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Imagen: www.jornada.unam.mx |
Holguín, CUBA 22 de septiembre de
2015 (VIS).- El Papa se despidió ayer de La Habana para trasladarse a
Holguín, la tercera ciudad de la isla por número de habitantes (un
millón y medio) y capital reconocida de la música cubana. Es sede de la
Compañía de Ballet Nacional de Cuba, alberga un centro de rehabilitación
de la dependencia de drogas de fama internacional y es capital
universitaria.
A
su llegada al Aeropuerto Frank Pais, FRANCISCO fue recibido por el
Obispo de la diócesis, Mons. Emilio Aranguren Etcheverría y saludó, sin
formalidades ni discursos, a diversas autoridades locales, así como a un
centenar de fieles que acudieron a darle la bienvenida acompañados por
un coro de niños. Desde allí, recorrió en automóvil los veinte
kilómetros que dista el aeropuerto del centro de la capital y en
papamóvil, aclamado por la multitud, los últimos tres kilómetros hasta
la Plaza de la Revolución Calixto García Iñíguez de Holguín (1839-1898),
patriota cubano, donde celebró la Santa Misa en la festividad de san
Mateo apóstol y evangelista.
''Celebramos
la historia de una conversión'', dijo el Papa en su homilía, recordando
que el mismo Mateo en su evangelio, nos cuenta cómo fue el encuentro
que marcó su vida y nos introduce en un ''juego de miradas'' que es
capaz de transformar la historia. El apóstol escribe que un día, como
otro cualquiera, mientras estaba sentado a la mesa de la recaudación de
los impuestos, Jesús pasaba, lo vio, se acercó y le dijo: ''Sígueme''. Y
él, levantándose, lo siguió''.
''Qué
fuerza de amor tuvo la mirada de Jesús para movilizar a Mateo como lo
hizo; qué fuerza han de haber tenido esos ojos para levantarlo -señaló el Pontífice- Sabemos que Mateo era un publicano, es decir, recaudaba
impuestos de los judíos para dárselo dárselos a los romanos. Los
publicanos eran mal vistos, e incluso considerados pecadores, y por eso
vivían apartados y despreciados por los demás. Con ellos no se podía
comer, ni hablar, ni orar. Eran traidores para el pueblo: le sacaban a
su gente para dárselo a otros. Los publicanos pertenecían a esta
categoría social".
Pero
Jesús se detuvo, no pasó de largo precipitadamente, ''lo miró sin
prisa, lo miró con paz. Lo miró con ojos de misericordia... como nadie
lo había mirado antes. Y esa esta mirada abrió su corazón, lo hizo
libre, lo sanó, le dio una esperanza, una nueva vida como a Zaqueo, a
Bartimeo, a María Magdalena, a Pedro y también a cada uno de nosotros.
Aunque no nos atrevamos a levantar los ojos al Señor, Él él siempre nos
mira primero. Es nuestra historia personal; al igual que muchos otros,
cada uno de nosotros puede decir: yo también soy un pecador en el que
Jesús puso su mirada''.
El
amor de Jesús ''nos precede, su mirada se adelanta a nuestra necesidad.
Él sabe ver más allá de las apariencias, más allá del pecado, más allá
del fracaso o de la indignidad. Sabe ver más allá de la categoría social
a la que podemos pertenecer. Él ve más allá de todo eso. Él ve esa
dignidad de hijo, que todos tenemos, tal vez ensuciada por el pecado,
pero siempre presente en el fondo de nuestra alma.... Él ha venido
precisamente a buscar a todos aquellos que se sienten indignos de Dios,
indignos de los demás. Dejémonos mirar por Jesús, dejemos que su mirada
recorra nuestras calles, dejemos que su mirada nos devuelva la alegría,
la esperanza, el gozo de la vida''.
