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Washington DC, ESTADOS UNIDOS DE AMÉRICA, 24 de septiembre de 2015 (VIS).- Los desafíos de una nación cuyos vastísimos recursos requieren responsabilidades morales no indiferentes en un mundo que busca nuevos equilibrios de paz, prosperidad e integración, el imperativo de que los ''crímenes'' contra las víctimas de abusos no se repitan nunca más, la necesidad del diálogo frente al lenguaje duro y belicoso, la defensa de los excluidos, de los emigrantes y del ambiente, fueron algunos de los temas que el Papa FRANCISCO abordó ayer en la catedral de San Mateo Apóstol de Washington durante su encuentro con el episcopado de Estados Unidos y del que ofrecemos amplios extractos a continuación.
''Mi
primera palabra es de agradecimiento a Dios por el dinamismo del
Evangelio que ha hecho que la Iglesia de Cristo crezca con fuerza en
estas tierras y le ha permitido ofrecer su aportación generosa, en el
pasado y en la actualidad, a la sociedad estadounidense y al mundo....
Me alegro del firme compromiso de su Iglesia a favor de la vida y de la
familia, motivo principal de mi visita. Sigo con atención el enorme
esfuerzo que realizan para acoger e integrar a los inmigrantes que
siguen llegando a Estados Unidos con la mirada de los peregrinos que se
embarcan en busca de sus prometedores recursos de libertad y
prosperidad. Admiro los esfuerzos que dedican a la misión educativa en
sus escuelas a todos los niveles y a la caridad en sus numerosas
instituciones. Son actividades llevadas a cabo muchas veces sin que se
reconozca su valor y sin apoyo y, en todo caso, heroicamente sostenidas
con la aportación de los pobres, porque esas iniciativas brotan de un
mandato sobrenatural que no es lícito desobedecer. Conozco bien la
valentía con que han afrontado momentos oscuros en su itinerario
eclesial sin temer a la autocrítica ni evitar humillaciones y
sacrificios, sin ceder al miedo de despojarse de cuanto es secundario
con tal de recobrar la credibilidad y la confianza propia de los
Ministros de Cristo, como desea el alma de su pueblo. Sé cuánto les ha
hecho sufrir la herida de los últimos años, y he seguido de cerca su
generoso esfuerzo por curar a las víctimas, consciente de que, cuando
curamos, también somos curados, y por seguir trabajando para que esos
crímenes no se repitan nunca más''.
''Les
hablo como Obispo de Roma, llamado por Dios...desde una tierra también
americana, para custodiar la unidad de la Iglesia universal y para
animar en la caridad el camino de todas las Iglesias particulares, para
que progresen en el conocimiento, en la fe y en el amor a
Cristo....Conozco bien el reto de sembrar el Evangelio en el corazón de
hombres procedentes de mundos diversos, a menudo endurecidos por el
arduo camino recorrido antes de llegar. No me es ajeno el cansancio de
establecer la Iglesia entre llanuras, montañas, ciudades y suburbios de
un territorio a menudo inhóspito, en el que las fronteras siempre son
provisionales, las respuestas obvias no perduran y la llave de entrada
requiere conjugar el esfuerzo épico de los pioneros exploradores con la
sabiduría prosaica y la resistencia de los sedentarios que controlan el
territorio alcanzado''.
''No
es mi intención trazar un programa o delinear una estrategia... No
pretendo decirles lo que hay que hacer, porque todos sabemos lo que el
Señor nos pide. Prefiero más bien realizar de nuevo ese esfuerzo
–antiguo y siempre nuevo– de preguntarnos por los caminos a seguir... el
espíritu con que tenemos que actuar. Somos obispos de la Iglesia,
pastores constituidos por Dios para apacentar su grey. Nuestra mayor
alegría es ser pastores, y nada más que pastores, con un corazón
indiviso y una entrega personal irreversible. La esencia de nuestra
identidad se ha de buscar en la oración asidua, en la predicación y el
apacentar''.
