Nairobi, KENIA (Agencia Fides, 12/04/2016) – “El cáncer de la corrupción está matando a
nuestro país. Vamos hacia una sociedad sin Dios, plagada por el
tribalismo, en la que ¡el dinero se ha convertido en el único ídolo!”.
Es el grito de alarma de los Obispos de Kenia que han lanzado en el
comunicado final de su Asamblea Plenaria.
Tras recordar la visita a Kenia del Papa Francisco el pasado mes de
noviembre, en el documento, enviado a la
Agencia Fides, se describe una situación extremamente preocupante.
“Mujeres y hombres comunes cargan con el peso de la corrupción. La
mayoría de los keniatas languidecen en la pobreza y son incapaces de
satisfacer sus necesidades básicas. No tienen acceso a una atención
médica adecuada. No tienen acceso a instalaciones escolares decentes ni a
una educación de calidad”. Los más afectadas por todo esto son los
jóvenes, subrayan los Obispos, que se ven obligados a pagar sobornos
para conseguir un trabajo o como mínimo a tener conocidos “entre los
altos cargos”.
Los Obispos recuerdan el grito del Papa Francisco dirigido a los
keniatas durante su visita: “No a la corrupción”. Una plaga que afecta a
todos, desde la política al poder judicial, pasando por la policía, la
escuela (algunos estudiantes pagan para aprobar los exámenes de manera
deshonesta).
Otra plaga que denuncian en el documento los obispos es el tribalismo,
que nunca a desaparecido, que se está recuperando fuerza hasta el punto
de que los Obispos: “estamos viendo todo a través del prisma de la
etnicidad”. Muy relacionada con esta situación es la radicalización de
los jóvenes “en grupos peligrosos, que crean inseguridad, y con
conductas desviadas. (...). Estamos alarmados por la corrupción de los
jóvenes a través del soborno, las drogas, y la promoción de la
inmoralidad sexual”.
Como resultado - continúan los Obispos - nos estamos moviendo hacia una
sociedad sin Dios, que convierte el dinero en un ídolo. La gente tiende a
vivir para el dinero y su filosofía es tener la mayor cantidad de
dinero posible, lo más rápido posible y de cualquier modo”.
Los obispos concluyen instando al rescate y a la esperanza, porque
“Cristo ha ganado la victoria contra toda desesperanza. Debemos luchar
contra todo el mal dentro de nosotros, debemos comprometernos individual
y colectivamente para rechazar todas las formas de corrupción que está
destruyendo el tejido social”.