Lilongwe, MALAWI (Agencia Fides, 15/04/2016) - “El mes de junio llevará a una falta de
alimentos que no se vivia desde hace generaciones” así lo prevé el p.
Piergiorgio Gamba, misionero Monfortino, en la nota enviada a la Agencia
sobre la situación alimenticia en Malawi.
“Los graneros están vacíos desde hace tiempo, peor el gobierno ha
tardado meses en dar una respuesta, solo este 12 de abril el Presidente
ha declarado el estado de calamidad en odo el País” refiere el p. Gamba.
“Les parecía un paso inaceptable, una aceptación de su derrota, una
rendición a la oposición que en el Parlamento desafiaba al gobierno a
actuar”.
“Malawi con sus 17 millones de habitantes, consume 3 millones de
toneladas de grano al año. La repetida petición para que se
diversificase la producción agrícola basada sólo en el maíz, no fue
escuchada. Ahora, esta crisis está enseñando una dura lección, a sembrar
todo lo que es comestible y que puede sobrevivir en tierra seca, al
igual que los africanos antes de la aparición del maíz: la batata, la
soja y todas las verduras que habían sido dejadas a un lado”.
“Pero esto
podrá hacerse en la próxima temporada de lluvias que llegará sólo al
final del año. Ahora solo queda el hambre: los niños no van a la
escuela, la fila de personas para conseguir algo de comer es diaria... y
esto es sólo el comienzo. El mes de junio llevará a una falta de
alimento que no se experimentaba desde hacía varias generaciones”.
Algunas señales de la gravedad de la situación son impresionantes: el
Ministerio del Interior, está a cargo de las cárceles y de sus 15 mil
prisioneros, pero no puede garantizar ni siquiera una comida al día a
base de polenta y judías. Tal vez por esta razón en un año, han
concedido el perdón a más de 1500 presos que ya habían descontado la
mitad de la pena; los hospitales ahora solo pueden dar una comida a sus
pacientes; los agricultores que han tenido la suerte de recoger una
pequeña cosecha terminan vendiéndola para conseguir algo de dinero para
los gastos escolares de sus hijos o medicamentos que ya no se dan en los
hospitales o incluso ropa de segunda mano en el mercado. Luego se ve a
los chicos que disminuyen de peso a simple viste, que no llevan zapatos,
que usan el uniforme de la escuela, incluso el domingo cuando van a
rezar, y esto nunca ocurría antes porque el uniforme se lava el domingo
para prepararse para la nueva semana.
“Si bien se espera que la comunidad internacional pueda intervenir con
una importación masiva de alimentos, ¿que puede hacer la misión? Estamos
tratando de mantener activos los pequeños y grandes proyectos de
construcción, el trabajo asalariado y de enseñanza para poder
proporcionar un ingreso mínimo, manteniendo activos los proyectos de
adopción a distancia, de escuelas infantiles, de centros juveniles,
hospitales... todo lo que pueda crear al menos una pequeña ganancia que
ayude a estas personas hasta el próximo año”, concluye el misionero.