Texto del discurso que el Papa ha dirigido a los presentes en la Audiencia:
DISCURSO DEL PAPA FRANCISCO
A LOS PARTICIPANTES EN LA CONFERENCIA INTERNACIONAL
“Saving our Common Home and the Future of Life on Earth”
EN EL TERCER ANIVERSARIO DE LA ENCÍCLICA Laudato Si'
Sala Clementina
Viernes, 6 de junio de 2018
Señores cardenales,
Eminencia,
Queridos hermanos y hermanas,
Ilustres señores y señoras:
Os doy a todos mi bienvenida, con motivo de la Conferencia
Internacional convocada en el tercer aniversario de la publicación de la
encíclica Laudato si’ sobre el cuidado del casa común. Quisiera
saludar de forma especial a Su Eminencia el arzobispo Zizoulas porque
fue él, junto con el cardenal Turkson, quien presento la encíclica hace
tres años. Gracias por haberos reunido a "escuchar con el corazón"
los gritos cada vez más angustiosos de la tierra y de sus pobres en
busca de ayuda y responsabilidad, y para atestiguar la gran urgencia de
acoger la llamada de la Encíclica a un cambio a una conversión ecológica.
El vuestro es el testimonio del compromiso inaplazable de tomar medidas
para salvar la Tierra y la vida en ella, partiendo del presupuesto de
que "todo está conectado" concepto-guía de la Encíclica, en la base de la ecología integral.
También en esta perspectiva podemos leer la llamada que Francisco de Asís recibió del Señor en la iglesia de San Damián: "Ve, repara mi casa, que, como ves, está en ruinas".
Hoy, incluso la "casa común " que es nuestro planeta
necesita
urgentemente ser reparada y asegurada para un futuro sostenible.
En las últimas décadas, la comunidad científica ha puesto a punto, en
ese sentido, evaluaciones cada vez más precisas. " El ritmo de consumo,
de desperdicio y de alteración del medio ambiente ha superado las
posibilidades del planeta, de tal manera que el estilo de vida actual,
por ser insostenible, sólo puede terminar en catástrofes, como de hecho
ya está ocurriendo periódicamente en diversas regiones”.(Enc. Laudato si ', 161). Hay un peligro real de dejar a las generaciones futuras escombros, desiertos y suciedad.
Por lo tanto, espero que esta preocupación por el estado de nuestra
casa común se traduzca en una acción orgánica y concertada de ecología
integral. De hecho, "la atenuación de los efectos del actual
desequilibrio depende de lo que hagamos ahora " (ibid.). La humanidad
tiene el conocimiento y los medios para colaborar con este propósito y,
con responsabilidad, "cultivar y proteger" la Tierra de manera
responsable. En este sentido, es significativo que vuestra discusión
también se refiera a algunos eventos clave del año en curso.
La cumbre climática COP24, programada en Katowice (Polonia) en
diciembre próximo, puede ser un hito en el camino trazado por el Acuerdo
de París de 2015. Todos sabemos que hay mucho por hacer para
implementar ese Acuerdo. Todos los gobiernos deberían esforzarse por
cumplir los compromisos asumidos en París para evitar las peores
consecuencias de la crisis climática. "La reducción de gases de efecto
invernadero requiere honestidad, valentía y responsabilidad, sobre todo
de los países más poderosos y más contaminantes." (ibid., 169). No
podemos darnos el lujo de perder tiempo en este proceso.
Además de los Estados, también están interpelados otros actores: las
autoridades locales, los grupos de la sociedad civil, las instituciones
económicas y religiosas pueden fomentar la cultura y la práctica
ecológica integral. Espero que eventos como la Cumbre Mundial de Acción
Climática, programada para el 12 y 14 de septiembre en San Francisco,
brinden respuestas adecuadas, con el apoyo de los grupos de presión de los ciudadanos
de todo el mundo. Como afirmamos junto con Su Santidad el Patriarca
Ecuménico Bartolomé, " no puede haber una solución sincera y duradera al
desafío de la crisis ecológica y del cambio climático si no se da una
respuesta concordada y colectiva, si la responsabilidad no es compartida
y responsable, si no damos prioridad a la solidaridad y al servicio". (Mensaje para la Jornada Mundial de Oración por la Creación, 1° de septiembre de 2017).
