CIUDAD DEL VATICANO, 19 de junio de 2016 (VIS).- El Papa FRANCISCO visitó ayer por la tarde la Comunidad de Villa Nazareth en
el 70 aniversario de su fundación por el Cardenal Domenico Tardini,
Secretario de Estado entre 1958 y 1961, para ofrecer asistencia y ayuda a
los niños y niñas pobres huérfanos de la guerra. Posteriormente
instituida como Colegio merced al quirógrafo emanado por San Juan XXIII
en 1963, administrada por la Fundación Domenico Tardini y presidida
por el Cardenal Achille Silvestrini, acoge a título gratuito a
estudiantes de uno y otro sexo con un curriculum de estudios de
excelencia procedentes de familias que por su condición socioeconómica y
cultural no puedan mantenerlos.
A su llegada el Santo Padre fue recibido por el Vicepresidente de
Villa Nazareth, el Arzobispo Claudio Celli y en la capilla encontró a
los estudiantes del centro para los que comentó el relato evangélico
del Buen Samaritano, refiriéndose en particular al hospedero que acoge
al herido y atiende la petición del samaritano de hacerse cargo de él y
curar sus heridas. “Habrá pensado –dijo FRANCISCO– que estaba loco,…Un
samaritano que ayuda a un judío”. En cambio es el posadero el que recibe
la Palabra de Dios con el testimonio del “pecador” samaritano, no del
sacerdote que deja de lado al judío herido porque tiene prisa, ni del
doctor de la ley que tenía que correr al tribunal. “El testimonio
despierta inquietud en el corazón del posadero. Es lo que hace el
testimonio”.
Después, refiriéndose a Villa Nazareth afirmó que era una obra que
favorecía el testimonio, como le había explicado mons.Celli. “Aquí no se
viene para dar “la escalada”, ni para ganar dinero, sino para seguir
las huellas de Jesús y dar testimonio de él… En silencio, sin
explicaciones, con los gestos…El testimonio pasa y se va. Lo dejas y
sigues. Solamente el Señor lo custodia, hace que crezca, como hace
crecer la semilla: mientras el dueño duerme la planta crece”.
“Espero que esta obra siga siendo una obra de testimonio para la
gente que se acerca o siente hablar de ella. Y que el Señor nos libre de
los bergantes, que hay tantos, de los sacerdotes con prisas, que no
tienen tiempo para escuchar… de los doctores que quieren presentar la fe
de Jesús como una matemática rígida y nos enseñe a detenernos y nos
enseñe también esa sabiduría del Evangelio: “ensuciarnos las manos”. Que
el Señor nos de esta gracia”, terminó.
Posteriormente en el campo de fútbol el Papa encontró a toda la
comunidad de Villa Nazareth y respondió a varias preguntas de sus
miembros relativas al testimonio cristiano, a la fatiga de la fe en el
mundo de hoy, a las nuevas pobrezas, a los retos actuales de la familia,
a la vida profesional y comunitaria.
“Necesitamos testigos creíbles –dijo – Y cuando no los tenemos quizás
la vida nos vaya bien…pero seremos hombres y mujeres “aparcados” en la
vida, es decir que no andan, no se mueven. Como los conformistas, todo
es costumbre… Ahora bien, el que no se arriesga no sale adelante “¿Pero
si me equivoco?¡ Pues bendito sea el Señor! Te equivocarás más
quedándote quieto…Ese es el error, el encerrarse. Arriesgáos… arriesgáos
con ideales nobles, ensuciandoos las manos; arriesgáte como se arriesgó
el samaritano de la parábola… Cuando en la vida estamos más o menos
tranquilos hay siempre la tentacion de la parálisis… Acércate a los
problemas, sal de ti mismo y arriesga”.
Hablando de la dificultad de la fe en el mundo de hoy citó la
tragedia de las comunidades cristianas esparcidas por el mundo. “Pero el
destino de los cristianos es el testimonio –subrayó- testimonio
también en las situaciones difíciles. No me gusta y quiero decirlo con
claridad cuando se habla de genocidio de los cristianos, por ejemplo en
Oriente Medio: es reduccionismo. La verdad es una persecución que lleva a
los cristianos a la fidelidad, a la coherencia de la propia fe. No
convirtamos en reduccionismo sociológico lo que es un misterio de la
fe”.
“Y la fe –continuó- nos hace testimoniar tantas cosas difíciles en la
vida, también con la vida testimoniamos la fe. Pero no nos engañemos,
el martirio cruento no es el único modo de testimoniar a Jesucristo. Es
el máximo, digamos así, heroico…Pero está también el martirio de todos
los días: el martirio de la honradez, el martirio de la paciencia, en la
educación de los hijos; el martirio de la fidelidad en el amor… el
martirio de la honestidad en este mundo que se puede llamar también “el
paraíso de las comisiones”…donde falta el valor de tirar a la cara el
dinero sucio, en un mundo donde tantos padres dan de comer a sus hijos
el pan manchado por las comisiones…ese pan que compran con las
comisiones que se llevan… Allí está el testimonio cristiano, el martirio
: “No, yo eso no lo quiero”.
También respondió FRANCISCO a quien le preguntaba si alguna vez había
tenido una crisis de fe. “Tantas veces me encuentro en crisis con la
fe y algunas veces he tenido hasta la desfachatez de reprochar a Jesús:
¿Pero por qué permites esto? … Y me ha pasado cuando era joven,
seminarista, cura, religioso, Obispo y Papa: “¿Pero cómo el mundo es
así, si tu has dado tu vida?”…A un cristiano que no haya sentido alguna
vez esto, cuya fe no haya entrado en crisis, le falta algo: es un
cristiano que se contenta de un poco de mundanidad y así va por la vida…
El cristiano –y esto lo he aprendido- no debe tener miedo de entrar en
crisis: es un signo de que camina, de que no está anclado en la orilla
del rio o del mar, de que ha salido mar adentro...Y allí hay problemas,
crisis, las incoherencias de nuestros pecados que nos avergüenzan. Y
¿cómo no cansarse? Es una gracia. Hay que pedírsela al Señor: “Señor,
que no me canse. Dame la gracia de la paciencia, de seguir adelante, de
esperar a que llegue la paz”.
Respecto a las nuevas pobrezas el Papa hizo hincapié en que era
necesario replantearse el estilo de la economía actual. “En el mundo, en
la economía mundial no están en el centro el hombre o la mujer: está
el dios dinero. Y esto nos mata”. Y pasando a la cuestión de los
refugiados dijo: “En parte huyen del hambre, en parte huyen de la
guerra que es el negocio más productivo en estos momentos: el de los
traficantes de armas, Y el mismo que las vende a un país se las vende
al que está en guerra con él. Es muy difícil incluso hacer llegar las
ayudas humanitarias a los países en guerra o donde hay guerrillas:
tantas veces la Cruz Roja no lo consigue. Pero las armas llegan siempre:
no hay aduana que se lo impida ¿Por qué? Porque es el negocio que más
rinde. El dios dinero”.
“Y me indigna y me duele –afirmó- cuando, por ejemplo, vienen para
bautizar a un niño y al padrino le dicen:” Pero usted no está casado
por la Iglesia, no puede ser el padrino, porque el matrimonio, estar
casado por la Iglesia es importante”. Y luego, viene otro que es un
estafador, un explotador de personas, un traficante de niños, pero es
tan “buen católico”, hace limosna a la Iglesia.. “Ah, si tu puedes ser el
padrino”. ¡Hemos invertido los valores! El mundo económico, tal como se
encuentra hoy el mundo es inmoral”.