Después
de mirarlo con misericordia, el Señor dijo a Mateo: ''Sígueme''. Y
Mateo se levantó y lo siguió. ''Después de la mirada -notó el Papa-
la palabra. Tras el amor, la misión. Mateo ya no es el mismo;
interiormente ha cambiado. El encuentro con Jesús, con su amor
misericordioso, lo transformó . Y allá atrás quedó el banco de los
impuestos, el dinero, su exclusión. Antes él esperaba sentado para
recaudar, para sacarle a los otros, ahora con Jesús tiene que levantarse
para dar, para entregar, para entregarse a los demás. Jesús lo miró y
Mateo encontró la alegría en el servicio. Para Mateo, y para todo el que
sintió la mirada de Jesús, sus conciudadanos no son aquellos a los que
''se vive'', se usa, se abusa. La mirada de Jesús genera una actividad
misionera, de servicio, de entrega. Sus conciudadanos son aquellos a
quien él sirve. Su amor cura nuestras miopías y nos estimula a mirar más
allá, a no quedarnos en las apariencias o en lo políticamente
correcto''.
Jesús
nos precede, abre el camino y nos invita a seguirlo. Nos invita a ir
''lentamente superando nuestros preconceptos, nuestras resistencias al
cambio de los demás e incluso de nosotros mismos. Nos desafía día a día
con una pregunta: ¿Crees? ¿Crees que es posible que un recaudador se
transforme en servidor? ¿Crees que es posible que un traidor se vuelva
un amigo? ¿Crees que es posible que el hijo de un carpintero sea el Hijo
de Dios? Su mirada transforma nuestras miradas, su corazón transforma
nuestro corazón. Dios es Padre que busca la salvación de todos sus
hijos''.
El
Papa invitó a todos a dejarse mirar por el Señor en la oración, en la
Eucaristía, en la Confesión, en nuestros hermanos, ''especialmente en
aquellos que se sienten dejados, más solos. Y aprendamos a mirar como él
nos mira. Compartamos su ternura y su misericordia con los enfermos,
los presos, los ancianos, o las familias en dificultad. Una y otra vez
somos llamados a aprender de Jesús que mira siempre lo más auténtico que
vive en cada persona, que es precisamente la imagen de su Padre''.
''Sé
con qué esfuerzo y sacrificio la Iglesia en Cuba trabaja para llevar a
todos, aun en los sitios más apartados, la palabra y la presencia de
Cristo -añadió- Una mención especial merecen las llamadas ''casas de
misión'' que, ante la escasez de templos y de sacerdotes, permiten a
tantas personas poder tener un espacio de oración, de escucha de la
Palabra, de catequesis, de vida de comunidad. Son pequeños signos de la
presencia de Dios en nuestros barrios y una ayuda cotidiana para hacer
vivas las palabras del apóstol Pablo: ''Les ruego que anden como pide la
vocación a la que han sido convocados. Sean siempre humildes y amables,
sean comprensivos, sobrellevándose mutuamente con amor; esfuércense en
mantener la unidad del Espíritu con el vínculo de la paz''.
FRANCISCO acabó invocando a la Virgen de la Caridad del Cobre, ''a quien Cuba
acogió en sus brazos y le abrió sus puertas para siempre'', y pidiéndole
que mantuviese ''sobre todos y cada uno de los hijos de esta noble
Nación su mirada maternal y que esos ''sus ojos misericordiosos'' estén
siempre atentos a cada uno de ustedes, sus hogares, sus familias, a las
personas que puedan pueden estar sintiendo que para ellos no hay lugar.
Que ella nos guarde a todos como cuidó a Jesús en su amor. Y que ella
nos enseñe a mirar a los demás como Jesús nos miró a cada uno de
nosotros''.
A
última hora de la tarde y antes de despedirse de Holguín, el Papa subió
a la Loma de la Cruz, una de las metas de peregrinación de la isla. La
cruz que domina la colina -desde la que se divisa un panorama a 360
grados de la entera isla de Cuba- fue plantada en 1790 por fray
Francisco Antonio de Alegría y se llega a ella después de subir 458
escalones.
Desde
esa cima el Santo Padre bendijo la ciudad con esta oración: ''Que al
mirar la Santa Cruz,elevada en la cima de esta montaña,y que ilumina la
vida de las familias, de los niños y jóvenes,de los enfermos y de todos
los que sufren reciban tu consuelo y tu compañía,y se sientan invitados
al seguimiento de Tu Hijo, único camino para llegar a ti”.
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Imagen: www.cubadebate.cu |