Asís, ITALIA (Agencia Fides, 01/08/2016) - “Que este centenario nos ayude a sentir una
vergüenza sana porque nadie parece preocuparse de buscar la concordia y
la paz en esta realidad conflictiva en la que vivimos y que nos haga
crecer en la capacidad creativa para encontrar nuevas maneras de cantar
un canto comprensible para los hombres y mujeres de nuestro tiempo: un
desafío eficaz para construir la paz y la reconciliación”: así lo
afirman los cuatro Ministros generales de la Familia franciscana,
(superiores de las órdenes de los hermanos menores, frailes capuchinos,
frailes conventuales y Tercera orden regular) en una carta pastoral
publicada con motivo del octavo centenario del perdón de Asís.
“En 2016 - recuerdan los ministros generales – coinciden dos fechas: el
aniversario de la fecha tradicional de la concesión de la indulgencia de
la Porciúncula, querida por San Francisco para 'enviar a todos al
cielo', y el Jubileo de la misericordia, querido por un Papa que lleva
el nombre de Francisco”, explican.
“Queremos aprovechar la oportunidad de esta coincidencia de fechas -
continúa el mensaje enviado a la Agencia Fides - que nos invita a
profundizar en el gran tema de la misericordia y el perdón en relación
con nuestra tradición espiritual franciscana. La misericordia es una
palabra amada para San Francisco, que a menudo la utiliza en sus
escritos y que la utiliza en dos direcciones, que se refieren a la
acción de Dios misericordioso y a nuestra acción para con nuestros
hermanos actuando con misericordia. Hablando de indulgencia y
misericordia, hemos pasado de la indulgencia del Padre y de su
misericordia hacia nosotros a hablar de intervención en la realidad
conflictiva del mundo de hoy. También se puede hacer el camino inverso:
comenzar a hablar del perdón y la reconciliación con nuestros hermanos y
hermanas para llegar a hablar de la misericordia de Dios, al igual que
Francisco en el Testamento”. El texto de la carta termina así: “Lo que
importa es que nunca
separemos los dos elementos, porque Jesús en el Evangelio enseña que el
primer mandamiento habla simultánea del amor de Dios y del prójimo, que
no se pueden separar”.