Hiroshima, JAPÓN (Agencia Fides, 20/09/2017) - La proclamación del Evangelio “no es
adoctrinamiento, ni imposición o un forzar las mentes y los corazones”.
Se adhiere al Evangelio no por “proselitismo ideológico” sino por
“atracción”, con la “libertad interior de quienes descubren ser hijos de
Dios”. Con estas palabras, siguiendo la enseñanza del Papa Benedicto
XVI y del Papa FRANCISCO, el Cardenal Fernando Filoni ha recordado el
dinamismo de la difusión del cristianismo en el mundo, que se distingue
de todas las formas de propaganda cultural o religiosa. El Prefecto de
la Congregación para la Evangelización de los Pueblos ha expresado estas
consideraciones en la homilía de la misa celebrada en la Catedral de
Hiroshima el miércoles 20 de septiembre, el cuarto día de su visita a
Japón. Durante la homilía, el cardenal se ha referido también a la
experiencia de los mártires coreanos Andrea Kim Taegon, Paolo Chong
Hasang y de sus compañeros del martirio, en el día d
e
su memoria litúrgica. “La historia de la evangelización en Corea”, ha
recordado el Cardenal del Dicasterio Misionero, “nos recuerda que
algunos eruditos confucianos, fascinados por la verdad del Evangelio,
comenzaron a estudiar la doctrina católica y los textos bíblicos al
encontrarlos extraordinarios; luego enviaron a uno de ellos a Pekín para
que lo bautizaran. Volviendo a su patria, este primer bautizado, que
más tarde también seria mártir, bautizó a los demás miembros del grupo,
dando así vida a la Iglesia coreana, sin ninguna contribución procedente
del extranjero. Después de este feliz comienzo – ha agregado el
cardenal Filoni - la historia de la Iglesia Católica en Corea “se vio
bañada por la sangre de innumerables mártires (...).
En esta querida tierra de Japón, muchos dieron su testimonio como
mártires. Como Jesús fue víctima del odio y de la injusticia, los
mártires de este país fueron víctimas del odio sin causa alguna”. En
suelo japonés – ha señalado el Cardenal- el primer anuncio del Evangelio
fue contrarrestado y desencadenó la persecución “porque se consideraba
subversivo para con el entonces estado social establecido.
Tal vez hoy – ha añadido el cardenal, refiriéndose a la situación
actual- hay otros impedimentos no menos graves: la mentalidad secular,
el hedonismo, la indiferencia, la idolatría del bienestar y del dinero,
el sentido de nuestra vida que nos han robado”. Y aún hoy “anunciar la
Buena Nueva es una obra de caridad muy elevada, y aquellos que acogen
con beneplácito el mensaje del Evangelio son siempre motivo de gozo y
acción de gracias al Señor”.