''No
una oración cualquiera, sino la unión familiar con Cristo, donde poder
encontrar cotidianamente su mirada y escuchar la pregunta que nos dirige
a todos: ''¿Quién es mi madre y quiénes son mis hermanos?'' . Y poderle
responder serenamente: ''Señor, aquí está tu madre, aquí están tus
hermanos. Te los encomiendo, son aquellos que tú me has confiado''.
''No
una predicación de doctrinas complejas, sino el anuncio gozoso de
Cristo, muerto y resucitado por nosotros. Que el estilo de nuestra
misión suscite en cuantos nos escuchan la experiencia del ''por
nosotros'' de este anuncio: ... que la cercanía del Pastor despierte en
ellos la nostalgia del abrazo del Padre. Estén atentos a que la grey
encuentre siempre en el corazón del Pastor esa reserva de eternidad que
ansiosamente se busca en vano en las cosas del mundo''.
''No
apacentarse a sí mismos, sino saber retroceder, abajarse, descentrarse,
para alimentar con Cristo a la familia de Dios. Vigilar sin descanso,
elevándose para abarcar con la mirada de Dios a la grey que sólo a él
pertenece. ...No mirar hacia abajo, a la propia autoreferencialidad,
sino siempre hacia el horizonte de Dios, que va más allá de lo que somos
capaces de prever o planificar. Vigilar también sobre nosotros mismos,
para alejar la tentación del narcisismo, que ciega los ojos del pastor,
hace irreconocible su voz y su gesto estéril''.
''Ciertamente
es útil al obispo tener la prudencia del líder y la astucia del
administrador, pero nos perdemos inexorablemente cuando confundimos el
poder de la fuerza con la fuerza de la impotencia, a través de la cual
Dios nos ha redimido. Es necesario que el obispo perciba lúcidamente la
batalla entre la luz y la oscuridad que se combate en este mundo. Pero,
ay de nosotros si convertimos la cruz en bandera de luchas mundanas,
olvidando que la condición de la victoria duradera es dejarse despojarse
y vaciarse de sí mismo. Sé bien que tienen muchos desafíos, que a
menudo es hostil el campo donde siembran y no son pocas las tentaciones
de encerrarse en el recinto de los temores, a lamerse las propias
heridas, llorando por un tiempo que no volverá y preparando respuestas
duras a las resistencias ya de por sí ásperas. Y, sin embargo, somos
artífices de la cultura del encuentro. Somos sacramento viviente del
abrazo entre la riqueza divina y nuestra pobreza. Somos testigos del
abajamiento y la condescendencia de Dios, que precede en el amor incluso
nuestra primera respuesta''.
''El
diálogo es nuestro método, no por astuta estrategia sino por fidelidad a
Aquel que nunca se cansa de pasar una y otra vez por las plazas de los
hombres... Por tanto, la vía es el diálogo ...No me cansaré de animarlos
a dialogar sin miedo.... No tengan miedo de emprender el éxodo
necesario en todo diálogo auténtico. De lo contrario no se puede
entender las razones de los demás, ni comprender plenamente que el
hermano al que llegar y rescatar, con la fuerza y la cercanía del amor,
cuenta más que las posiciones que consideramos lejanas de nuestras
certezas, aunque sean auténticas. El lenguaje duro y belicoso de la
división no es propio del Pastor, no tiene derecho de ciudadanía en su
corazón y, aunque parezca por un momento asegurar una hegemonía
aparente, sólo el atractivo duradero de la bondad y del amor es
realmente convincente...Recordar que la identidad de la Iglesia de Jesús
no está garantizada por el ''fuego del cielo que consume'' , sino por
el secreto calor del Espíritu que ''sana lo que sangra, dobla lo que es
rígido, endereza lo que está torcido''.
