CIUDAD DEL VATICANO (http://press.vatican.va - 23 de septiembre de 2017).- Intervención que el Secretario para las Relaciones con los Estados
S.E. Monseñor Paul R. Gallagher, pronunció ayer en la sede de las
Naciones Unidas de New York en el ámbito de su Asamblea General en el
evento paralelo titulado "Protección de las minorías religiosas en
conflicto" patrocinado por la Misión Permanente de Hungría ante las
Naciones Unidas, la Misión Permanente de Observación de la Santa Sede
ante las Naciones Unidas y el Instituto de Diplomacia Cultural.
Intervención de S.E. Mons. Paul R. Gallagher
Excelencias, Distinguidos compañeros de mesa, Señoras y señores:
Es un honor participar en el acto paralelo de esta mañana sobre la
Protección de las Minorías Religiosas en Conflicto, patrocinado por la
Misión Permanente de Hungría en colaboración con la Misión Permanente de
Observación de la Santa Sede y el Instituto de Diplomacia Cultural.
La necesidad de centrarse en la salvaguardia de las minorías religiosas
en situaciones de guerra y conflicto surge de la indignante realidad de
que, como todos hemos visto en los últimos años en varias partes del
mundo ensangrentadas, la guerra y el conflicto a menudo proporcionan el
telón de fondo para que las minorías religiosas sean objeto de
persecución, de violencia sexual y todas las formas de violencia física,
la subyugación, la detención falsa, la expropiación de bienes, la
esclavitud, el exilio forzado, el asesinato, la limpieza étnica y otros
crímenes de lesa humanidad.
La experiencia reciente hace de la protección de las minorías religiosas
una de las responsabilidades más urgentes de la comunidad
internacional. Esta protección debe ir más allá de la mera prevención de
la aniquilación intencionada o real de las minorías, pero debe incluir
el examen y tratamiento de las causas profundas de la discriminación y
la persecución contra ellas y estimular la defensa y la protección
enérgicas de su dignidad humana, de sus derechos a la libertad de
conciencia y religión.
Cuando examinamos la situación mundial, vemos que la persecución de las
minorías religiosas no es un fenómeno aislado en una región, como, por
ejemplo, las atrocidad cometidas por ISIS en el Oriente Medio. La
Comisión de los Estados Unidos sobre la Libertad Religiosa Internacional
en su Informe Anual de 2016 dijo que hay severas violaciones continuas
sistemáticas y flagrantes de la libertad religiosa en 27 países
diferentes. El Informe sobre la Libertad Religiosa en el Mundo de 2016
de Ayuda a la Iglesia Necesitada afirmaba que 38 de los 196
países del mundo mostraban una evidencia inconfundible de violaciones
significativas de la libertad religiosa, y 23 de persecución absoluta.
El Informe Provisional de 2016 del Sr. Heiner Bielefeldt, entonces
Relator Especial de las Naciones Unidas sobre la Libertad de Religión o
Creencia, describió que las violaciones de los derechos religiosos de
las minorías superan las violaciones metódicas, continuas y atroces
cometidas por actores estatales y no estatales como el terrorismo, la
vigilancia policial ,los asesinatos en masa e individuales, las
deportaciones forzadas, la limpieza étnica, la violación y el rapto de
mujeres y su venta en esclavitud, la destrucción y confiscación de
bienes, los ataques contra los conversos y las personas que se supone
que los han inducido, el impulso y la tolerancia de la violencia contra
los no creyentes y las personas pertenecientes a las minorías
religiosas. También incluyen, prosigue, la legislación anti-apostasía y
anti blasfemia, el acoso burocrático y las cargas administrativas con
respecto a la construcción de lugares de culto y escuelas, estructuras
discriminatorias en derecho familiar y educación y estigmatización de
las personas como incrédulas o herejes.
En resumen, estos tres exhaustivos informes del año pasado demuestran
que los ataques contra las minorías religiosas están bastante
extendidos. Mientras que casi todos los grupos de fe identificables
experimentan algún grado de persecución en algún lugar del mundo, los
cristianos siguen siendo los más perseguidos. Además, ha habido un
aumento de los ataques antisemitas, especialmente en partes de Europa, y
los musulmanes enfrentan serias persecuciones, a menudo de grupos
fundamentalistas que no comparten la misma interpretación de los
principios de su fe.
En este contexto, ¿qué se necesita para proteger a las minorías
religiosas? Quisiera mencionar brevemente siete elementos esenciales.
En primer lugar, existe la necesidad de actuar. Los recientes ejemplos
de salvajismo contra las minorías religiosas deben sacudir a la
comunidad internacional de toda inercia. Aquellos a quienes se les
confía la salvaguardia del respeto de los derechos humanos fundamentales
deben cumplir con su responsabilidad de proteger a los que corren
peligro de sufrir atroces crímenes. Debemos sensibilizar sobre las
emergencias humanitarias y responder generosamente. Asimismo, en lo que
respecta a la situación en el Oriente Medio, es necesario establecer y
garantizar las condiciones para que las minorías religiosas y étnicas
regresen a sus lugares de origen y vivan con dignidad y seguridad, y con
los marcos sociales, económicos y políticos básicos necesarios para
garantizar la cohesión comunitaria. No es suficiente reconstruir casas,
lo cual es un paso crucial, como sucede en varias ciudades de la
llanura de Nínive, gracias a la generosidad de gobiernos como Hungría o
de organizaciones caritativas como Ayuda a la Iglesia Necesitada o los
Caballeros de Colón. Lo que se necesita también es reconstruir la
sociedad sentando las bases de una coexistencia pacífica.
