CIUDAD DEL VATICANO, 28 de septiembre de
2015 (VIS).- El tercer Mensaje que el Papa FRANCISCO dirige a los
jóvenes, con motivo de la Jornada Mundial de la Juventud, al igual que
los precedentes está dedicado a las bienaventuranzas del Evangelio y
tiene como finalidad acompañar a los jóvenes de todo el mundo en el
largo y arduo itinerario espiritual hacia Cracovia, donde en el mes de
julio del año que viene se celebrará su trigésimo primera edición.
Según
informa hoy un comunicado del Pontificio Consejo para los Laicos, las
JMJ, herencia preciosa de San Juan Pablo II, se han convertido a lo
largo de los últimos treinta años en un potente instrumento de
evangelización del mundo juvenil y en una importante ocasión de diálogo
entre la Iglesia y las nuevas generaciones. Esta aventura espiritual ha
hecho que participaran millones de jóvenes de todos los continentes y ha
suscitado en muchos de ellos un profundo cambio de vida, el
descubrimiento de una llamada connatural a su ser de jóvenes. Son
tantísimas las vocaciones al sacerdocio y a la vida consagrada que han
madurado después de las JMJ, y son tantos los jóvenes que, después de
haber compartido esta experiencia, han decidido unir sus vidas en el
sacramento del matrimonio.
En
su Mensaje, el Santo Padre remarca que el tema de la XXXI JMJ introduce
esta celebración en el corazón del Año Santo de la Misericordia,
haciendo que se convierta en ''un verdadero Jubileo de los Jóvenes de
ámbito mundial''. Como bien recuerda el Sucesor de Pedro, es la tercera
vez que un encuentro internacional de los jóvenes coincide con un Año
jubilar. Así sucedió cuando, durante el Año Santo de la Redención
(1983/1984), san Juan Pablo II convocó por primera vez a los jóvenes de
todo el mundo para el Domingo de Ramos. Después, durante el Gran Jubileo
del Año 2000, más de dos millones de jóvenes de unos 165 países se
reunieron en Roma para la XV Jornada Mundial de la Juventud. ''Como
sucedió en estos dos casos precedentes – dice el Papa FRANCISCO – estoy
seguro de que el Jubileo de los Jóvenes en Cracovia será uno de los
momentos fuertes de este Año Santo''.
El
Papa explica a continuación cómo Dios ha revelado su misericordia en la
Sagrada Escritura, demostrando su incansable fidelidad y su eterno
amor, siempre dispuesto a perdonar. El Nuevo Testamento nos habla de la
misericordia como ''síntesis de la obra que Jesús vino a cumplir en el
mundo en el nombre del Padre () En Jesús, todo habla de misericordia, es
más, él mismo es la misericordia''.
El
Santo Padre invita así a los jóvenes a que experimenten en primera
persona la misericordia del Señor. Y cuenta: ''A la edad de diecisiete
años, un día en que tenía que salir con mis amigos, decidí pasar primero
por una iglesia. Allí me encontré con un sacerdote que me inspiró una
confianza especial, de modo que sentí el deseo de abrir mi corazón en la
confesión. Aquel encuentro me cambió la vida. Descubrí que cuando
abrimos el corazón con humildad y transparencia, podemos contemplar de
modo muy concreto la misericordia de Dios''.
Después
de haber explicado cómo el Señor ejerce su misericordia para con
nosotros, el Papa anima a los jóvenes a que ellos mismos se conviertan
en instrumento de esa misma misericordia hacia el prójimo. Y les
propone, de forma concreta, cómo responder a su llamada: ''Quisiera
proponerles que, para los primeros siete meses del año 2016, elijan una
obra de misericordia corporal y otra espiritual para ponerlas en
práctica cada mes''.
Al
final de su Mensaje, el Papa FRANCISCO renueva a los jóvenes su
calurosa invitación: ''Faltan pocos meses para nuestro encuentro en
Polonia. Cracovia, la ciudad de San Juan Pablo II y de Santa Faustina
Kowalska, nos espera con el corazón y los brazos abiertos. Creo que la
Divina Providencia nos ha guiado para celebrar el Jubileo de los Jóvenes
precisamente ahí, donde han vivido estos dos grandes apóstoles de la
misericordia de nuestro tiempo.() Jesús misericordioso, representado en
la imagen venerada por el pueblo de Dios, en el santuario de Cracovia a
él dedicado, los espera(). Vayan para decirle desde lo más profundo de
sus corazones: “Jesús, confío en ti''.