miércoles, 3 de agosto de 2016

Texto íntegro de la Audiencia General del Papa FRANCISCO (Agosto 3)

CIUDAD DEL VATICANO (http://catolicidad.blogspot.mx - Agosto 3 de 2016).-  A las 10.00 horas de esta mañana el Santo Padre FRANCISCO celebró en el Aula Pablo VI de Vaticano, la tradicional Audiencia General de los miércoles.


Este es el texto íntegro de la Audiencia Papal:



PAPA FRANCISCO
 
AUDIENCIA GENERAL
 
Aula Pablo VI
Miércoles 3 de agosto de 2016


Viaje a Polonia, 31a Jornada Mundial de la Juventud


Queridos hermanos y hermanas, ¡buenos días!


Hoy quisiera reflexionar brevemente sobre el Viaje Apostílico que he realizado en los días pasados a Polonia.


La ocasión del Viaje ha sido la Jornada Mundial de la Juventud, a 25 años de aquella histórica celebrada en Częstochowa poco después de la caída de la “cortina de hierro”. En estos 25 años, ha cambiado Polonia, ha cambiado Europa y ha cambiado el mundo, y esta JMJ se ha convertido en un signo profético para Polonia, para Europa y para el mundo. La nueva generación de jóvenes, herederos y continuadores de la peregrinación iniciada por San Juan Pablo II, han dado la respuesta a los desafíos de hoy, han dado un signo de esperanza, y este signo se llama fraternidad. Porque, justamente en este mundo en guerra, se necesita fraternidad; se necesita cercanía; se necesita dialogo; se necesita amistad. Y este es el signo de la esperanza: cuando hay fraternidad.
 

Partamos justamente de los jóvenes, que han sido el primer motivo del Viaje. Ahora una vez más han respondido al llamado: han venido de todo el mundo – algunos de ellos todavía están aquí [indica a los peregrinos en el Aula] – una fiesta de colores, de rostros diversos, de lenguas, de historia diversas. ¡Yo no sé cómo hacen: hablan diferentes lenguas, pero logran entenderse! ¿Y por qué? Porque tienen esta voluntad de andar juntos, de hacer puentes, de fraternidad. Han venido también con sus heridas, con sus interrogantes, pero sobre todo con la alegría de encontrarse; y ahora una vez más han formado un mosaico de fraternidad. Se puede hablar de un mosaico de fraternidad. Una imagen emblemática de las Jornadas Mundiales de la Juventud es la vastedad multicolor de banderas llevadas por los jóvenes: de hecho, en la JMJ, las banderas de las naciones se hacían más bellas, por así decir, “se purificaban”, y también las banderas de naciones en conflicto entre ellas ondeaban juntas. ¡Y esto es bello! ¡También aquí están las banderas! ¡Háganlas ver!


Así, en este gran encuentro jubilar, los jóvenes del mundo han recibido el mensaje de la Misericordia, para llevarlo a todas partes en las obras espirituales y corporales. ¡Agradezco a todos los jóvenes que fueron a Cracovia! ¡Y agradezco a aquellos que se han unido a nosotros de diferentes partes de la Tierra! Porque en muchos países se han hecho pequeñas Jornadas de la Juventud en relación con aquella en Cracovia. El don que han recibido se haga respuesta cotidiana a la llamada del Señor. Un recuerdo lleno de afecto va para Susana, la joven romana de esta diócesis, que ha fallecido de repente después de haber participado en la JMJ, en Viena. El Señor, que ciertamente la ha recibido en el Cielo, conforte a sus familiares y amigos. 



En este Viaje he visitado también el Santuario di Chęstochowa. Ante el ícono de la Virgen, he recibido el don de la mirada de la Madre, que es de modo particular Madre del pueblo polaco, de aquella noble nación que ha sufrido tanto y, con la fuerza de la fe y su mano materna, se ha levantado siempre. He saludado a algunos polacos aquí [en el Aula]. ¡Sois buenos, sois buenos vosotros! Ahí, bajo esta mirada, se entiende el sentido espiritual del camino de este pueblo, cuya historia está ligada de modo indisoluble a la Cruz de Cristo. Ahí se toca con la mano la fe del santo pueblo fiel de Dios, que custodia la esperanza a través de las pruebas; y custodia también aquella sabiduría que es equilibrio entre tradición e innovación, entre memoria y futuro. Y Polonia hoy recuerda a toda Europa que no puede haber futuro para el continente sin sus valores fundantes, los cuales a su vez tienen al centro la visión cristiana del hombre. Entre estos valores esta la misericordia, de la cual han sido especiales apóstoles, dos grandes hijos de esta tierra polaca: Santa Faustina Kowalska e San Juan Pablo II.
 

