lunes, 8 de agosto de 2016

Texto íntegro del Ángelus dominical del Papa FRANCISCO (Agosto 7)

CIUDAD DEL VATICANO (http://catolicidad.blogspot.com - Agosto 8 de 2016).-  Ayer domingo a las 12.00 horas el Papa FRANCISCO rezó el Ángelus dominical con los fieles y peregrinos reunidos en la Plaza de San Pedro.


Este es el texto íntegro de la oración Mariana:


Queridos hermanos y hermanas, ¡buenos días!


En el pasaje de hoy del Evangelio (Lc 12,32-48), Jesús habla a sus discípulos del comportamiento que deben asumir en vista del encuentro final con Él, y explica como la espera de este encuentro debe impulsar a una vida rica de obras buenas. Entre otras dice: «Vendan sus posesiones y denlas en limosna; háganse bolsas que no acumulen, un tesoro seguro en los cielos, donde el ladrón no llega ni la polilla lo consume» (v. 33). Es una invitación a dar valor a la limosna como obra de misericordia, a no depositar la confianza en los bienes efímeros, a usar las cosas sin apego al egoísmo, pero según la lógica de Dios, la lógica de la atención a los otros, la lógica del amor. Nosotros podemos, ser tan apegados al dinero, a tantas cosas, pero al final no podemos llevárnoslas con nosotros. Recuerden que “el sudario no tiene bolsillos”.



La enseñanza de Jesús prosigue con tres breves parábolas sobre el tema de la vigilancia. Esto es importante: la vigilancia, estar atentos, estar vigilantes en la vida. La primera es la parábola de los sirvientes que espera en la noche el regreso del patrón. «Felices aquellos sirvientes que patrón a su regreso encuentra velando su llegada» (v. 37): y la felicidad de atender con fe al Señor, de estar preparados rápido, en actitud de servicio. Ël se hace presente cada día, llama a la puerta de nuestro corazón. Y será beato quien lo abrirá, porque tendrá una gran recompensa: es más el Señor mismo se hará siervo de sus siervos - es una bella recompensa - en el gran banquete de su Reino pasará Él mismo a servirles. Con esta parábola, ambientada de noche, Jesús presenta la vida como una vigilia de espera laboriosa, que es preludio al día luminoso de la eternidad. Para poder acceder necesitamos estar prontos, despiertos y comprometidos al servicio de los otros, en la consolante perspectiva que, “desde allí”, no seremos más nosotros para servir a Dios, sino Él mismo nos acogerá a su mesa. Pensándolo bien, esto ocurre ya hoy cada vez que encontramos al Señor en la oración, ocurre en el servicio a los pobres, y sobretodo en la Eucaristía, donde Él prepara un banquete para nutrirnos de su Palabra y de su Cuerpo.
 

La segunda parábola tiene como imagen la venida imprevisible del ladrón. Este hecho exige una vigilancia; es más Jesús exhorta: «Estad prontos, porque, en la hora que no imaginan, vendrá el Hijo del hombre» (v. 40). El discípulo es aquel que espera al Señor y a su Reino. El Evangelio aclara esta perspectiva con la tercera parábola: el administrador de una casa después de la partida del patrón. En el primer cuadro, el administrador sigue fielmente a sus deberes y recibe la recompensa. En el segundo cuadro, el administrador abusa de su autoridad y golpea a los siervos, por lo cual, al regreso imprevisto del patrón, será castigado. Esta escena describe una situación frecuente aún en nuestros días: tantas injusticias, violencia y maldades cotidianas nacen de la idea de comportarse como patrones en la vida de los otros. Tenemos un sólo patrón al cual no le gusta hacerse llamar “patrón” sino “Padre”. Nosotros todos somos siervos, pecadores e hijos: Él es el único Padre.


Jesús hoy nos recuerda que la espera de la bienaventuranza eterna no nos dispensa del compromiso de hacer más justo y más habitable el mundo. Es más, justo esta nuestra esperanza de poseer el Reino en la eternidad nos empuja a trabajar para mejorar las condiciones de la vida terrena, especialmente de los hermanos más débiles. La Virgen María nos ayude a ser personas y comunidad no conformes con el presente, o, peor, nostálgicas del pasado, pero dirigidas hacia el futuro de Dios, hacia el encuentro con Él, nuesstra vida y nuestra esperanza.





Después del Ángelus:


Queridos hermanos y hermanas,


Desafortunadamente desde Siria continúan llegando noticias de víctimas civiles de la guerra, en particular de Aleppo. Es inaceptable que tantas personas inermes –  también tantos niños – deban pagar el precio del conflicto, el precio de la cerrazón del corazón y de la falta de la voluntad de paz de los potentados. Estamos cercanos con la oración y la solidaridad a los hermanos y hermanas sirios, y los encomendamos a la materna protección de la Virgen María, Oremos todos un poco en silencio y posteriormente el Ave María.
 

¡Saludo a todos vosotros, romanos y peregrinos de varios Países! ¡Veo tantas banderas!


Hoy están presentes diversos grupos de chicos y jóvenes. ¡Los saludo con gran afecto! En particular, al grupo de la pastoral juvenil de Verona; a los jóvenes de Padova, Sandrigo y Brembilla; al grupo de chicos de Fasta, venidos de Argentina. Pero estos argentinos hacen escándalo por todas partes! Así mismo saludo a los adolescentes de Campogalliano y San Matteo della Decima, venidos a Roma para desempeñar un servicio de voluntariado en centros de acogida.


Saludo también a los fieles de Sforzatica, diócesis de Bergamo.


A todos deseo un buen domingo. Por favor, no se olviden de rezar por mí. ¡Buen almuerzo y adiós!


 (Traducción del original italiano: http://catolicidad.blogspot.com)


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