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Washington DC, ESTADOS UNIDOS DE AMÉRICA, 25 de septiembre de 2015 (VIS).- Después de su discurso ante el Congreso de Estados Unidos, el Papa FRANCISCO se trasladó a la iglesia de San Patricio, la primera parroquia de Washington, fundada en 1794 para ofrecer servicio pastoral a los obreros irlandeses que construían la Casa Blanca y el Capitolio donde se trasladaría en 1880 el gobierno estadounidense cuya sede hasta entonces era Filadelfia. La iglesia cuenta con un centro de instrucción y asistencia sanitaria para los indigentes dedicado al cardenal James Hickey, arzobispo de Washington, entre 1980 y 2000, que fue el artífice de las prestaciones sanitarias diocesanas para los necesitados y los emigrantes. El cardenal decidió pasar sus últimos años de vida en un centro para ancianos sin recursos de las Hermanitas de los Pobres.
El Santo Padre llegó poco después de las 11 de ayer (las 17 hora de Roma) a la
iglesia donde le esperaban unas doscientas personas sin hogar a las que
saludó con un ''Gracias por recibirme y por el esfuerzo que han hecho
para que este encuentro se realizase''. Después, habló de la importancia
que había tenido en su vida San José, a quien reveló que recurría
cuando estaba medio ''apretado''. ''Ustedes -dijo- me recuerdan a San
José. Sus rostros me hablan del suyo''.
''En
la vida de José -prosiguió- hubo situaciones difíciles de enfrentar.
Una de ellas fue cuando María estaba para dar a luz... a Jesús … y no
había alojamiento para ellos. Me imagino a José, con su esposa a punto
de tener a su hijo, sin un techo, sin casa, sin alojamiento. El Hijo de
Dios entró en este mundo como uno que no tiene casa. El Hijo de Dios
entró como un “homeless”. El Hijo de Dios supo lo que es comenzar la
vida sin un techo''.
''Podemos
imaginar las preguntas de José en ese momento: ¿Cómo el Hijo de Dios no
tiene un techo para vivir? ¿Por qué estamos sin hogar, por qué estamos
sin un techo? Son preguntas que muchos de ustedes pueden hacerse a
diario, y se las hacen. Al igual que José se cuestionan: ¿Por qué
estamos sin un techo, sin un hogar? Y a los que tenemos techo y hogar
son preguntas que nos harán bien también: ¿Por qué estos hermanos
nuestros están sin hogar, por qué estos hermanos nuestros no tienen un
techo?
Las
preguntas de José ''siguen presentes hoy, acompañando a todos los que a
lo largo de la historia han vivido y están sin un hogar. José era un
hombre que se hizo preguntas pero, sobre todo, era un hombre de fe. Y
fue la fe la que le permitió a José poder encontrar luz en ese momento
que parecía todo a oscuras; fue la fe la que lo sostuvo en las
dificultades de su vida. Por la fe, José supo salir adelante cuando todo
parecía detenerse. Ante situaciones injustas, y dolorosas, la fe nos
aporta esa luz que disipa la oscuridad. Al igual que a José, la fe nos
abre a la presencia silenciosa de Dios en toda vida, en toda persona, en
toda situación. Él está presente en cada uno de ustedes, en cada uno de
nosotros''.
''Quiero
ser muy claro. No hay ningún motivo social, moral o del tipo que sea
para aceptar la falta de alojamiento -recalcó FRANCISCO- Son situaciones
injustas, pero sabemos que Dios está sufriéndolas con nosotros, está
viviéndolas a nuestro lado. No nos deja solos. Jesús no solo quiso
solidarizarse con cada persona, no solo quiso que nadie sienta o viva la
falta de su compañía, y de su auxilio, y de su amor. Él mismo se ha
identificado con todos aquellos que sufren, que lloran, que padecen
alguna injusticia. Él lo dice claramente: ''Tuve hambre, y me dieron de
comer; tuve sed, y me dieron de beber; anduve como forastero y me dieron
alojamiento''.
''Es
la fe la que nos hace saber que Dios está con ustedes, que Dios está en
medio nuestro y su presencia nos moviliza a la caridad. Esa caridad que
nace de la llamada de un Dios que sigue golpeando nuestra puerta, la
puerta de todos para invitarnos al amor, a la compasión, a la entrega de
unos por otros. Jesús sigue golpeando nuestras puertas, nuestra vida.
No lo hace mágicamente, no lo hace con artilugios, o con carteles
luminosos o con fuegos artificiales. Jesús sigue golpeando nuestra
puerta en el rostro del hermano, en el rostro del vecino, en el rostro
del que está a nuestro lado''.
El
Papa señaló que uno de los modos más eficaces de ayuda es la oración
porque ''nos une, nos hace hermanos … y nos recuerda una verdad hermosa
que a veces olvidamos. En la oración, todos aprendemos a decir Padre,
papá, y cuando decimos Padre, papá, en ella nos encontramos como
hermanos. En la oración, no hay ricos y pobres, hay hijos y hermanos. En
la oración no hay personas de primera o de segunda, hay fraternidad. En
la oración es donde nuestro corazón encuentra la fuerza para no
volverse insensible, frío ante las situaciones de injusticias . En la
oración, Dios nos sigue llamando y levantando a la caridad''.
''¡Qué
bien nos hace rezar juntos, qué bien nos hace encontrarnos en ese
espacio donde nos miramos como hermanos y nos reconocemos los unos
necesitados del apoyo de los otros! - exclamó- Y hoy quiero rezar con
ustedes, quiero unirme a ustedes, porque necesito su apoyo, y su
cercanía. Quiero invitarlos a rezar juntos, los unos por los otros, los
unos con los otros. Así podemos continuar con este sostén que nos ayuda a
vivir la alegría de saber que Jesús siempre está en medio nuestro. Y
que Jesús nos ayude a solucionar las injusticias que Él conoció primero.
La de no tener casa. ¿Se animan a rezar juntos? Yo empiezo en
castellano y ustedes siguen en inglés''.
Todos
los presentes y el Papa rezaron juntos entonces el Padre Nuestro. Antes
de irse FRANCISCO los bendijo con estas palabras: "Que el Señor los
bendiga y los proteja;que el Señor los mire con agrado y les muestre su
bondad; que el Señor los mire con amor y les conceda su paz'' y añadió :
''Por favor, no se olviden de rezar por mí. Gracias.''
Acabado
el encuentro el Papa se trasladó a la Nunciatura y desde allí a la
base aérea Andrews desde donde emprendió el vuelo a Nueva York, la
segunda etapa de su viaje a Estados Unidos.