Oslo, NORUEGA (Agencia Fides, 24/06/2016) – “La campaña para la abolición de la pena de
muerte es un gran desafío para proteger la vida, para promover la
justicia y humanizar nuestra sociedad. Sin embargo, la campaña podrá
tener éxito cuando los mismos ciudadanos se conviertan en promotores de
una cultura abolicionista. Vamos a seguir sensibilizando las
conciencias, sobre todo en contextos asiáticos como los de Indonesia y
Filipinas”: comenta a la Agencia Fides Leonardo Tranggono, representante
de la Comunidad de San Egidio presente en el 6º Congreso Mundial contra
la Pena de Muerte que se celebra en Oslo, donde están reunidos los
parlamentarios y representantes de los gobiernos de todo el mundo para
debatir sobre el tema de la pena capital.
En Indonesia se ha aplicado una moratoria hasta el año 2004. “San Egidio
contribuye desde hace años con campañas de sensibilización, como la que
se realizó en Indonesia y Europa con motivo de la sentencia de muerte
de los tres católicos, Tibo, Dominggus y Marinus, acusados de incitar
disturbios en Poso. A pesar de las dudas sobre su culpabilidad, fueron
ejecutados. Este compromiso continuó en 2008 con un llamamiento por
Amrozi, el terrorista autor de los atentados de Bali de 2002. Y en 2014,
con otras asociaciones, y junto al gobierno de Indonesia trabajamos
para salvar la vida de la indonesia Wilfrida Soik, condenada a muerte en
Malasia y luego puesto en libertad”. Indonesia reanudó las ejecuciones
en 2015: seis condenados fueron ejecutados en enero de 2015, ocho en
abril de 2015, mientras que otras 48 ejecuciones están programadas para
cuando termine el Ramadán, a finales de julio. Todas las ejecuciones en
2015 fueron por delitos relacionados con las drogas.
“La batalla para abolir la pena de muerte - observa Tangono - todavía no
ha sido ganado en Indonesia. Vamos a seguir tejiendo una red con todos
los componentes de la sociedad civil, con los estudiantes, académicos,
activistas, grupos religiosos e iglesias, hermandades islámicas,
asociaciones, para promover recogidas de firmas, encuentros con
instituciones nacionales e internacionales y con las autoridades
públicas. El objetivo es crear una amplia conciencia sobre este tema con
un impacto cultural positivo”.
El mismo criterio se aplicará en las Filipinas, donde el recién elegido
Presidente Rodrigo Duterte ha declarado que re-introducirá la pena de
muerte. “Estas iniciativas – concluye Tranggono - no deben ser
interpretadas como movimientos antigubernamentales. Lo que tratan es de
promover un modelo diferente de justicia, empujando a las instituciones a
la búsqueda de auténticas respuestas humanas a las peticiones
legítimas, que nacen dentro de la ciudadanía, de justicia y seguridad”.