En segundo lugar, el Estado de derecho y la igualdad ante la ley basada
en el principio de la ciudadanía, independientemente de su religión,
raza o etnia son esenciales para establecer y mantener una convivencia
armoniosa y fructífera entre los individuos, las comunidades y las
naciones. La ley debe garantizar igual e inequívocamente los derechos
de todos los ciudadanos, entre los cuales se encuentra el derecho a la
libertad de religión y de conciencia, que implica el derecho a cambiar
libremente la propia religión sin sufrir discriminación ni ser
condenados a muerte. Incluso en los lugares en los que a una religión se
le concede un estatus constitucional especial, debe reconocerse y
defenderse el derecho de todos los ciudadanos y comunidades religiosas a
la libertad de religión, la igualdad ante la ley y los medios adecuados
para recurrir cuando se violan sus derechos. Un Estado que funcione
adecuadamente y que trabaje por el bien común es un requisito previo
para proteger a las minorías religiosas y garantizar su futuro.
En tercer lugar, debe haber una autonomía mutua y una colaboración
positiva entre las comunidades religiosas y el Estado. Ambos, en sus
propios campos, son autónomos e independientes entre sí. Sin embargo,
ambos, bajo diferentes títulos, están dedicados al bienestar de la misma
persona que es a la vez fiel y ciudadana. Cuanto más fomenten la
cooperación más sólida entre sí, respetando la autonomía del otro, más
eficaz será su servicio para el bien de todos. Cuando las comunidades
religiosas y el Estado se confunden o se mezclan, como dijo el Papa
Francisco en abril en la Universidad Al-Azhar de El Cairo, "la religión
corre el riesgo de ser absorbida en la administración de los asuntos
temporales y tentada por el atractivo de los poderes mundanos que de
hecho la explotan".
Cuarto, los líderes religiosos tienen la responsabilidad grave y
específica de confrontar y condenar el abuso de las creencias y
sentimientos religiosos para justificar el terrorismo y la violencia
contra los creyentes de otras religiones. Deben afirmar constantemente
que nadie puede matar justamente a los inocentes en el nombre de Dios.
Como dijo el Papa FRANCISCO en Egipto y antes en Albania y en muchos
otros escenarios, debe haber un «¡No!» firme y claro a todas las formas
de violencia, venganza y odio llevadas a cabo en nombre de la religión o
en el nombre de Dios". Las cuestiones sociales, políticas y económicas
que los demagogos pueden explotar para incitar a la violencia también
deben abordarse.
Quinto, existe una necesidad urgente de un diálogo interreligioso
eficaz como antídoto contra el fundamentalismo con el objetivo de
superar la hipótesis cínica de que los conflictos entre creyentes
religiosos son inevitables y de desafiar la interpretación estrecha de
los textos religiosos que demonizan o deshumanizan a los de diferentes
creencias. El diálogo interreligioso eficaz puede, debe y suele mostrar
el paradigma de las conversaciones políticas e interpersonales
necesarias para la armonía social.
En sexto lugar, la educación. Una buena educación en general y una
sólida educación religiosa en particular son claves para prevenir la
radicalización que lleva al extremismo, la persecución de las minorías
religiosas y el terrorismo. La sociedad cosecha lo que siembra. Es clave
que la enseñanza en las escuelas, en los púlpitos y a través de
Internet no fomente la intransigencia y la radicalización extremista
sino el diálogo, el respeto por los demás y la reconciliación. En la
Universidad Al-Azhar de El Cairo, el Papa FRANCISCO subrayó que la
educación en "una apertura respetuosa y un diálogo sincero con los
demás, reconociendo sus derechos y libertades fundamentales, en
particular la libertad religiosa, representa la mejor manera de
construir juntos el futuro. ... La única alternativa a la civilidad
del encuentro es la incivilidad del conflicto. ... Para contrarrestar
con eficacia la barbarie de los que fomentan el odio y la violencia,
tenemos que acompañar a los jóvenes, ayudarlos en el camino de la
madurez y enseñarles a responder a la lógica incendiaria del mal
trabajando pacientemente para el crecimiento de la bondad. De esta
manera, los jóvenes, como los árboles bien plantados, pueden estar
firmemente arraigados en el suelo de la historia y, apuntar cada vez
más hacia el cielo en la compañía del otro, pueden transformar
diariamente el aire contaminado del odio en el oxígeno de la
fraternidad.
Séptimo y último. Debemos bloquear el flujo de dinero y las armas
destinadas a aquellos que pretenden utilizarlos para atacar a las
minorías religiosas. Como señaló el Papa FRANCISCO al final de su
discurso en Al-Azhar: "Hay que poner fin a la proliferación de las
armas; si se producen y se venden, tarde o temprano se usarán". Detener
las atrocidades no sólo implica abordar el odio y los cánceres del
corazón que generan violencia, sino también eliminar los instrumentos
por los cuales ese odio realmente lleva a cabo esa violencia.
La protección de las minorías religiosas en conflicto es, de hecho,
una de las responsabilidades más urgentes de la comunidad internacional
en la actualidad. Doy las gracias a la Misión Permanente de Hungría, al
Instituto de Diplomacia Cultural y a todos ustedes por venir hoy para
asegurarse de que reciban la atención que merecen.
Gracias por su atención.