Estas han sido las palabras del Papa antes de la oración mariana:
PAPA FRANCISCO
ÁNGELUS
Plaza de San Pedro
II Domingo de Adviento, 10 de diciembre de 2017
II Domingo de Adviento, 10 de diciembre de 2017
Queridos hermanos y hermanas, ¡buenos días!
El domingo pasado empezamos el Adviento con la invitación a vigilar;
hoy, segundo domingo de este tiempo de preparación a la Navidad, la
liturgia nos indica sus contenidos : es un tiempo para reconocer los vacíos para colmar en nuestra vida, para allanar las asperezas del orgullo y dejar espacio a Jesús que viene.
El profeta Isaías se dirige al pueblo anunciando el final del exilio
en Babilonia y el regreso a Jerusalén. Él profetiza: “Una voz clama: ¡En
el desierto abrid camino al Señor! […].”¡Que todo valle sea elevado!”
(40,3). Los valles que elevar representan todos los vacíos de nuestro
comportamiento ante Dios, todos nuestros pecados de omisión. Un vacío
en nuestra vida puede ser el hecho de que no rezamos o rezamos poco. El
Adviento es entonces el momento favorable para rezar con más
intensidad, para reservar a la vida espiritual el puesto importante que
le corresponde. Otro vacío podría ser la falta de caridad hacia el
prójimo, sobre todo, hacia las personas más necesitadas de ayuda no sólo
material, sino también espiritual. Estamos llamados a prestar más
atención a las necesidades de los otros, más cercanos. Como Juan
Bautista, de este modo podemos abrir caminos de esperanza en el desierto
de los corazones áridos de tantas personas.
“Que todo monte y cerro sea rebajado” (v. 4), exhorta aún Isaías. Los
montes y los cerros que deben ser rebajados son el orgullo, la
soberbia, la prepotencia. Donde hay orgullo, donde hay prepotencia,
donde hay soberbia no puede entrar el Señor porque ese corazón está
lleno de orgullo, de prepotencia, de soberbia. Por esto, debemos rebajar
este orgullo. Debemos asumir actitudes de mansedumbre y de humildad,
sin gritar, escuchar, hablar con mansedumbre y así preparar la venida de
nuestro Salvador, Él que es manso y humilde de corazón (cfr. Mt 11,29).
Después se nos pide que eliminemos todos los obstáculos que ponemos a
nuestra unión con el Señor: “¡Vuélvase lo escabroso llano y las breñas
planicie!”. Se revelará la gloria del Señor – dice Isaías – y todas las
criaturas a una la verán (Is. 40,4-5). Estos actos, sin embargo, se
hacen con alegría, porque están encaminados a la preparación de la
llegada de Jesús. Cuando esperamos en casa la visita de una persona
querida, preparamos todo con cuidado y felicidad. Del mismo modo,
queremos prepararnos para la venida del Señor: esperarlo cada día con
diligencia, para ser colmados de su gracia cuando venga.
El Salvador que esperamos es capaz de transformar nuestra vida con su
gracia, con la fuerza del Espíritu Santo, con la fuerza del amor. En
efecto, el Espíritu Santo infunde en nuestros corazones el amor de Dios,
fuente inagotable de purificación, de vida nueva y de libertad. La
Virgen María vivió en plenitud esta realidad, dejándose “bautizar” por
el Espíritu Santo que la inundó de su potencia. Ella, que preparó la
venida del Cristo con la totalidad de su existencia, nos ayude a seguir
su ejemplo y guíe nuestros pasos al encuentro con el Señor que viene.
Después del Ángelus
Queridos hermanos y hermanas:
Hoy será conferido el Premio Nobel de la Paz a la Campaña
Internacional para abolir las armas nucleares. Ese reconocimiento tiene
lugar en coincidencia con el Día de las Naciones Unidas por los
Derechos Humanos y esto subraya el fuerte vínculo entre los derechos
humanos y el desarme nuclear. De hecho, comprometerse en la defensa de
la dignidad de todas las personas, de modo particular de las más
débiles y desfavorecidas, significa también trabajar con determinación
para construir un mundo sin armas nucleares. Dios nos da la capacidad
de colaborar para construir nuestra casa común: tenemos la libertad, la
inteligencia y la capacidad de guiar la tecnología, de limitar nuestro
poder, al servicio de la paz y del verdadero progreso (cfr. Carta
Encíclica Laudato si, 78, 112, 202).
Pasado mañana tendrá lugar en París la cumbre “Our Planet Summit”.
Dos años después de la adopción del Acuerdo de París sobre el clima, la
cumbre tiene la intención de renovar el compromiso para su realización
y consolidar una estrategia compartida para contrastar el preocupante
fenómeno del cambio climático. Deseo vivamente que esta Cumbre, así como
las otras iniciativas que van en la misma dirección, favorezcan una
clara toma de conciencia sobre la necesidad de adoptar decisiones
realmente eficaces para contrastar los cambios climáticos y, al mismo
tiempo, combatir la pobreza y promover el desarrollo humano integral.
En este contexto quisiera expresar mi cercanía a las poblaciones
indias golpeadas por el ciclón Okhi, especialmente a las familias de los
muchísimos pescadores dispersos; y también a la población de Albania,
duramente probada por las graves inundaciones
Dirijo mi saludo a todos vosotros, romanos y peregrinos. En
particular a los fieles llegados de Valladolid y Huelva, en España.
Saludo a los numerosos grupos de jóvenes y chicos italianos procedentes
de Florencia, Carugate, Brembate, Almè, Petosino y Pian Camuno: os animo
a todos a ser testigos alegres del Evangelio.
Os deseo a todos un feliz domingo y un buen camino de Adviento,
preparando el camino al Señor que viene. Por favor, no os olvidéis de
rezar por mí. ¡Buen almuerzo y hasta pronto!
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