Yangon, MYANMAR (Agencia Fides, 25/09/2017) – “La visita del Papa a Myanmar (27-30 noviembre)
ha sido acogida como una bendición y una contribución a la paz y la
armonía. Tanto los componentes civiles del gobierno, como Aung San Suu
Kyi, y los miembros militares, parecen entusiasmados con la visita.
Seguramente la mayoría de las personas espera una “visita de sanación”.
Muchos ciudadanos birmanos han seguido la visita del Papa a Colombia, un
país que busca la paz”: así lo explica a la Agencia Fides el Cardenal
Charles Maung Bo, Arzobispo de Yangón, hablando de la próxima visita del
Papa FRANCISCO a Myanmar y en particular de la delicada cuestión de la
minoría rohingya.
“Los periódicos, tanto internacionales como locales - observa el
cardenal - ven muchos retos para el Papa, comenzando por los “riesgos de
tensiones religiosas”, ya que “los comentarios del Papa sobre los
Rohingya podrían enfurecer a los nacionalistas que sostienen que los
Rohingya no son birmanos, sino bengalíes y no tienen derecho a vivir en
el país”.
Algunos grupos ya están al borde de la guerra: “Ashin Wirathu, monje que
dirige el movimiento budista 'Ma Ba Tha', denuncia la visita papal como
políticamente incitada”, afirmando que “no existe un grupo étnico de
Rohingya en nuestro país”. Por otro lado, “los partidarios de los
Rohingya esperan que el Papa exprese su opinión”, continúa el cardenal
Bo.
A este respecto, para evitar las tensiones y para no provocar conflictos
sociales y religiosos, la iglesia de Myanmar - explica el Cardenal -
sugiere al Papa Francisco que “no use el término Rohingya” sino que
“hable de los derechos humanitarios de los musulmanes que sufren en el
estado de Rakhine, de la necesidad de una solución duradera, de la
adopción de soluciones no violentas y de la urgencia de la cooperación
regional”.
Sobre la delicada posición de la líder birmana Aung San Suu Kyi, Premio
Nobel de la Paz y hoy ministro en el gobierno, el Cardenal confirma la
posición de la Iglesia Católica: "Necesita pleno apoyo. Aung San Suu Kyi
ha sido atacada por los medios de comunicación a veces sin piedad. Está
profundamente decepcionada de los medios occidentales. Es una
personalidad fuerte. Habría escuchado sugerencias constructivas. Sus
éxitos fueron muchos, pero se han hundido ante los últimos
acontecimientos. Ha sacrificado toda su vida para resucitar al país de
las ruinas después de sesenta años de gobierno en una junta militar. Es
un logro histórico. En sus manos frágiles guarda los sueños de millones
de personas de este país”.
“Sus percepciones pueden estar equivocadas - continúa el cardenal Bo -
pero su integridad y compromiso están por encima de toda sospecha. Su
liderazgo debe continuar. Es necesario apreciar su papel en la
democratización de esta nación. Su compromiso con los Acuerdos de Paz de
Panglong (para la Reconciliación con las Minorías Étnicas, ndr) ha
logrado reunir a todos los grupos de combate y ejército en la misma
mesa. Esta ofreciendo espacios de diálogo entre los partidos
antagónicos. Este proceso necesita apoyo y aprecio”.
El Cardenal Bo recuerda por último que “la justicia económica y la
justicia ambiental en Myanmar pueden crear una paz duradera. Una mayor
democracia y una mayor inclusión curarán las heridas históricas. La
Iglesia quiere ayudar a construir la paz a través de iniciativas
interreligiosas. Las soluciones violentas no han demostrado su eficacia
en las últimas seis décadas. Es necesario instar a la paz con los grupos
étnicos mediante la adopción de un sistema federal”.