicidad era asistir a la Eucaristía”, que
consideraba la fuente de todas sus actividades diarias, añade el padre.
“La siguiente vez - continúa el p. D'Mello - la encontré en 1980,
mientras estaba estudiando teología en Roma. La Madre Teresa fue
invitada a hablar en una reunión de teólogos y profesores de diferentes
universidades. Todos estábamos escuchando a una sencilla y frágil monja
que trabajaba con los moribundos y los indigentes en Calcuta. Nos dijo
que debemos estar agradecidos a los pobres que nos permiten servirles y
que hay que aprender de ellos, ya que tienen mucho que enseñarnos”. “Sus
palabras sencillas tocaron los corazones de todos. Su breve discurso
era potente y eficaz simplemente porque se trataba de una persona
totalmente comprometida con el cuidado de los indigentes y marginados
que estaban muriendo en las calles de Calcuta. Las palabras eficaces son
aquellas que emanan de una vida totalmente dedicada a Cristo y a los
pobres”, concluye.