CIUDAD DEL VATICANO (http://press.vatican.va - 1° de septiembre de 2017).- Mensaje conjunto del Santo Padre Francisco y del Patriarca Ecuménico
Bartolomé con motivo de la III Jornada de Oración por el Cuidado de la
Creación.
Mensaje conjunto
La historia de la creación nos presenta una vista panorámica del
mundo. La Escritura revela que, «en el principio», Dios quiso que la
humanidad cooperara en la preservación y protección del medio ambiente.
En un primer momento, como se lee en el Génesis, «no había aún
matorrales en la tierra, ni brotaba hierba en el campo, porque el Señor
Dios no había enviado lluvia sobre la tierra, ni había hombre que
cultivase el suelo» (2,5). La tierra nos fue confiada como un don y un
legado sublime, del que todos somos responsables hasta que, «al final»,
todas las cosas en el cielo y en la tierra serán recapituladas en Cristo
(cf. Ef 1,10). Nuestra dignidad y bienestar humano están profundamente conectados con nuestro cuidado por toda la creación.
Sin embargo, «mientras tanto», la historia del mundo presenta un
contexto muy diferente. Revela un escenario moralmente decadente donde
nuestra actitud y comportamiento hacia la creación oscurece nuestra
vocación como cooperadores de Dios. Nuestra propensión a interrumpir los
delicados y equilibrados ecosistemas del mundo, nuestro deseo
insaciable de manipular y controlar los recursos limitados del planeta, y
nuestra codicia ilimitada de ganancias en los mercados, todo esto nos
ha alejado del sentido original de la creación. No respetamos ya la
naturaleza como un regalo compartido; por el contrario, la consideramos
una posesión privada. Ya no nos relacionamos con la naturaleza para
sostenerla, sino que la dominamos para sostener nuestras propias
invenciones.
Las consecuencias de esta cosmovisión alternativa son trágicas y
duraderas. El medioambiente humano y el de la naturaleza se están
deteriorando juntos, y este deterioro del planeta recae sobre las
personas más vulnerables. El impacto del cambio climático afecta, ante
todo y más que nada, a los que viven en la pobreza en todos los rincones
del mundo. Nuestra obligación de usar los bienes de la tierra con
responsabilidad implica el reconocimiento y el respeto de todas las
personas y de todos los seres vivos. La urgente llamada y el desafío de
cuidar la creación son una invitación dirigida a toda la humanidad para
que trabaje en favor de un desarrollo sostenible e integral.
Por tanto, unidos en un mismo interés por la creación de Dios y
reconociendo la tierra como un bien a compartir, invitamos
fervientemente a todas las personas de buena voluntad a que el 1 de
septiembre dediquen un tiempo de oración por el medio ambiente. Con este
motivo, queremos dar las gracias al Creador amoroso por el gran don de
la creación y comprometernos en su cuidado y preservación por el bien de
las generaciones futuras. Después de todo, sabemos que nuestro trabajo
es en vano si el Señor no está a nuestro lado (cf. Sal 126-127),
si la oración no está en el centro de nuestra reflexión y celebración.
En efecto, un objetivo de nuestra oración es cambiar el modo en que
percibimos el mundo para modificar la manera de cómo nos relacionamos
con él. El objetivo de nuestro compromiso es el de empeñarnos en
alcanzar una mayor simplicidad y solidaridad en nuestras vidas.
Hacemos un llamamiento urgente a quienes ocupan puestos de
responsabilidad social y económica, así como política y cultural, para
que escuchen el grito de la tierra y atiendan las necesidades de los
marginados, pero sobre todo para que respondan a la súplica de millones
de personas y apoyen el consenso del mundo por el cuidado de la creación
herida. Estamos convencidos de que no puede haber una solución sincera y
duradera al desafío de la crisis ecológica y del cambio climático si no
se da una respuesta concordada y colectiva, si la responsabilidad no es
compartida y responsable, si no damos prioridad a la solidaridad y al
servicio.
Vaticano-Fanar, 1° de septiembre de 2017
Papa FRANCISCO y Patriarca Ecuménico Bartolomé