Texto de Ángelus en la Fiesta de la Santa Familia de Nazaret traducido del original italiano por http://catolicidad.blogspot.mx:
FIESTA DE LA SANTA FAMILIA DE NAZARET
PAPA FRANCISCO
ÁNGELUS
Plaza de San Pedro
Domingo 31 de diciembre de 2017
Domingo 31 de diciembre de 2017
En este primer domingo después de la Navidad, celebramos a la Santa Familia de Nazaret, y el Evangelio nos invita a refleccionar sobre la experiencia vivida por María, José y Jesús, mientras crecen juntos como familia en el amor recíproco y en la confianza en Dio. De esta confianza es expresión del rito de María y José con la ofrenda del niño Jesús a Dios. El evangelio dice: «llevaron al niño a Jerusalem para presentarlo al Señor» (Lc 2,22), como lo requería la ley mosaica. Los padres de Jesúsvan al templo para certificas que sl hijo pertenece a Dios y que ellos son los custodios de su vida y no sus propietarios. Y esto nos hace refleccionar. Todos los padres son custodios de la vida de sus hijos, no propietarios, y deben ayudarles a crecer, a madurar.
Este gesto subraya que solo Dios es el Señor de la historia individual y familiar; todo nos viene de Él. Cada familia está llamada a reconocer tal primacía, custodiando y educando a sus hijos a abrirse a Dios que es la fuente misma de la vida. De aquí viene el secreto de la juventud interior, paradójicamente atestiguada en el Evangelio de una pareja de ancianos, Simón y Ana. El viejo Simón, en particular, inspirado por el Espíritu Santo dice a propósito del niño Jesús: «Él está aquí para la caída y la resurrección de muchos en Israel y como signo de contradicción […] para que sean desvelados los pensamientos de muchos corazones» (vv. 34-35).
Estas palabras profeticas revelan que Jesús ha venido para hacer caer las falsas imágenes que nos hacemos de Dios y de nosotros mismos, por “contradecir” las certezas mundas sobre las cuales pretendemos apoyarnos; para hacer “resurgir” a un camino humano y cristiano verdadero, fundado sobre valores del Evangelio. No hay una situación familiar que sea excluída a este nuevo camino de renacimiento y de resurrección. Y cada vez que las familiar, incluso aquellas heridas y marcadas por la fragilidad, fracaso y dificultad, regresas a la fuente del la experiencia cristiana, si abren caminos nuevos y posibilidades inimaginadas.
La lectura del evangelio de hoy se refiere a que María y José, «Cuando hubieron cumplido cada cosa según la ley del Señor, regresaron a Galilea, y a su ciudad de Nazaret. El niño crecía – dice el Evangelio – y se fortificaba, lleno de sabiduría, y la gracia de Dios estaba en Él» (vv. 39-40). Una gran alegría de la familia es el crecimiento de sus hijos, todos lo sabemos. Están destinados a desarrollarse y fortalecerce, a adquirir sabiduría y a acoger la gracia de Dios, tal como aconteció con Jesús. Él es verdaderamente uno de nosotros: el Hijo de Dios se hace niño, aceptó crecer, fotalecerse, y lleno de sabiduría y de la gracia de Dios sobre Él. María y José tienen la alegría de ver todo esto en su hijo; y esta es la misión a la cual está orientata la familia: crear las condiciones favorables para el crescimiento armónico y pleno de sus hijos, para que puedan vivir una buena vida, digna de Dios y constructiva para el mundo.
Es este el deseo que dirijo a todas las familias hoy, acompañándolo con la invocación a María, Reina de la Familia.
Después del Ángelus
Queridos hermanos y hermanas,
expreso mi cercanía a los hermanos Copto Ortodoxos de Egipto, golpeados hace dos días por dos atentados a una iglesia y a un negocia en la periferia del Cairo. El Señor acoja las almas de los difuntos, apoye a los heridos, familiares y a toda la comunidad, y convierta los corazones de los violentos.
Hoy dirijo un saludo especial a las familias aquí presentes, y también a aquellas que participan desde casa. La Santa Familia los bendiga y los guíe en vuestro camino.
Saludo a todos vosotros, romanos y peregrinos; en particular, a los grupos parroquiales, a las asociaciones y a los jóvenes. No olvidemos en esta jornada agradecer a Dios por el año transcurrido y por cada bien recibido. Y nos hará bien, a cada uno de nosotros, tomar un poco de tiempo para pensar cuantas cosas buenas he recibido del Señor este año, y agradecerle. Y si han habido pruebas, dificultades, agradecer porque nos ha ayudado a superar aquellos momentos. Hoy es una jornada de agradecimiento.
A todos deseo un buen domingo y un sereno fin de año. Les agradezco a todos vosotros por vuestros deseos y vuestras oraciones: y por favor continuad orando por mí. ¡Buen almuerzo y adiós!
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