''La
gran misión que el Señor nos confía, la llevamos a cabo en comunión, de
modo colegial. ¡Está ya tan desgarrado y dividido el mundo! La
fragmentación es ya de casa en todas partes. Por eso, la Iglesia,
''túnica inconsútil del Señor'', no puede dejarse dividir, fragmentar o
enfrentarse.... Es imperativo, por tanto, cuidar dicha unidad,
custodiarla, favorecerla, testimoniarla como signo e instrumento que,
más allá de cualquier barrera, une naciones, razas, clases,
generaciones. Este servicio a la unidad es particularmente importante
para su amada nación, cuyos vastísimos recursos materiales y
espirituales, culturales y políticos, históricos y humanos, científicos y
tecnológicos requieren responsabilidades morales no indiferentes en un
mundo abrumado y que busca con afán nuevos equilibrios de paz,
prosperidad e integración... Así que les animo a hacer frente a los
desafíos de nuestro tiempo. En el fondo de cada uno de ellos está
siempre la vida como don y responsabilidad. El futuro de la libertad y
la dignidad de nuestra sociedad dependen del modo en que sepamos
responder a estos desafíos''.
''Las
víctimas inocentes del aborto, los niños que mueren de hambre o bajo
las bombas, los inmigrantes se ahogan en busca de un mañana, los
ancianos o los enfermos, de los que se quiere prescindir, las víctimas
del terrorismo, de las guerras, de la violencia y del tráfico de drogas,
el medio ambiente devastado por una relación predatoria del hombre con
la naturaleza, en todo esto está siempre en juego el don de Dios, del
que somos administradores nobles, pero no amos. No es lícito por tanto
eludir dichas cuestiones o silenciarlas. No menos importante es el
anuncio del Evangelio de la familia que, en el próximo Encuentro Mundial
de las Familias en Filadelfia, tendré ocasión de proclamar con fuerza
junto a ustedes y a toda la Iglesia''.
''Estos
aspectos irrenunciables de la misión de la Iglesia pertenecen al núcleo
de lo que nos ha sido transmitido por el Señor. Por eso tenemos el
deber de custodiarlos y comunicarlos, aun cuando la mentalidad del
tiempo se hace impermeable y hostil a este mensaje. Los animo a ofrecer
este testimonio con los medios y la creatividad del amor y la humildad
de la verdad. Esto no sólo requiere proclamas y anuncios externos, sino
también conquistar espacio en el corazón de los hombres y en la
conciencia de la sociedad. Para ello, es muy importante que la Iglesia
en los Estados Unidos sea también un hogar humilde que atraiga a los
hombres por el encanto de la luz y el calor del amor.... Solamente una
Iglesia que sepa reunir en torno al ''fuego'' es capaz de atraer.
Ciertamente, no un fuego cualquiera, sino aquel que se ha encendido en
la mañana de Pascua''.
''Antes
de concluir estas reflexiones, permítanme hacerles aún dos
recomendaciones que considero importantes. La primera se refiere a su
paternidad episcopal. Sean Pastores cercanos a la gente... Esta cercanía
ha de expresarse de modo especial con sus sacerdotes....Cuiden sus
fuentes espirituales para que no caigan en la tentación de convertirse
en notarios y burócratas, sino que sean expresión de la maternidad de la
Iglesia que engendra y hace crecer a sus hijos''.
''Mi
segunda recomendación se refiere a los inmigrantes. Pido disculpas si
hablo en cierto modo casi en causa propia. La iglesia en Estados Unidos
conoce como nadie las esperanzas del corazón de los inmigrantes. Ustedes
siempre han aprendido su idioma, apoyado su causa, integrado sus
aportaciones, defendido sus derechos, promovido su búsqueda de
prosperidad, mantenido encendida la llama de su fe. Incluso ahora,
ninguna institución estadounidense hace más por los inmigrantes que sus
comunidades cristianas. Ahora tienen esta larga ola de inmigración
latina en muchas de sus diócesis. No sólo como Obispo de Roma, sino
también como un Pastor venido del sur, siento la necesidad de darles las
gracias y de animarles. Tal vez no sea fácil para ustedes leer su alma;
quizás sean sometidos a la prueba por su diversidad. En todo caso,
sepan que también tienen recursos que compartir. Por tanto, acójanlos
sin miedo. Ofrézcanles el calor del amor de Cristo y descifrarán el
misterio de su corazón. Estoy seguro de que, una vez más, esta gente
enriquecerá a su País y a su Iglesia''.