Buenos Aires, ARGENTINA (Agencia Fides, 01/02/2018) - En el verano del hemisferio sur, miles de
jóvenes católicos parten de misión para llevar las Buenas Nuevas a
lugares aislados y poco servidos a nivel pastoral. Para fortalecer su
preparación, la Comisión Juvenil de la Ariqudiócesis de Buenos Aires ha
preparado un “Manual práctico para el misionero”, una guía que recuerda
el papel del misionero y ofrece valiosos consejos y materiales útiles
para visitas a hogares y comunidades, como catequesis, oraciones y
bendiciones. Cristian Reineri Rossi, uno de los nueve jóvenes autores,
junto con dos sacerdotes y un seminarista, explica a la Agencia Fides
que se trata de un folleto de bolsillo imprimible de 12 páginas:
“Nuestro objetivo es cultivar la espiritualidad de los jóvenes, así como
proporcionar contenidos didácticos y experienciales que pueden
profundizar con sus compañeros, con un lenguaje actual”. Dice el joven
enfatizando que “los jóvenes piden una formación integral”.
El manual está “diseñado para jóvenes misioneros novatos”, ilustra y ha
sido preparado “consultando a jóvenes de entre 17 y 35 años con
experiencia misionera”.
Además existe un portal web lleno de herramientas para la organización y
animación de las misiones juveniles. Las misiones son un instrumento
vital para la Iglesia en América Latina, ya que contribuyen a la
catequesis y la evangelización de lugares remotos de difícil alcance
para los sacerdotes. Al mismo tiempo, son una oportunidad preciosa para
crecer en la fe y en el apostolado de los mismos jóvenes.
Los jóvenes se preparan con un camino en el que, con reuniones y
retiros, se forma “el grupo misionero” parroquial o diocesano. Por lo
general, comienzan con un “mandato misionero” del Obispo. Es una
aventura para los jóvenes, viajar juntos, recorrer largas distancias,
acampar en los prados de las casas parroquiales o escuelas, y visitar a
la gente del lugar, ofreciendo con gran respeto, a los creyentes o no,
la escucha (a menudo la mayor necesidad), compartiendo historias de la
vida, sueños y problemas, ofreciendo, si es necesario, una palabra de
consuelo y la Palabra de Dios.
Una parte de la misión, que dura entre tres y 15 días, es la catequesis y
la animación de niños y jóvenes, a través de juegos y actividades
educativas, en una especie de “oratorio de verano”. La comunidad
católica está involucrada en las celebraciones de la tarde
(celebraciones de la Palabra, si no hay un sacerdote presente) y la de
la ciudad, en la fiesta de la última noche. Don Nicolás Retes, a cargo
de la pastoral juvenil en Buenos Aires, estima que hay alrededor de 40
grupos misioneros activos en la Arquidiócesis, cada uno compuesto por
una cantidad de jóvenes de 10 a 50, a partir de los 16 años.
El
sacerdote comenta a la Agencia Fides que, en general, las misiones se
llevan a cabo durante la Semana Santa, en Adviento, durante las
vacaciones de verano y, a veces, en las de invierno, en julio. Antes de
Navidad, por ejemplo, 25 jóvenes de su parroquia fueron a Agustoni, un
pueblo de 200 habitantes a 500 km de Buenos Aires, en la provincia de La
Pampa, para vivir
una emocionante experiencia misionera.