El
Obispo de Roma recordó que la situación en los países de origen de los
miembros del Sínodo está muy comprometida por el ''odio fanático del
terrorismo que sigue causando una fuerte hemorragia de fieles que se
alejan de la tierra de sus antepasados, donde crecieron profundamente
arraigados en el surco de tradición. Este estado de cosas ciertamente
está socavando la presencia cristiana vital en la tierra que fue testigo
del comienzo del camino del patriarca Abraham, donde resonaron las
palabras de los profetas que llamaban a Israel a la esperanza durante el
exilio, donde se fundaron las primeras iglesias bañadas en la sangre de
tantos mártires , donde se dio testimonio de la plenitud del Evangelio y
crecieron, con su contribución, las sociedades durante siglos de
coexistencia pacífica con nuestros hermanos seguidores del Islam. En
cambio, por desgracia, nuestros tiempos están marcados por innumerables
ejemplos de persecución, incluso hasta el martirio''.
''La
Iglesia caldea, que sufre por este estado de cosas causado por la
guerra -continuó-también conoce las necesidades de los fieles en la
diáspora, que sienten el deseo de permanecer firmes en sus raíces y de
insertarse en los nuevos contextos. Por tanto, confirmo, hoy más que
nunca, todo el apoyo y la solidaridad de la Sede Apostólica en favor del
bien común de toda la Iglesia caldea. Rezo para que los cristianos no
se vean obligados a abandonar Iraq y el Medio Oriente. Pienso
especialmente en los hijos e hijas de vuestra Iglesia, con su rica
tradición.Os insto a trabajar incansablemente como constructores de
unidad en todas las provincias de Iraq, favoreciendo el diálogo y la
colaboración entre todos los que participan en la vida pública,
contribuyendo a curar las divisiones existentes e impidiendo que surjan
otras''.
El
Papa aprovechó la visita de la Iglesia caldea para renovar su urgente
llamamiento a la comunidad internacional para que adopte todas las
estrategias válidas encaminadas a instaurar la paz en los países
terriblemente devastados por el odio, ''para volver a llevar el hálito
vital del amor a lugares que desde siempre han sido encrucijada de
pueblos, culturas y naciones. ¡Que la paz tan deseada -exclamó- surja en
el horizonte de la historia, para que los luctuosos dramas inflingidos
por la violencia cedan paso a un clima de convivencia mutua!''.
Después
se refirió al Sínodo, que estos días están celebrando en Urbe; un
"caminar juntos" -dijo- un momento propicio de confrontación entre las
diferencias que enriquecen la comunión fraterna entre vosotros, bajo la
mirada de Cristo Buen Pastor... que se preocupa por la salvación de su
rebaño y, en particular, de la oveja descarriada. Sed vosotros también
así: celosos en la búsqueda de la salus animarum, tanto de los
sacerdotes como de los laicos, sabiendo que el ejercicio de la comunión a
veces requiere una kénosis real, un abajamiento y una entrega de sí''.
''Haciendo
así -finalizó- podréis cerrar las brechas que separan y discernir las
respuestas a las necesidades urgentes de la Iglesia caldea, tanto en la
madre patria como en la diáspora. De esta manera, las reflexiones que
surjan proporcionarán soluciones provechosas a vuestras necesidades y
puntos de convergencia para la resolución de problemáticas litúrgicas y
de orden general''.