Lilongwe, MALAWI (Agencia Fides, 23/08/2016) - “Es difícil llevar la cuenta. Sucede en todos
los pueblos con más y más frecuencia. Los funerales con largas vigilias
durante la noche y las procesiones diarias tristes, son los signos más
evidentes de que lentamente, Malawi es un país que se muere”, afirma el
padre Piergiorgio Gamba, misionero Monfortino, que ha enviado a la
Agencia Fides un testimonio dramático de la situación del país, afectado
por la sequía que ha agravado las malas condiciones económicas causadas
en gran parte por el mal gobierno.
“Los primeros que mueren son las personas de edad avanzada. Abuelos y
abuelas que sobreviven con dificultad en los años normales, pero que no
pueden ganar contra las enfermedades endémicas como la malaria con las
que habían aprendido a convivir.
La falta de alimentos es la principal causa de estos funerales que se producen con una cadencia constante.
Son los ancianos los que no son capaces de conseguir un plato de polenta o alguna verdura que en el pasado alguien les llevaba.
Sin embargo, la falta de comida no es la única causa de la decadencia de
los ancianos. Los hospitales no tienen mucho que ofrecer y además de
estar terriblemente hacinados se carece incluso de los niveles mínimos
de asistencia.
Las Universidades de Malawi están viviendo uno de los períodos más
difíciles de su historia. El aumento de las tasas escolares que ya en el
pasado pocos se podían permitir, ahora han llegado a su precio máximo
histórico con precios de más de mil euros al año para una población que
está por debajo de un dólar al día. La escuela secundaria es sólo para
los ricos. Más del 50% de los estudiantes universitarios ya no
frecuentan la universidad. Mientras que el número de estudiantes en las
escuelas primarias y secundarias está en auge, a pesar de que aún no
existe la educación obligatoria, pero la falta de libros de texto, que
ha alcanzado niveles impresionantes, es una de las principales causas
del absentismo y del abandono por parte de los estudiantes.
La falta de electricidad se ha convertido en un hecho con el cual
lidiar. Los países al sur del Sahara consumen 181 kWh por persona por
año, en comparación de los 6.500 Kwh de Europa. Pero incluso este mínimo
no está garantizado. El lago Malawi no tiene suficiente agua para la
producción de 360 MW, que es el total de la corriente que Malawi puede
producir y al menos durante los próximos 6 meses, no habrá electricidad
durante 12 horas al día.
Pero en medio de todo esto, el gran mal que afecta a Malawi sigue siendo
la corrupción. Los últimos cambios impuestos por el gobierno, por el
jefe del ejército, a los líderes locales, como por la misma policía que
es cada vez más violenta, parecen haberse puesto en marcha en
preparación para las elecciones de 2019 y no por el bien común. A
menudo, la llamada del propio Presidente dirigida a los líderes
religiosos hace hincapié en la degradación moral “¿Porque nos hemos
convertido en un pueblo corrupto? ¿porque los albinos son asesinados?
¿Por qué nos odiamos y envidiamos los unos a los otros?” Si bien estas
preguntas son apropiadas, lo que lleva al país a convertirse en un
'estado fallido', un país sin presente ni futuro es la falta de
liderazgo por parte del estado. Por eso lo que hay que recordar es la
necesidad de responsabilizar a la gente que por sí sola puede ser el
factor decisivo para el cambio positivo”.