Marawi, FILIPINAS (Agencia Fides, 01/06/2017) - “Oramos por el p. Chito Suganob, para que
persevere en la fe y para que el Señor le done la gracia de la fortaleza
para él y para sus compañeros secuestrados por los terroristas. Los
rehenes no se pueden considerar ‘daños colaterales’, por lo que
esperamos que las fuerzas armadas hagan todo lo posible para salvarlos.
Son nuestros hermanos, y rezamos por ellos”: lo dice a la Agencia Fides
el obispo de Marawi Edwin de la Pena, mientras el asedio a la ciudad de
Marawi, en la isla filipina de Mindanao, continúa (véase Fides 26 y
30/5/2017). Las fuerzas gubernamentales han retomado el control de casi
toda la ciudad, que había sido ocupada por los yihadistas, pero ahora
solo quedan unos 50-100 militantes atrincherados en las últimas casas,
donde están también unos 200 rehenes entre los cuales hay mujeres,
niños, un sacerdote y 15 fieles católicos. Los militantes del grupo
terrorista “Maute”, vinculado al Estado Islámico, utilizan
mujeres y niños como escudos humanos, y esta vez también pretenden
utilizarlos para escapar.
Según las cifras oficiales, al menos 174 son víctimas del conflicto en
curso del 23 de mayo a Marawi, mientras que todavía está en vigor en
toda la isla de Mindanao la ley marcial declarada por el presidente
Rodrigo Duterte.
Mientras tanto, la crisis humanitaria está empeorando: según UNICEF
50.000 niños se han visto afectados por los combates, y algunos de ellos
son utilizados por los terroristas como combatientes. “Estamos
profundamente preocupados por cualquier acción que pueda poner en
peligro la vida y la seguridad de los niños y perturbar su desarrollo
general o su acceso a los servicios sociales básicos como la educación y
la salud”, ha declarado Lotta Sylwander, director de Unicef en las
Filipinas. El conflicto podría tener un grave impacto en la salud
psicosocial a largo plazo de los niños. En el conflicto se han destruido
dos escuelas primarias de Marawi.