Y, finalmente, también este Viaje tenía el horizonte del mundo, un mundo llamado a responder al desafío de una guerra “a pedazos” que la está amenazando. Y aquí el gran silencio de la visita a Auschwitz-Birkenau ha sido más elocuente de cualquier palabra. En aquel silencio he escuchado, he sentido la presencia de todas las almas que han pasado por ahí; he sentido la compasión, la misericordia de Dios, que algunas almas santas han sabido llevar también a este abismo. En aquel gran silencio he orado por todas la víctimas de la violencia y de la guerra. Y ahí, en aquel lugar, he comprendido más que nunca el valor de la memoria, no sólo como recuerdo de eventos pasados, sino como exhortación y responsabilidad para el hoy y el mañana, para que la semilla del odio y de la violencia no crezca en los surcos de la historia. Y en esta memoria de las guerras y de tantas heridas, de tantos dolores vividos, también existen hombres y mujeres de hoy, que sufren las guerras: tantos hermanos y hermanas nuestros. Mirando aquella crueldad, en aquel campo de concentración, he pensado de inmediato en la crueldad de hoy, que es mimilar: no así concentrada como en aquel lugar, sino por todas partes en el mundo; este mundo que está enfermo de crueldad, de dolor, de guerra, de odio, de tristeza. Y por esto siempre les pido una oración: ¡que el Señor nos de la paz!


Por todo esto, agradezco al Señor y a la Virgen María. Y expreso nuevamente mi gratitud al Presidente de Polonia y a las Autoridades, al Cardenal Arzobispo de Cracovia y al entero Episcopado polaco, y a todos aquellos que, de mil modos, han hecho posible este evento, que ha ofrecido un signo de fraternidad y de paz a Polonia, a Europa y al mundo. Deseo agradecer a los jóvenes voluntarios, que durante más de un año han trabajado para llevar adelante este evento; y también a los medios, quienes trabajan en estos medios: gracias por haber hecho que esta Jornada se viese en todo el mundo. Y aquí no puedo olvidarme de Anna Maria Jacobini, una periodista italiana que ha perdido la vida, imprevistamente. Oremos también por ella: ella se ha ido en el cumplimiento de su servicio. 


¡Gracias!


Mensaje del Santo Padre en ocasión de las Olimpiadas en Río de Janeiro


Quisiera dirigir ahora un saludo afectuoso al pueblo brasileño, en particular a la ciudad de Río de Janeiro, que hospeda a los atletas y aficionados de todo el mundo, con ocasión de las Olimpiadas. En un mundo que tiene sed de paz, tolerancia y reconciliación, deseo que el espíritu de los Juegos Olímpicos pueda inspirar a todos, participantes y espectadores, en combatir “la buena batalla” y terminar juntos la carrera (cfr 2 Tm 4, 7-8), deseando conseguir como premio no una medalla, sino algo mucho más precioso: la realización de una civilización en la cual reine la solidaridad, fundada en el reconocimiento de que todos somos miembros de una única familia humana, independientemente de las diferencias de cultura, color de la piel o religión. Y para los brasileños, que con su alegría y característica hospitalidad organizan la Fiesta del Deporte, les deseo que ésta sea una oportunidad para superar los momentos difíciles y comprometerse en el “trabajo de equipo”, para la construcción de un país más justo y más seguro, apostando por un futuro lleno de esperanza y de alegría ¡Que Dios los bendiga a todos!
 



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Queridos fieles de lengua italiana, ¡bienvenidos! Me complace dar la bienvenida a los jóvenes músicos y bailarines del Festival de Folklor de Coros; a los peregrinos del Camino de San Benito y San Francisco de la diócesis de Frosinone-Veroli-Ferentino y los miembros del Centro de Solidaridad de Pesaro. La visita a las tumbas de los Apóstoles Pedro y Pablo, con ocasión del Jubileo de la Misericordia alimente a todos la fe y el compromiso en concretar obras de caridad.


Dirijo un particular saludo a los jóvenes, a los enfermos y a los recién casados. Mañana celebramos la memoria de San Juan Maria Vianney, patrono de los sacerdotes y especialmente de los párrocos. Que su gran humildad sea ejemplo para vosotros, queridos jóvenes, para vivir la vida como don de Dios; su abandono confiado en Cristo Salvador los sostenga a vosotros, queridos enfermos, en la hora del sufrimiento; y en su testimonio cristiano de coraje a vosotros, queridos recién casados, de profesar vuestra ve sin vergüenza.


Mañana iré a la Basílica Papal de Santa María de los Ángeles, en la Porciuncula, en ocasión del octavo centenario del “Perdón de Asís”, que se celebró ayer. Será una peregrinación muy sencilla , pero muy significativa en este Año Santo de la Misericordia. Pido a todos que me acompañen en la oración, invocando la luz y la fuerza del Espíritu Santo y la celeste intercesión de San Francisco. 


(Traducción del original italiano: http://catolicidad.blogspot.mx)



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