Chittagong, BANGLADESH (Agencia Fides, 02/12/2017) - La semilla y el brote de toda la vida
cristiana "no es mío ni tuyo, Dios lo planta. Y es Dios quien lo hace
crecer". Puede protegerse y nutrirse, no en mérito de los propios
esfuerzos, sino por la oración, siempre pidiéndole a los que han
plantado la semilla que me ayuden a regarla y si yo me duermo, que
riegue El". Esto es lo que ha recordado el Papa Francisco en su reunión
con sacerdotes, religiosos, monjas, seminaristas y novicios de
Bangladesh, que tuvo lugar la mañana del sábado 2 de diciembre en la
catedral de Chittagong.
La reunión se abrió escuchando algunos testimonios. Luego intervino el
Papa Francisco, dejando de lado el discurso escrito y prefirió hablar
sin papeles, inspirado en la lectura de Isaías que se proclamará en la
misa del próximo martes. "En aquellos días" recordó el Papa Francisco,
citando al Profeta, "se levantará un pequeño brote en la casa de Israel
... Isaías describe la grandeza y la pequeñez de la vida de servicio a
Dios, y esto les concierne, porque ustedes son hombres y mujeres de fe
al servicio de Dios". "Brota" continuó el Papa Bergoglio "lo que hay
dentro de la tierra. Esta es la semilla, que no es ni mía ni tuya, Dios
la planta. Y es Dios quien la hace crecer. Yo soy el brote, cada uno de
nosotros puede decir. Sí, pero no por mérito tuyo: de la semilla que te
hace crecer. Y yo qué tengo que hacer: regarla. Para que eso crezca y
llegue a esa plenitud del espíritu que es lo que ustedes tienen que dar
como
testimonio".
También la solicitud de preservar y hacer crecer el brote de cada
vocación cristiana -continuó el Papa Francisco- no debe confiarse
principalmente a nuestro esfuerzo de coherencia, sino a la obra de la
gracia: "Cuidar la vocación que hemos recibido. Como se cuida a un niño,
como se cuida a un enfermo, como se cuida a un anciano. La vocación se
cuida con ternura humana. Nuestras en comunidades, si en nuestros
presbiterios falta esa dimensión de ternura humana, el brote queda
chiquito, no crece, quizás se seque".
El riesgo de ver reducida su propia vocación -añadió el Papa- puede
superarse "solo cuando uno tiene un corazón que reza". ¡Proteger es
orar! Pedirle al que plantó la semilla que me ayude a regarla y si me
duermo, que lo haga El. Orar", añadió el Papa Bergoglio, "es pedirle al
Señor que nos cuide y que nos dé la ternura que debemos darle a los
demás".
Entre las dinámicas que ponen en peligro el crecimiento de cada vocación
cristiana, el Papa Francisco indicó una vez más la "cizaña" que pueden
echar raíces incluso en las Conferencias Episcopales, en las comunidades
religiosas y en los seminarios, donde las pasiones humanas, los
defectos y las limitaciones amenazan la paz de la vida comunitaria.
El Sucesor de Pedro, refiriéndose también a la Carta de Santiago,
recordó que desde el comienzo del cristianismo, entre los enemigos de la
armonía dentro de la comunidad cristiana está el "chisme" y la
difamación entre hermanos y hermanas.
Luego concluyó su discurso confesando encontrar consuelo cuando se
encuentra y mira a los ojos a sacerdotes, obispos o monjas que han
vivido su camino completo de fe y su trabajo apostólico: "los ojos",
dijo el Papa Francisco "Son indescriptibles, llenos de alegría y paz.
Aquellos que no han vivido así, carecen de esta brillantez en sus ojos.
Se ve principalmente en mujeres: busquen a esas viejas monjas que han
pasado toda su vida sirviendo con alegría y paz. Tienen ojos brillantes,
porque tienen la sabiduría del Espíritu Santo. El pequeño brote en
estos viejos se llenó de los siete dones del Espíritu Santo. Deseo que
vuestros ojos brillen con la luz del Espíritu Santo".