CIUDAD DEL VATICANO, 14 de abril de 2016 (VIS).- El Papa FRANCISCO ha recibido esta mañana en la Sala del Consistorio del Palacio Apostólico Vaticano a
la comunidad del Pontificio Colegio Escocés en Roma con motivo del
cuarto centenario de su transformación en un seminario para la formación
sacerdotal. Se trata de un aniversario, como recordó el Pontífice, muy
significativo no solamente por los años transcurridos sino por el
recuerdo de los 16 hombres que fieles a su fe, el 10 de marzo de 1616,
regresaron a Escocia como sacerdotes para predicar el evangelio
siguiendo al mártir san John Ogilvie.
“El martirio de San John Ogilvie, con cuya condena se quería reducir
al silencio la fe católica dio, en cambio, -señaló FRANCISCO- un impulso a
su promoción y a la defensa de la libertad de la Iglesia de permanecer
en comunión con la Sede de Pedro. El “sí”, pronunciado por aquellos 16
hombres hace cuatrocientos años fue elocuente y no solo por sus buenas
intenciones sino porque perseveraron y se prepararon con esmero,
volviendo a Escocia para enfrentarse a las dificultades que les
esperaban, aunque significase convertirse en mártires... Mirándoos,
puedo ver que mediante la gracia de Dios, el martirio de san John y el
valor de aquellos 16 hombres dio frutos en vuestra amada patria”.
“También nosotros vivimos en tiempo de martirio y en una cultura a
menudo hostil al Evangelio”, prosiguió el Santo Padre, exhortando a los
seminaristas a tener el mismo espíritu que caracterizó a sus
predecesores para que fueran en nuestros días “un signo para el pueblo
escocés, especialmente para los jóvenes, si los encontráis en su vida
diaria, si llegáis a los que están más alejados de Cristo. Enseñad a
cada uno, y a todos, que Dios está siempre con nosotros y que su
misericordia permanece para siempre”.
“En este Jubileo de la Misericordia, pido que el Señor os conceda el
valor y la gracia de ser fieles a su voluntad, dedicándoos a la oración,
amando a Jesús especialmente en la santa Eucaristía y confiándoos a la
protección de María, nuestra Madre. Sobre vosotros y sobre todos los
fieles en Escocia -terminó el Santo Padre- imparto la bendición apostólica como prenda
de fuerza y de paz en el Señor”.