Las instituciones financieras también juegan un papel importante como
parte del problema y de su solución. Se necesita un cambio en el
paradigma financiero para promover el desarrollo humano integral. Las
organizaciones internacionales, como, por ejemplo, el Fondo Monetario
Internacional y el Banco Mundial, pueden promover reformas efectivas
para un desarrollo más inclusivo y sostenible. La esperanza es que "las
finanzas [...] vuelvan a ser un instrumento encaminado a producir mejor
riqueza y desarrollo". (Benedicto XVI, Enc. Caritas in veritate, 65), así como el cuidado del medio ambiente.
Todas estas acciones presuponen una transformación a un nivel más
profundo, es decir, un cambio de los corazones, un cambio de las
conciencias. Como decía San Juan Pablo II: "Es necesario [...] estimular
y apoyar la conversión ecológica" (Catequesis, 17 de
enero de 2001). Y en esto las religiones, en particular las Iglesias
cristianas, tienen un papel clave que desempeñar. La Jornada de Oración
por la Creación y las iniciativas relacionadas con ella, comenzadas en
el seno de la Iglesia Ortodoxa, se están difundiendo en las comunidades
cristianas de todo el mundo.
Por último, la confrontación y el compromiso por nuestro casa común
deben reservar un espacio especial a dos grupos de personas que están
en la vanguardia del desafío ecológico integral y que serán el tema
central de los próximos dos Sínodos de la Iglesia Católica: los jóvenes y
las poblaciones indígenas, especialmente las de la Amazonía.
Por un lado, "nos reclaman un cambio. Ellos se preguntan cómo es
posible que se pretenda construir un futuro mejor sin pensar en la
crisis del ambiente y en los sufrimientos de los excluidos. "(Laudato Si’,
13). Son los jóvenes quienes deberán enfrentar las consecuencias de la
actual crisis ambiental y climática. Por lo tanto, la solidaridad
intergeneracional no es "una actitud opcional, sino de una cuestión
básica de justicia, ya que la tierra que recibimos pertenece también a
los que vendrán. " (ibíd., 159).
Por otro lado, "es indispensable prestar especial atención a las
comunidades aborígenes con sus tradiciones culturales" (ibid., 146). Es
triste ver a las tierras de los pueblos indígenas desposeídos y sus
culturas pisoteadas por una actitud depredadora a nuevas formas de
colonialismo, alimentadas por la cultura del derroche y el consumismo
(cf. Sínodo de los Obispos, el Amazonas: nuevos caminos para la Iglesia y
para un " ecología completa, 8 de junio de 2018). "Para ellos, la
tierra no es un bien económico, sino que es don de Dios y de los
antepasados que descansan en ella, un espacio sagrado con el cual
necesitan interactuar para sostener su identidad y sus valores" (Laudato si
', 146). ¡Cuánto podemos aprender de ellos! La vida de los pueblos
indígenas es “memoria viva de la misión que Dios nos ha encomendado a
todos: cuidar la Casa Común. " (Discurso en el encuentro con los pueblos indígenas, Puerto Maldonado 19 de enero, 2018).
Queridos hermanos y hermanas, los desafíos abundan. Expreso mi más
sincera gratitud por vuestro trabajo al servicio del cuidado de la
creación y de un futuro mejor para nuestros hijos y nietos. A veces
puede parecer una tarea difícil, ya que "hay demasiados intereses
particulares y muy fácilmente el interés económico llega a prevalecer
sobre el bien común y a manipular la información para no ver afectados
sus proyectos” (Laudato si’,54); pero " los seres humanos, capaces de
degradarse hasta el extremo, también pueden sobreponerse, volver a optar
por el bien y regenerarse, más allá de todos los condicionamientos
mentales y sociales que les impongan. " (ibíd., 205). Por favor, seguid
trabajando por un " cambio radical a la altura de las circunstancias "
(ibid., 171). "La injusticia no es invencible" (ibid., 74).
Que san Francisco de Asís continúe inspirándonos y guiándonos en este
camino, y que "nuestras luchas y nuestra preocupación por este planeta
no nos quiten el gozo de la esperanza" (ibíd., 244). Después de todo,
el fundamento de nuestra esperanza descansa en la fe en el poder de
nuestro Padre Celestial. Él, " que nos convoca a la entrega generosa y a
darlo todo, nos ofrece las fuerzas y la luz que necesitamos para salir
adelante. En el corazón de este mundo sigue presente el Señor de la vida
que nos ama tanto. Él no nos abandona, no nos deja solos, porque se ha
unido definitivamente a nuestra tierra, y su amor siempre nos lleva a
encontrar nuevos caminos. Alabado sea. "(ibid., 245).
Os bendigo. Y por favor no os olvidéis de rezar por mí.
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